Las poblaciones de jabalí, ‘desmadradas’

La explosión demográfica del jabalí no sólo se da en España, sino que buena parte de Europa se ve sacudida por la expansión de este animal, como lo atestiguan recientes estudios. Cada año se cazan en Europa tres millones de jabalíes, pero nos encontramos que en diversos lugares las cacerías no son suficientes para frenar su expansión y crecimiento poblacional.


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El jabalí (Sus scrofa scrofa L.) es una de las nueve especies animales conocidas que pertenecen a la familia de los cerdos (Suidae), siendo el ancestro inmediato del cerdo doméstico. El rango de distribución geográfica inicial del jabalí fue Eurasia y el norte de África. Existieron poblaciones nativas de jabalí desde Irlanda por el oeste hasta Japón por el este, y desde Egipto hasta la parte sur de Escandinavia y Siberia. El jabalí se encuentra actualmente presente en forma nativa o introducida en todos los continentes a excepción de la Antártida, así como en muchas islas, con la resultante de que es uno de los mamíferos terrestres de mayor dispersión geográfica.

Hay diversas sub especies de jabalí a lo largo de esta amplia distribución geográfica. Esto ha llevado a la sustentación de teorías de que el jabalí europeo y el asiático pertenecerían a diferentes especies. Sin embargo, actualmente es generalmente aceptado que todos los jabalíes europeos y asiáticos son miembros de la sola especie, Sus scrofa L. El número de subespecies del jabalí es incierto y las estimaciones varían de 4 a 25.

Las características del jabalí europeo

Los jabalíes macho en edad madura pueden pesar hasta 150-200 Kg., y las hembras hasta 120- 170 Kg. El peso que se alcanza al momento óptimo de faena, aunque dependiendo de unos lugares a otros, es de 80 a 90 Kg. La longitud máxima es de 1,9 metros; la altura máxima a la cruz es de hasta 1 metro.

El color de la capa de pelo es usualmente café oscuro hasta negro, siendo la parte inferior de los costados de un tono ligeramente más claro del color básico, pudiendo ser la línea de la espalda o la cresta de tono más oscuro. El jabalí europeo puede generar ejemplares de color blanco, el cual es un gen recesivo.

La capa de pelo se compone de una fina capa interior con una capa exterior de cerdas gruesas y rígidas, particularmente presentes y conspicuas en el lomo. La punta de dichas cerdas es de tonos claros de amarillo o blanca. Esta capa de pelo se engruesa frente a la ocurrencia de inviernos fríos.

El jabalí europeo puro no presenta manchas o cinturones de diferentes colores, pero puede tener manchas negras en la capa fina de pelo interior. Los jabalíes jóvenes (jabatos) presentan coberturas más claras de color café amarillento con rayas más oscuras a lo largo del lomo que son características. Los jabalíes poseen largos hocicos y los machos tienen colmillos que usan como armas de defensa y ataque. El jabalí es un animal oportunista y omnívoro en su alimentación cuando se encuentra en estado salvaje. El largo del hocico es usado por algunos investigadores como un criterio para determinar la pureza del jabalí europeo. El hocico debería medir 23 cm. desde la punta de la nariz hasta el lado interior del ojo. El jabalí posee orejas erectas.

Explosión demográfica

No es exagerado calificar de explosión el fenómeno en torno al crecimiento poblacional del jabalí, o al menos no lo es si miramos el dato que se recoge en un informe titulado La explosión demográfica del jabalí en Europa, y que fue presentado en 2013 por la European Landowner Organisation (ELO) en el Parlamento Europeo: en las dos últimas décadas el jabalí ha aumentado su población a nivel europeo entre un 250 y un 400 por ciento.

Más recientemente, un estudio publicado en la edición de abril de 2015 de la revista Pest Management Science por un grupo de expertos de diferentes países lanza la voz de alerta. La expansión demográfica y geográfica del jabalí adquiere una dimensión global. En las últimas décadas ha recolonizado Suecia, Finlandia, Estonia y recientemente se ha detectado en Noruega. Cada vez se deja ver en latitudes más nórdicas. Dinamarca e Inglaterra, en donde se habían extinguido hace siglos, viven de pleno la recolonización. El calentamiento global favorece su expansión hacia el norte de Europa y los ambientes alpinos.

En las dos últimas décadas se reduce el número de cazadores mientras que aumenta el número de jabalíes cazados, de lo que deducen los expertos que está aumentando el número de jabalíes.

Esta auténtica explosión demográfica tiene múltiples causas, y en ellas influyen los cambios de suelo, la propia biología del animal, la acción humana, y el ya citado cambio climático. Esto se ha hecho especialmente patente desde la década de 1970, cuando la temperatura media no ha hecho otra cosa sino incrementar.

Entre las primeras, el estudio de la ELO señala la modificación del hábitat forestal —el avance de las masas boscosas como resultado del abandono de prácticas agrícolas y ganaderas de extensivo— ha hecho que el bosque se agrande y el jabalí campe a sus anchas. Otra causa es el factor humano. Por una parte, los animales se apoderan de las cosechas (no sólo en campos de maíz, sino de colza y otros cultivos) y, por otra, el ser humano favorece su sobrealimentación al darle facilidades para obtener comida en la periferia urbana (en contenedores de residuos o al serle entregada por ciudadanos). Incluso, es alimentado en zonas forestales, en un pretendido y fracasado intento de evitar que coman en los campos.

Proliferación alta

Otra causa es la propia biología de esta especie. Las hembras crían cada año y su pubertad la consiguen con menos de un año de edad (al cabo de poco más de seis meses), cuando ya pesan 30 kg. Su proliferación es muy alta, ya que promedian entre cuatro y seis crías (llamadas jabatos o rayones) por gestación, dependiendo de la comida que tengan. Cuanta más comida tenga, más engorda la hembra, y mayor es la tasa de natalidad.

Es muy interesante a estos niveles el trabajo realizado por los expertos catalanes Carme Rosell, Fernan Navàs y Sergi Romero, titulado Reproducción del jabalí en hábitats de cultivos y humedales costeros: implicaciones sobre la gestión, en el que llegaron a la conclusión de que «se aprecia una correlación positiva entre el aumento del tamaño de la camada y la latitud. La explicación más probable para la alta productividad de la población en la zona de estudio es la gran disponibilidad de alimento a lo largo de todo el año y, especialmente, el elevado consumo de plantas cultivadas, particularmente maíz y girasol. Estos resultados sugieren que la colonización de zonas agrícolas y humedales contribuye al aumento de densidad de población del jabalí y las estrategias de control deberían considerar tanto la reducción del número de hembras adultas como la aplicación de medidas para reducir la disponibilidad de recursos tróficos accesibles para el jabalí».

Tres cuartas partes de los jabalíes no superan los dos años, aunque pueden llegar a vivir entre 10 y 11 años en libertad

Tres cuartas partes de los jabalíes no superan los dos años, aunque pueden llegar a vivir entre 10 y 11 años en libertad. Si no hubiera caza, lógicamente la población de estos animales se duplicaría cada año, pues no tienen depredadores naturales. Únicamente los lobos se atreven con las crías y con los enfermos cuando están desahuciados y solos. Los lobos prefieren otras presas a enfrentarse con esos grupos matriarcales donde una hembra vigila por turnos, otra es la dominante y se juntan cuatro o cinco más con unas crías que muerden y no sueltan.

Cada año se ha calculado que se cazan en Europa tres millones de jabalíes. En España, según relata José Luis Garrido en el artículo El jabalí es un problema grave en muchos territorios, publicado en Club de Caza, «entre cazadores jabalineros hay una regla nemotécnica por la que se estima que de los jabalíes que hay en el monte sacamos un tercio y de éstos abatimos un tercio. Si fuera un dato científico, que no lo es, multiplicando por nueve las capturas tendríamos una estimación poblacional entre 2.300.000 y 2.400.000 jabalíes en España, a tenor de las estimaciones de capturas de la última temporada referenciada (2012-2013) que son aproximadamente 263.914 jabalíes declarados como cazados en España por los titulares de cotos y reflejados en las estadísticas con los datos que nos han entregado los Servicios afectos de cada comunidad autónoma. Las capturas se han incrementado esta última temporada 8’43 veces sobre las estimadas por el Anuario de Estadísticas Agrarias (AEA) en 1980».

Seis comunidades capturan casi el 80% de los jabalíes y la población jabalinera de esas seis comunidades representará, aproximadamente, también ese porcentaje de la población total española. Las capturas por comunidades están encabezadas por Andalucía (16’1% de las capturas), seguida muy de cerca por Castilla-La Mancha (16%), Cataluña (13’4%), Aragón (13’3%), Castilla y León (9’5%) y Comunidad Valenciana (9’3%).

Accidentes y daños

Sin duda, la preocupación social por la expansión demográfica de los jabalíes ha aumentado en los últimos años, por el incremento anual el número de atropellos y los costes tanto socioeconómicos como biológicos derivados de ellos. Concretamente, desde el Departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad Complutense de Madrid, a través de los profesores y expertos Antonio Sáenz de Santa María Muniategui y José Luis Telleria se han realizado una serie de estudios con el fin de evaluar el problema que ocasionan los jabalíes, aunque también otros animales salvajes. Y las conclusiones son que de los más de 125.000 accidentes de tráfico registrados en el Estado Español anualmente, casi 11.000 —es decir, algo más del 8’5%— son ocasionados por atropellos de fauna silvestre. Esto supuso un coste de 105 millones de euros al año.

La cifra engloba los costes relativos a víctimas, como el gasto de ambulancias, hospitalización, pérdida productiva o adaptaciones de viviendas. También los costes materiales, con daños de vehículos, pavimentos, gastos de policía y bomberos, y los costes de valor social calculados para cada animal muerto.

El jabalí, con un 47%, y el corzo, con un 32%, son con diferencia las especies responsables del mayor número de casos en el Estado Español durante el período 2006-2012.

«Hay otras partidas, como la pérdida de la diversidad genética o el cariño de los seres queridos, cuando hay víctimas humanas, que no nos es posible calcular», puntualiza Antonio Sáenz de Santa María Muniategui, investigador del departamento de Zoología y Antropología Física de la UCM y autor principal del estudio, publicado en European Journal of Wildlife Research.

Otra de las conclusiones más importantes del estudio es que el jabalí, con un 47%, seguido del corzo, con un 32%, son con diferencia las especies responsables del mayor número de casos de accidentes de tráfico provocados por animales silvestres en España durante el período 2006-2012 en que se la realizado el citado estudio.

También es digno de reseñar que el riesgo de sufrir un accidente de este tipo, donde los accidentes provocados por jabalíes y corzos representan el 70% del total, aumenta en las provincias del norte. En Soria, del total de siniestros anuales, el 51% se corresponde a atropellos de animales, y en Burgos la cifra alcanza el 41%, seguida de Palencia, con un 36% de los casos y Zamora, con un 35%.

«Los desplazamientos por carreteras estrechas de estas regiones montañosas, arboladas, despobladas, al atardecer o al amanecer, incrementan el riesgo de accidente de tráfico entre un 30% y un 50% respecto a provincias llanas, pobladas y despejadas», compara el profesor Sáenz de Santa María.

Prioridad: reducir el número de jabalíes

Expertos, gestores de fauna, cazadores, agricultores, propietarios de fincas, etc., coinciden en la necesidad de reducir el número de jabalíes en los distintos países de Europa, y para ello, entre otras medidas, se debe incrementar los períodos de caza de la especie.

Además, se plantea otras medidas como llevar a cabo una mejor gestión del espacio a través de garantizar tranquilidad a los guarros en áreas de bosque (o como se diría, «paz en el bosque, fuego en los campos»), impulsar una mayor colaboración entre cazadores y agricultores, y concienciar a este último colectivo para evitar sembrar productos como maíz o colza cerca de los bordes de zonas de monte o bosque.

No obstante, además de la caza, algunos expertos plantean la necesidad de desarrollar otras estrategias para reducir las densidades de jabalíes. Así, un estudio de revisión firmado por Kindberg y colaboradores, cuyo resumen se ha publicado en Ciencia y Caza en octubre de 2015, y que recopiló datos sobre las tendencias poblacionales de jabalí y el número de cazadores en 18 países de Europa: Alemania, Austria, Bélgica, Croacia, Eslovenia, España, Francia, Hungría, Italia, Letonia, Luxemburgo, Polonia, Portugal, República Checa, Rusia, Serbia, Suecia y Suiza, ha llegado a la conclusión de que se necesitan con urgencia nuevos enfoques interdisciplinarios para mitigar los conflictos entre jabalíes y el ser humano.

En el citado estudio, sus autores identificaron tres períodos en cuanto a las tendencias poblacionales de jabalí; incremento de las poblaciones durante las décadas de los 60 y 70, estabilización durante los años 80 e incremento significativo desde los años 80 en adelante.

Desde los años 90, el número de cazadores ha disminuido en un 18% en los países estudiados, mientras que las capturas de jabalí se han incrementado un 150%

El número de cazadores se mantuvo en general constante en Europa, pero registrándose una tendencia negativa en algunos países (como en España). Desde los años 90, el número de cazadores ha disminuido en un 18% en los países estudiados, mientras que las capturas de jabalí se han incrementado un 150%.

Tras realizar varios modelos estadísticos, los autores concluyeron que la caza no es suficiente para contrarrestar la superpoblación de jabalí, apuntándose que ciertos factores, como los inviernos más suaves, la reforestación e intensificación agrícola y los comederos están favoreciendo esta explosión de jabalíes.

En conclusión, además de la caza, se necesitan desarrollar otras estrategias para reducir las densidades del jabalí.

También conviene citar la polémica que se ha creado en Cataluña, donde asociaciones de payeses piden «soluciones efectivas» a la superpoblación de jabalíes que dañan sus cultivos, y hay quienes reivindican la figura del cazador profesional o privado, que está presente, por ejemplo, en Estados Unidos para reducir la especie. Sin embargo, desde la Federación Catalana de Caza se piensa que por ahora los cazadores que hay en activo son suficientes para mantener a raya la población de ungulados. En Cataluña se estima que viven entre 100.000 y 120.000 jabalíes, lo que significa que su población se ha quintuplicado en los últimos 25 años. En el último año se han encontrado jabalíes campando a sus anchas en plena Costa Brava o el asfalto de Barcelona.

La presencia del jabalí en la periferia urbana o en los mismos núcleos urbanos en una realidad, hoy en día, lo que indica la gran capacidad de adaptación de la especie, que le permite, por una parte, perpetuar su imagen mítica de animal de bosque salvaje, astuto y huidizo y, también, ofrecerse como un ser que va camino de ser una mascota casi domesticada que corre de la mano del ser humano en las zonas urbanas.

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