10 calibres para la nueva temporada

Iniciar la temporada también significa que repitamos un conjunto de actividades relacionadas con la preparación de las jornadas de caza. Con independencia de modalidades, especies, categorías y lugares donde se cace, hay una parte de los preámbulos muy importante: la elección de la cartuchería.


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Más que a directrices para elegir un calibre, dirigiremos nuestra atención a escoger entre lo más frecuente en nuestro país (salvo en un caso que lleva camino de arraigar también), con el fin de encauzar nuestra elección entre la cartuchería que se ofrece para los calibres que ya tenemos, además de mostrar criterios que nos permitirán orientarnos para escoger nuevo material en la forma de un rifle o escopeta adicional, pero de otro calibre. Debemos recordar que no sólo tendremos que considerar el tipo de piezas a las que vamos a tirar, sino las condiciones en las que va a hacerse: ésa es la ventaja de la variedad de cartuchos y cargas disponibles.

El .300 win. Mag. Tiene todo el alcance que la mayor parte de los tiradores son capaces de utilizar con confianza y eficacia

En términos generales, y con respecto a características fundamentales de energía, alcance práctico, variedad de cargas, disponibilidad de armas y una razonable comodidad de empleo, podemos decir que todos los cartuchos que comentamos resultan válidos para nuestras especies y condiciones cinegéticas: cualquiera de los seis de rifle cumple bien en gran parte de las situaciones comunes en nuestra caza mayor, y los cuatro de escopeta resuelven aceptablemente cualquier situación de caza menor. Las diferencias, y las ventajas, son según usos, gustos, costumbres y condiciones de cada cazador.

Un peso ligero con buena pegada y mucho alcance: el .243 Winchester


Nuestros protagonistas para caza mayor (de izqda. a dcha.): .243 Win. (RWS KS 95 g); .270 WSM (Winchester Accubond 140); .30-06 (Sako SuperHammerhead 180); .300 Win. Mag. (Norma PSP 180); 9,3x74R (Norma PP 286) y .444 Mar. (Remington 240 Core Lokt SJHP).

Bien conocido entre los que recechan, el .243 Winchester en realidad tiene una capacidad de aplicación mucho mayor, razón por la que es uno de esos calibres que los fabricantes de cartuchos y rifles de todo tipo ofrecen en todo el mundo.

Este popularizador del calibre 6 mm apareció en 1952 como transformación del .308 Winchester, al que se hizo poco más que estrechar el gollete para engarzar las balas (recordemos que ese nombre sólo se aplica a los proyectiles, no a los cartuchos de rifle completos) de calibre 0,243 de pulgada (6,17 mm) que emplean los cañones con ánima calibre 6 mm.

Hablamos de un cartucho con bala de pequeño diámetro y con vaina compacta (51 mm de largo), pero bastante potente (260-290 kilográmetros de energía, alrededor del doble que el .222 Rem, algunos 44 Mag., etc.) y de notables cualidades balísticas. Aunque supera ligeramente los 1.000 m/s con balas de 80 grains (5,2 gramos), su velocidad inicial es de unos 900 (cargas americanas suaves) a 950 m/s (cargas europeas de Norma, RWS, o americanas fuertes Light Magnum / High Energy, con cañones de 60 cm) con las balas pesadas de 95 a 100 grains (6,16 a 6,48 g), que en realidad son las que consideramos más adecuadas para nuestro país —aunque en diferentes tipos, según las piezas y condiciones de uso: una de expansión rápida y buena forma para rececho (Ballistic Tip o Winchester Ballistic Silvertip, etc.) o para montería con núcleo soldado (Norma Oryx, Speer Nitrex Grand Slam, Remington Core Lokt Ultra Bonded) que cumplen perfectamente en ciervo y jabalí—. Un detalle de interés es que los rifles de este calibre tienden a ser melindrosos con la cartuchería, y no siempre tiran bien con todo —algo que puede que destaque porque a este calibre solemos exigirle más en precisión—.


Una muestra de lo que es fácil encontrar en España en calibres de escopeta: 12/76 Magnum (Rottweil Magnum 52 g), 12/70 (UEE Río 50 24 g), 20/70 (JG 30 g) y 20/67 (Win. 28 g).

Pese a que no tiene un aspecto muy impresionante, sus características sí lo son: une a su elevada velocidad inicial unas balas con buena balística que le confieren, no sólo una trayectoria muy tensa, sino que además es poco sensible al viento cruzado, así que permite efectuar tiros sin preocuparse por nada más que centrar perfectamente las miras en el blanco: la trayectoria se desvía muy poco en vertical (con un buen centrado de miras, menos de 10 cm hasta 250 m) y muy poco hacia los lados en caso de viento transversal (menos de 15 cm con vientos de 4 m/s hasta esas distancias). Y concentrarse en la puntería es algo que el retroceso moderado de este calibre (alrededor de dos tercios de un 30-06 en rifles de igual peso), hace mucho más fácil. Las piezas de caza están de enhorabuena porque el .243 no se emplee más: de lo contrario, el número de reses abatidas aumentaría apreciablemente.

Conclusión: altamente eficaz por su balística aprovechable para cualquier tirador, y la solución ideal para quien tenga problemas físicos (lesiones de hombro o cervicales, etc.) o de falta de adaptación al retroceso —sobre todo en un semiautomático con freno de boca—. Es también uno de los calibres más adecuados para rececho con rifles muy ligeros.

Un nuevo clásico de rececho y montería: .270 Winchester Shortmagnum

Dentro del marco de este artículo, el .270 W.S.M. resulta excepcional, como mínimo, por dos razones: es un cartucho muy reciente y, por tanto, aún no demasiado implantado en España y, además, lo mostramos en lugar de otro —el .270 Winchester, con el que comparte origen, balas y parte del nombre— que sí lo está desde hace tiempo.


El calibre 20 está muy cerca del 12 en muchos aspectos. En la versión Magnum para recámara de 76 mm (izqda.) lleva 36 g de perdigones, carga sobrada para casi todas las situaciones, mientras que el normal 20/70 se carga hasta 32 g —una cantidad igualmente respetable—.

Pese a ello, y aunque hayan pasado sólo cuatro años desde que Winchester hiciera la presentación de este nuevo cartucho que rivaliza con el clásico .270, el nuevo ha sido uno de los pilares sobre los que se ha asentado el éxito de la familia de estos Magnum Cortos de Winchester, que aún sigue presentando otros miembros como el reciente .325 Winchester Short Magnum.

Entre las características técnicas de este nuevo clásico sobresale el que, a pesar de que es más de un centímetro (1,15 mm) más corto de vaina y longitud total que su predecesor, en cualidades no se queda corto en absoluto: con relación al antiguo .270 (vaina de 64,5 mm en vez de los 53,3 mm de este W.S.M) es mucho más rápido (alrededor de 50 a 100 m/s), y con energías de 420 a 450 kgm —todo ello sin cañones de más de 60 cm—. Esto significa que el nuevo cartucho no rivaliza con el viejo .270, al que hemos visto que supera ampliamente, sino con otros dos Magnum célebres: el .270 Weatherby Mag. y el 7mm Rem. Mag., a los que llega a sobrepasar en datos de fábrica, aunque no los alcanza totalmente en balística. En cambio tiene otras cualidades que ofrecen ventajas como para que sólo cuatro años después de su aparición, el .270 W.S.M. se encuentre ya —y además de Winchester— entre los que ofrecen los principales fabricantes, como Remington, Norma, RWS, Federal, etcétera.


Para el calibre 12 hay más variedad de cargas, clases de vainas y materiales, tamaños de perdigón, etc., de los que existen para los demás calibres. En este caso vemos un Rottweil Fasan, un clásico con taco de fieltro de tipo ecológico favorable al entorno, pero menos conveniente con el plomeo.

Hablamos de un cartucho tan potente, rápido y eficaz como para que el tiro no requiera correcciones hasta 250 m, y prácticamente se pueda uno olvidar de ellas hasta 300 m (alrededor de 20 cm de desvío por caída o con viento de 4 m/s, que es menos que las oscilaciones normales de puntería de un tirador a esas distancias) en condiciones normales de caza. Una de sus ventajas es que muchas balas de caza de este calibre tienen una magnífica balística exterior y buena capacidad de penetración. La elección del proyectil para nuestras especies y modalidades, en este caso debe orientarse a que sea capaz de resistir bien los impactos de alta velocidad a corta distancia, algo que pasa a ser realmente importante sólo en montería, en cuyo caso es aconsejable una bala de núcleo soldado. Una magnífica solución polivalente (como el propio cartucho) es la Winchester Accubond Nosler de 140 grains (9,07 g). Para resumir: mucho de todo en envase pequeño, e ideal para rifles cortos de rececho —y ligeros, como el nuevo Browning A-Bolt de Titanio—, aunque es un arma que requiere entrenamiento para dominarla bien. Inconvenientes: el nuevo .270 ha ganado en casi todo, pero ha perdido una de las cualidades del .270 anterior, pues ahora ya no es un rifle de retroceso suave, sino que está más bien en los niveles de un 7 mm Mag. o un 30-06; además, su vaina gruesa reduce la capacidad de los cargadores.

Siempre con una respuesta y nunca sin soluciones: el 30-06


Prueba del éxito del nuevo .270 W.S.M es que a sólo tres años de su aparición se encuentra ya en varias cargas en el programa de producción de varios fabricantes, como RWS. ésta es la que monta el proyectil KS.

Es uno de los más vendidos aquí. Representa un nivel medio-alto en casi todos los apartados y supera prácticamente a cualquier otro si nos referimos a la adaptabilidad, flexibilidad y comodidad de empleo. Es posible encontrar cartuchos que sobrepasen al 30-06 y es dudoso que se pueda buscar uno con más variedad en cargas, pesos y tipos de proyectil, niveles de energía, y ajustes a las necesidades más variadas en cuanto a especies y condiciones de caza, entrenamiento o competición. Sólo con amplios conocimientos de recarga y de cartuchería se puede llegar a acercarse —pero no a superarlo— con otros calibres polivalentes.

Las razones: además de que tiene unas características dimensionales que le permiten un notable nivel de potencia y un excelente rendimiento en balística exterior, representa también el límite para que en muchos tiradores el retroceso no perjudique la puntería de modo ostensible. Estas cualidades y la variedad que muestra en tipos y pesos de proyectil (desde 55 a 220 grains), en diversidad de cargas (desde las potentes Light Magnum o High Energy, hasta las Reduced Recoil de Remington y LR de Federal con retroceso reducido), y en multiplicidad de armas (rifles de todos los sistemas, tipos, y precios, e incluso armas combinadas Drilling, etc.), hacen de este calibre un favorito difícil de superar e imposible de desplazar. En cuanto a su potencial, tiene energía de sobra (390-440 kgm) para cualquier pieza de caza española, y adecuada para la caza media/grande no peligrosa de cualquier otro país. En balística exterior es un cartucho con magnificas balas (no hay otro con más variedad) y buena velocidad (780-900 m/s en las cargas de pesos medios-altos), que en cargas especiales fuertes para largo alcance no exige al tirador complicaciones hasta unos 250 metros.

El 12/76 es la solución del perdigón de hierro para tirar anátidas y acuáticas grandes que no estén muy cerca

Respecto a las cargas recomendadas, hay tantas y tan buenas que no es fácil dar una respuesta. En plan novedoso destacan la RWS EVO, con núcleo soldado, así como las Bionic Yellow, interesantes para nuestro país. De todos modos, la velocidad relativamente moderada hace que sea menos exigente con las balas, y se pueden utilizar muchas que dan buen resultado sin que exija grandes sofisticaciones. Orientación: 150 grains (e incluso 130 para corzo, etc., aunque rompe mucho la piezas) para rececho —o para uso general si es de núcleo soldado y vuela bien—. Para montería, 180 de buena expansión (blanda —estilo Ballistic Tip— o con bastante plomo expuesto).

Valoración sumaria: para todo y para todos. Los hay más ligeros o más potentes o más suaves o con más alcance, pero no más completos. Inconveniente: de que en ningún caso logremos lo máximo en cualquier apartado.

Exuberancia y popularidad: el .300 Winchester Magnum

Otro de los más populares en España es el .300 Win. Mag. Desde el punto de vista práctico, es un 30-06 aumentado en potencia y velocidad, de modo que supera en balística a cartuchos de tiros largos como el .243 y el .270 Win. —al normal y al nuevo Magnum—. Aunque en la mayor parte de las cargas (especialmente de origen americano) ha perdido la exuberancia de sus primeros años, sigue siendo muy rápido y potente. Además los fabricantes importantes lo ofrecen tanto en rifles (de todo tipo) como en cartuchería, en pesos que van de 150 a 220 grains, y con una variedad de cargas que va de las de bajo retroceso a las de alta energía.


La vaina de calibre 20 queda escasa si se quieren tirar cargas grandes de perdigón de acero. Como se ve, hasta el 12 Magnum tiene que renunciar al amortiguador en el taco para acomodar el gran volumen que desplazan las cargas muy pesadas de perdigón ecológico de hierro.

Exprimiendo el concepto hasta su mínima forma, puede decirse que el .300 Win. Mag. es —al menos desde el punto de vista balístico— un 30-06 aumentado en velocidad un 10 a 15 %, y del 20 al 25 % en energía. Así pasa a niveles realmente elevados (820 a 1.000 m/s, y 480 a 520 kgm para las balas de 220 a 150 grains), con unos 50 a 100 m más de alcance práctico, con lo que hay cargas y ajustes de miras (una 150 con Cb. 0,41 ajustada a 280 m, por ejemplo) que permiten tirar dentro de una horquilla de unos 10 cm hasta 330 m de distancia sin que nos preocupemos de corregir el tiro en altura, y muy poco en viento (unos 15 cm con viento de 4 m/s).

Es un calibre que tiene todo el alcance que la mayor parte de los tiradores son capaces de utilizar con confianza y eficacia, y que convierte el disparo ante todo en un problema de puntería y capacidad para vencer la emoción del lance. Para acrecentar las prestaciones en tan importante medida, el .300 Win. Mag. usa una vaina más grande de lo normal, de 66 mm de largo y con un refuerzo en la parte inferior típico de los cartuchos magnum de la generación anterior. Aunque es compatible con los mecanismos normales pensados para el 30-06, requiere transformaciones a causa de mayor diámetro, que resta además capacidad de cargador.

Pero esta abundancia tiene sus contrapartidas: a igual peso de arma y proyectil, el retroceso del .300 Win. Mag. es alrededor de un 20 % mayor que un 30-06, ya hemos comentado que este último está lejos de resultar irrelevante en algunas cargas y armas. Esto no significa que el .300 Win. Mag. resulte insoportable o insuperable (de hecho, hay tiradoras que como no prejuzgan, lo encuentran brusco, pero tiran perfectamente con él), pero requiere aceptar su carácter.


La cartuchería de calibre 12 está tan desarrollada que realmente casi todo lo demás ha quedado sumido dentro de este clásico para la menor.

Además, cuando nos acostumbramos a sus reacciones, aún podemos sufrir las consecuencias del brusco retroceso que produce: en caso de tiros con el rifle muy inclinado hacia arriba es más común que la campana del ocular del visor nos golpee en la ceja o la frente, cosa que a veces sucede por no encarar bien el rifle o por relajar mucho la posición al encontrarse cómodo tirando al blanco.

En resumen, balísticamente magnífico y con un potencial de flexibilidad tan grande al menos como el del 30-06, pero también con más de lo menos bueno: retroceso, reducción de capacidad y, además, un arma algo más grande y generalmente más pesada y costosa —igual que la cartuchería—.

Mucho más que un peso pesado: el 9,3x74r

El .243 uno de los más adecuados para receho con rifles muy ligeros

El único representante europeo de nuestra relación es también un viejo conocido que ha ido aumentando el grupo de seguidores con los años. Igual que ocurre con los demás cartuchos que citamos aquí, se trata de un tipo representativo de una categoría: en este caso de la cartuchería pensada específicamente para armas basculantes, cuyas características mecánicas y estructurales hacen que resulte más que conveniente el poner a punto diseños especiales adaptados a esos mecanismos.

Con este fin apareció el 9,3x74R a principios del siglo XX, tomando forma como la versión más larga, cónica y con reborde del cartucho 9,3x62 (que hoy es más potente). La aplicación del cartucho estaba quizá dirigida preferentemente a la caza en las colonias más que en Europa, donde no obstante pronto consiguió renombre como calibre potente de empleo mixto colonial-metropolitano.


Aunque el calibre sea el más extendido, lo cierto es que el 20 se encuentra también en casi todas las armas más finas , como las Krieghoff, que hace poco amplió su gama con la versión calibre 20 de la K80, a la que ha llamado K20.

Esa situación se mantiene hoy en buena medida, aunque hace ya bastante tiempo que es ante todo un clásico para la batida de ciervo y jabalí, una aplicación en la que en nuestro país ha desplazado prácticamente a todos los calibres más pequeños (7 y 8 mm) que sí tienen difusión y aceptación en el resto de Europa.

No faltan razones para que se haya difundido tanto y tan rápido en España, pues el 9,3x74R combina una bala de calibre grueso y apreciable peso (entre 14,6 y 19 g), una velocidad moderada (680 a 800 m/s) y una abundante energía (450 a 490 kgm). ésta es una buena receta para conseguir buenos efectos en la caza, incluso en condiciones complicadas, ya que la bala cuenta con una sección considerable y una masa que asegura buena penetración, y no está sometida a cargas tan fuertes como en cartuchos muy rápidos. Estos factores que contribuyen a que resulte más uniforme, sin que eso signifique que siempre produce efectos satisfactorios, que dependen de la energía transmitida y, sobre todo, de la bala, la pieza y las condiciones de tiro.


También el 9,3x74R va a empezar a cargarse con el nuevo proyectil ecológico sin plomo Bionic Yellow, pensado para expansión rápida y adaptado, por tanto, para usar en nuestros montes.

Por otra parte, y aunque se considera un calibre exclusivamente de batida, la balística del 9,3x74R no es despreciable para tiros a distancias medias: se puede tirar con él hasta 200 metros de distancia sin que haya que preocuparse de las correcciones, en especial con los proyectiles ligeros (RWS 14,6 DK, Norma Vulkan 15 gramos, etc., que son más indicados para nuestras manchas y montes) y si las miras están adecuadamente centradas.

El 30-06 tiene energía de sobra para cualquier pieza de caza española

En realidad, ese alcance muchas veces se queda en teoría, pues aparte de que las condiciones de caza y la mentalidad de empleo hacen que raramente se saque partido a ese potencial, existe igualmente el inconveniente de que los rifles dobles sólo suelen tirar bien con la carga con la que han sido ajustados y, además de eso, los rifles dobles no son —por diversas razones— exactamente armas de precisión para tiros lejanos. Esto hace necesario el que probemos en campo de tiro y varias distancias nuestro rifle antes de salir a montear con cartuchos de tipo diferente al que el rifle venga ajustado de fábrica, o con la que ya sepamos que tira bien.

Así que, por resumir, puede decirse que el 9,3x74R es un cartucho excelente para la caza en batida, pero con potencial sobrado para muchas otras situaciones, siempre que el arma lo permita. En el pasivo hay que apuntar que su retroceso no tiene nada de suave: con rifles que pesen lo mismo, es prácticamente idéntico al de las cargas más pesadas y bruscas del .300 Winchester Magnum.

Grueso calibre, pero no lento: el .444 Marlin

La cartuchería con bala de gran diámetro generalmente suele ser o bien procedente de los tiempos de la pólvora negra o bien cartuchos de gran potencia para caza peligrosa. Hay, no obstante, algunas excepciones como el .444 Marlin, que apareció un año después que el .300 Winchester Magnum, y que se pensó para caza de piezas grandes a cortas distancias, zonas boscosas, etc. Como vemos, en su aplicación no está muy lejos del 9,3x74R, así que pronto se empezó a darle uso para la caza en montería en nuestro país y en batida en el resto de Europa, particularmente en Francia.


La bala Evolution es precisamente eso respecto a otras HMK: el núcleo doble se ha sustituido por uno soldado, y se ha presentado para el 30-06 una de 11,9 g, además de otra para el 9,3x74R.

Este calibre usa una receta de indudable eficacia para abatir reses: una bala de gran diámetro (es un 11 mm de calibre) y peso apreciable (de 15,6 a 17,2 g, que en realidad es poca cosa para ser una .444), disparada a buena velocidad (entre 650 y 710 m/s), que se refleja en un potencial verdaderamente importante (entre 360 y 440 kgm). Además, a menudo viene cargado con proyectiles de pistola, muy blandos y muy rápidos de expansión que los hace excelentes (quizá insuperables) para tiros laterales que no encuentren mucho plano óseo, pero no tanto para el caso de impactos a muy corta distancia con partes óseas fuertes, o el escudo (el cuero frontal) de un jabalí con muchos años rompiendo monte.

Una satisfactoria velocidad inicial no siempre significa que tengamos un rifle para tirar lejos, y el .444 Marlin constituye un ejemplo claro. Aparte de que hubo indudable optimismo en los datos ofrecidos sobre este cartucho en las tablas balísticas, la bala no está pensada para largos vuelos. La recién aparecida Hornady LeverEvolution —que lleva soluciones que ya propugnamos al hablar del 30-30 Win. — tiene una punta sintética que permite mantener las velocidades hasta distancias un 20 % mayores, de modo que con ajustes normales pueden efectuarse tiros sin correcciones hasta 180 metros —si no sopla viento—. La realidad es que la balística del .444 sobresale por su eficacia transmitiendo energía, y esa magnitud empieza a perder su exuberancia en este cartucho también a partir de 150 metros.

Así que, por concluir, podemos decir que el .444 es un excelente cartucho para batida, con tanto potencial como un 9,3x74R, o (al menos en las cargas Hornady LM de 265 grains) los magnum que citamos aquí, y probablemente no menos eficaz a cortas distancias. La contrapartida está en las poco favorables condiciones balísticas de sus proyectiles, en la fragilidad que pueden mostrar a veces y, sobre todo, que su nivel de retroceso (como siempre, suponiendo rifles del mismo peso) es ligeramente mayor que en las cargas más pegadoras de 9,3x74R o .300 Winchester Magnum.

A la menor:20/70 y 20/76 Magnum

La realidad es que la balística del .444 sobresale por su eficacia transmitiendo energía, y esa magnitud empieza a perder su exuberancia en este cartucho también a partir de 150 metros

Dentro de la cartuchería de escopeta, el calibre 20 se ha visto a menudo como un arma elegante, más ligera y fina que las escopetas del 12, pero con una buena eficacia cinegética. La realidad es que la evolución de la cartuchería ha ido desdibujando fronteras y diferencias, hasta hacer que haya amplias zonas de coincidencia en donde antes se marcaban distancias importantes.

El calibre de a 20 en libra (forma rigurosa de denominarlo), aunque tiene un ánima de 15,6 mm, contra los 18,4 mm del calibre de a 12, hace tiempo que es capaz de lanzar cargas de perdigones que nos parecen muy adecuadas para casi todas las condiciones de caza: de 24 a 32 gramos en el caso de la versión normal 20/70, con recámara de 70 mm.

Casi todos los fabricantes ofrecen cargas para el 20/70 —e incluso también para el 20/67— aunque por experiencia no es un cartucho frecuente en todas las armerías, y que en muchas ocasiones hay que pedirlo de encargo. No obstante, hay una adecuada elección de números de perdigón (en algunos casos los hay con cargas que llevan una mezcla de dos números diferentes, como en varios tipos de Martignoni- Nobel Sport) entre el 6 y el 10, y es posible encontrar también con perdigones gruesos.


Las piezas de caza están de enhorabuena porque el .243 no se emplee más: de lo contrario, el número de reses abatidas aumentaría de forma apreciable.

En torno a este cartucho existen algunas creencias sin fundamento, como que a igualdad de chokes, carga y tipo de perdigón llega más lejos que el 12, y que el plomeo es más estrecho y más concentrado. Ninguna es cierta, pues las velocidades son muy parecidas, y las dispersiones también —e incluso se puede decir que dispersa algo más si el perdigón y el taco no son muy resistentes, pues tienen más superficie de contacto con el ánima—.

En cuanto a la diferencia en retroceso, e igualdad de los valores antedichos, es también casi inapreciable, pues algunos factores que podrían marcar pequeñas variaciones tienden a compensarse unos con otros, y dejan las cosas prácticamente empatadas. A este respecto, es interesante señalar que el retroceso de una carga normal de 24 gramos (ya sea del 12 ó del 20, y como siempre, suponiendo armas de igual peso) produce un impulso de retroceso prácticamente idéntico al de un 30-06 en cargas normales.

En cuanto al 20 Magnum con recámara de 3 pulgadas (76 mm) es realmente un cartucho de impresionante eficacia y flexibilidad, ya que su carga normal es de 36 gramos de perdigones —como los cartuchos potentes de 12— y raramente van a hacer falta más, salvo en aplicaciones especializadas en las que este calibre no es la solución más indicada.

Las ventajas generales del 20 son la manejabilidad, finura y estética de las armas, que también pueden construirse más ligeras y con perfecto equilibrio —aunque no todos los modelos se hacen en este calibre—, así como de una excelente eficacia balística. En los inconvenientes encontramos su menor variedad y disponibilidad de cartuchos, además de un plomeo no tan perfecto como se puede conseguir en los mejores del 12 y, sobre todo, para la caza de acuáticas, con perdigones grandes y poco densos, la vaina se queda escasa —salvo para situaciones de tiro en espera—.

Los clásicos polivalentes: 12/70 y 12/76 Magnum

La cartuchería de calibre 12 está tan desarrollada que realmente casi todo lo demás ha quedado sumido dentro de este clásico para la caza menor, que también puede con la mayor dentro de las distancias realmente eficaces que son propias de esta arma, y que son casi iguales con perdigón o con bala.


El éxito de la rápida difusión del 9,3x74R se basa en la combinación de una bala de calibre grueso y apreciable peso, una velocidad moderada y una abundante energía. © Valentín Guisande.

El calibre 12/70 se fabrica en todos los tipos, tamaños y combinaciones imaginables de perdigones (de distintos materiales, además), aparte de postas y balas diversas. Hay cargas disponibles desde 24 hasta 42 gramos, y en diferentes niveles de potencia: desde las subsónicas o de retroceso reducido, hasta las de alta velocidad con perdigón endurecido.

La selección de cargas depende de la aplicación y el entorno, pero no es fácil equivocarse con 34 gramos de número 7 (2,5 mm) y los 395 perdigones que lleva, siempre que empleemos un choke adecuado a las distancias de tiro, aunque ahora con un *** en la práctica se cumple bien en general.

Teniendo en cuenta la oferta de armas y cartuchos en calibre 12/70, más que hablar de ventajas e inconvenientes respecto a los demás, lo correcto es decir que son los otros los que deben hacer valer cualidades respecto a él, y quizá sólo el volumen de los cartuchos es un aspecto en el que no puede ofrecer algo mejor… salvo si lo comparamos con el 10/89. Con relación a este último, también tiene el 12 algo que ofrecer: la versión Magnum (por no hablar de la Super Magnum 12/89, que más bien hay que equiparar al 10), ahora muy frecuente, con recámara de 76 mm, representa un paso más para distancias extremas y, sobre todo, para grandes cargas para acuáticas o tiro a distancias largas.

El retroceso de una carga normal de 24 gramos (ya sea del 12 o del 20, en armas de igual peso) produce un impulso de retroceso idéntico casi al de un 30-06 en cargas normales

Si nos referimos a eso último, el 12 Magnum con 53 g de perdigones de 3 mm (el número 5 español) nos añade cerca de 15 m de alcance eficaz, y permite conectar bien a unos 50 a 55 m, ya que se mueven aún a más de 150 m/s a esas distancias, y contamos con unos 350 perdigones en el plomeo, aunque requiere un conjunto de armas y cartuchos que realmente den concentraciones de Extra-Full.

El 12/76 es, además, la solución adecuada para el perdigón de hierro para tirar anátidas y acuáticas grandes que no estén muy cerca, dado el tamaño de las cargas y el duro tratamiento a que someten a las escopetas. De este modo, podemos decir que este calibre —que casi es ya el corriente en las escopetas de caza de producción actual— es el verdadero de aplicación universal, ya que permite el uso de cartuchera de 12/70 sin ningún problema, siempre que mantengamos nuestra arma en un estado razonable de limpieza —pues de lo contrario pude haber aumentos de presión al volver a emplear al 12/76—.


El .270 Winchester Short Magnum es un arma que requiere entrenamiento para dominarla bien.

Entre los inconvenientes citemos que el plomeo con los cartuchos más cortos no es tan uniforme, y sobre todo que el retroceso de la 12/76 con cargas potentes es considerable y, aunque no es cómodo, resulta perfectamente soportable incluso en armas de poco peso, como la Verney Carron Plume que probamos recientemente.

Pero la realidad es que hablamos de un nivel prácticamente doble al de un 30-06 con cargas fuertes, o lo que es lo mismo, semejante al de un .416 Rigby, a igualdad de peso del arma… pero un rifle del .416 suele pesar bastante más que una escopeta del 12 Magnum.

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