Los otros calibres que no son del 12

Parece que ya nadie recuerda que hasta hace cuarenta años el calibre más usado en Europa era el 16, cuyo resultado es nuestros países es totalmente similar al del calibre 12, pero con escopetas más ligeras y de líneas más elegantes.


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Hay otros cartuchos que son tan buenos como el 12 y, para algunas cosas en particular, incluso los hay mejores. Entonces, ¿por qué no se les presta atención?

Hoy parece que no hay más escopetas que las de calibre 12. Y si no pregunten en una armería por una escopeta para conejos: le sacarán una del 12. Después, en otra, diga que quiere una para perdiz: le ofrecerán una diferente, pero del 12. Por último, trate de conseguir una escopeta para las codornices: ¡le recomendarán un calibre 12! Pero no es sólo que nos recomienden este calibre, es que en la encuesta que hice para cerciorarme de esto en ningún sitio ni siquiera me preguntaron si prefería otro calibre.

Parece que ya nadie recuerda que hasta hace cuarenta años el calibre más utilizado en Europa era el 16, cuyo resultado en nuestros países es totalmente similar al del 12, pero con escopetas más ligeras y de líneas más elegantes. O el calibre 24, que durante tiempo se consideró que era el ideal para aves al vuelo de los buenos tiradores por su poco retroceso, buena efectividad y facilidad para llevar.

Tal vez, lo que sucede es que los viejos armeros se retiraron sin transferir conocimientos a los nuevos, quienes se dejan llevar por el marketing. Un armero a la antigua usanza nos explicaría que para la perdiz se puede usar el 20 si uno es tirador bueno, y que el 16 con  25 ó 28 gramos tiene el equilibrio ideal entre efectividad y retroceso. También nos ofrecería un calibre 24 —o incluso un 28— para las codornices, ya que salen cerca, son pequeñas y, por tanto, necesitamos una escopeta ligera que sea fácil de dirigir, más que disponer de una potencia superflua.

Al tiempo nos diría que si uno va al monte tras los conejos con un perro bien adiestrado será muy raro que tenga que tirar a más de treinta metros.  Para una pieza endeble como el conejo y para una distancia de treinta metros..., lo mejor es el calibre 20.

Esta tendencia hacia el calibre 12 tiene su razón: nació en EE.UU. donde la «practicidad» de la que hacen gala les aconseja disponer de una escopeta que al principio, hace sesenta años, llamaban all around purpose y que ahora ya sólo denominan all around (esto es, antes era «para todo propósito» y ahora es, sencillamente, «para todo»). Sólo ellos son capaces de inventar el concepto, creérselo y luego venderlo. Y lo han hecho tan bien que se lo hemos comprado. Pero hemos dicho que tiene su explicación, y la hay: resulta que nosotros cazamos piezas pequeñas, pero ellos también lo hacen con enormes pavos y gansos que, además de ser grandes y por tanto difíciles de abatir, vuelan a gran altura lo cual significa tiros a gran distancia —para esta caza en particular, hace algunos años, se impuso y utilizó bastante el calibre 10 que con el tiempo cayó en desuso a fuerza de hombros morados—. Además, hay más tiradores de club que cazadores sólo de menor, ¡y todo lo hacen con la misma escopeta! (sic).


A pesar de lo que se diga, todos los cartuchos de escopeta son similares y sacan la misma balística.

Lo anterior indica que necesitan la escopeta que cargue más plomos (que es lo que han hecho) y eso es así por tres razones que vamos a exponer, aunque levanten ampollas. Aquí van:

1. Las escopetas desde el principio —incluyendo las de pólvora negra y las de cargar por la boca— y hasta hoy disparan a la misma presión.

2. Todas las escopetas de cualquier calibre sacan la misma velocidad de los perdigones.

3. El alcance de todos los calibres es el mismo —unos 70 m hasta dar con los plomos en el suelo si se dispara con el cañón horizontal—. La poca diferencia que puede haber está determinada sólo por los chokes y la altura del tirador que, cuanto más alto, más separa los cañones del suelo.


Un cartucho del 12 comparado con su similar del 16. La misma balística y efectividad con menor retroceso.

Ahora bien, si todos los cartuchos desde el 36 (mal llamado 12 milímetros) hasta el más grande (que no es el 12 ni el 10) sacan los perdigones a 450 m/s, más o menos —las diferencias van en las cargas, no en los calibres—, esto debería significar que la misma perdiz con un plomo de sexta debería caer a 40 m sin importarle si el cazador usa una 28 o una 12. ¿No es cierto? Pues sí, lo hace y con la misma efectividad. Y para el que no crea, le voy a contar algo: tengo un video documental, distribuido por una casa comercial americana, que trata sobre la caza del pavo silvestre americano en el monte. En primer lugar, hay que decir que aunque es un ave no es caza menor: es mayor, este pavo resulta más arisco que un jabalí. El cazador va camuflado hasta en la escopeta y  utiliza un reclamo. Cuando la cámara se aleja un poco, el cazador se vuelve invisible, y cuando el pavo entra al engaño le sacude una andanada de munición gruesa con una .410 y lo revienta (recordemos que el .410 es un 36 alargado para que entre más munición ¡otra vez la inventiva del norte!). Entonces, si un perdigón del mismo diámetro se comporta igual sin importar de qué calibre es el cartucho que lo dispara, ¿cuál es el motivo de usar uno más grande y cargar más plomos? Respuesta fácil: el calibre pequeño carga menos y, por tanto, se dispersa enseguida. En cuanto el tiro se abre ninguno da en la pieza, pero, en cambio, si el cartucho es grande, la patota de plomos es tan grande que, aún más lejos, todavía son muchos los que pujan por el ave. O el lepórido.

Para una pieza como el conejo y a una distancia de unos 30 metros, lo mejor es el calibre 20.

Así es que no estaría de más considerar el cambiar a otros calibres para algunas cacerías. Personalmente he bajado más perdices con la 16 que me dejó mi padre que con la 12 de grabados que me vendieron. Para los interesados propongo a continuación una guía calibres.

Calibre cero, uno y dos

Son los más grandes que se han hecho. El cero carga medio kilo de plomos y el pequeño calibre 2 hace volar un cuarto de kilo. Pero las armas que los disparan no eran de hombro, ya que los primeros de éstos que se utilizaron se rompían. Entonces las ataron a la proa de un bote sobre un soporte giratorio y con la culata las dirigían hacia los patos que caían a decenas cada vez.


El 36 y el 410 comparten diámetro, pero son distintos.

Calibre 4

Aunque hoy nos resulte desconocido fue el nominal de muchas escopetas que hicieron la campaña de áfrica. Se recomendaba especialmente para tirar a través de la maleza o a distancias increíbles sobre aves veloces. El tiro desde el hombro comienza a ser soportable con este cartucho, ya que «sólo» carga 130 g de proyectiles. Con bala sólida, que por aquel entonces siempre era una esfera de plomo, de 115 g (1.900 grains) era capaz de abatir limpiamente animales de caza mayor.

Calibre 8

Se usó (con relativa comodidad para el cazador) en áfrica, Asia y América. En América abatió los primeros gansos y en una pasada de patos, de un sólo tiro, se servía la mesa para toda la familia. Su bala sólida tiene un golpe aproximado de 870 kg a 450 m/s. Si descartamos las cuatro grandes especies —búfalo, elefante, rinoceronte e hipopótamo—, de ahí para abajo funciona como una puntilla. Según los relatos existentes, los tigres y leones caían como conejitos. (Un conocido tiene una de origen belga y de fábrica el modelo se llama «la ira de Dios»).

Calibre 10

Nació en Europa y se utilizaba para tiros largos (recordar que lo normal era el 16, ya que el 12 era escasísimo) donde las escopetas normales se quedaban cortas. Pero nunca fue popular. Entonces un día la casa Ithaca (EE.UU.) puso en el mercado una «joya» que era apenas una repetidora en calibre 10 alargado para convertirlo en magnum. Causó furor entre los cazadores de gansos y pavos. Aún hoy se utiliza en yuxtapuestas que al apuntar parecen tubos de saneamiento atados a una culata de escopeta enorme.

Calibre 12

¿Qué podemos decir de él que no sea sabido? Quizás que hasta después de la Segunda Guerra Mundial no fue tan utilizado como ahora, que es el que más. Así que es relativamente moderno, pero difícilmente retrocederá en su aceptación.


Hasta el modesto 36 fue desarrollado con las mismas cotas y premisas que el 12.

Calibre 14

La pujante industria americana se resistía a aceptar el 16 como el cartucho más utilizado, igual que ocurría en Europa antes de la Primera Guerra Mundial, con lo cual la cartuchería de fuera irrumpiría como competidora en el mercado nacional. Así que se desarrolló la producción de este calibre que carga lo mismo que un 12 suave, pero con el retroceso y plomeo del 16. Era bueno, pero la imposibilidad de exportarlo hizo que el 12 lo eclipsara.

Calibre 16

Podrán decir que lo defiendo porque es mi preferido, pero no lo haré. Así que me limitaré a decir que es: ¡el mejor! Su rendimiento es tan dúctil que con cargas pesadas tiene el mismo comportamiento que el 12, pero con un retroceso sensiblemente inferior. Mientras que con cargas suaves de 25 g equivale a un 20 pero con menos retroceso, ya que son suaves para él, pero nominales para el otro. Nunca se desarrolló un cartucho magnum en este calibre y sospecho que es porque entonces se colocaría francamente entre las cargas pesadas del 12, pero con mejores prestaciones.

Calibre 20

Es un buen calibre con cargas nominales siempre que hablemos de conejos, patos, perdices, palomas y cosas así. El terreno perdido por el 16 lo viene ganando el 20 porque las personas de poco porte o incluso las mujeres tiradoras se encuentran mejor con él. En un afán de mejorarlo se han desarrollado magnum de 76 mm de recámara, que con las cargas más pesadas de 32 g igualan al 12, pero con plomeos más desparejos puesto que en cualquier calibre estas magnitudes (la carga y el plomeo) funcionan en sentido inverso. Cuando uno sube, el otro baja y viceversa.

Calibre 24

Es el primero «de los chicos». Con bala sólida su comportamiento es pobre y no recomendable. Pero es muy cómodo de tirar por su escaso retroceso y su efectividad en presas hasta la perdiz es tan buena como la de los grandes. Fuera de nuestro país se usa para entrenar a skeet y recorridos.

Calibre 28

Contrariamente a lo que pudiera parecer, con la óptica que tenemos actualmente en España este calibre forma parte del cuarteto más utilizado en el mundo junto al 12, el 20 y el .410. Es suave pero increíblemente efectivo. Escopetas de un sólo cañón en este calibre son fáciles de encontrar en todos los clubes de tiro y para la caza de córvidos es excelente, ya que, además de lo dicho, su escaso ruido permite repetir varias veces el abatimiento antes de desplazar el bando.


El 28 es ideal para la caza de aves pequeñas (urraca, codorniz), ya que de cerca el 12 las destroza.

Calibre 32

Nunca fue gran cosa, pero el «12 milímetros» se encargó de eliminarlo. Disparan las mismas cargas casi sin retroceso y la versión .410 del último lo supera.

Calibre 36

Como hemos dicho, es común denominarlo «12 milímetros» (algún día hablaremos sobre la nomenclatura de los cartuchos). Es un fantástico cartucho ya que su comportamiento, a escala reducida, es el mismo que el de los grandes. Por algo es el único calibre pequeño para el que todavía se fabrican escopetas artesanales de gran precio y categoría. Conozco una yuxtapuesta hecha a mano de una gran marca que parece una maqueta a escala reducida de una 12. Pero cuando me aposto quieto entre las retamas, los conejos me temen.

.410

Éste es el 36 que, en lugar de tener 65 milímetros, como siempre, mide tres pulgadas que son 76 milímetros. Su carga más pesada es igual a la de un 20 y, debido a su estrecho cañón que concentra la carga, el comportamiento es mejor. Con bala sólida de entre 10 y 12 gramos (unos 160 a 200 grains) movidos a 450 metros por segundo, resulta un tiro comparable a un rifle pequeño como .44-40, .30-30, .357 y similares. Con este breve repaso esperamos haber sacudido a nuestros cazadores de su letargo. ¡Aunque la industria del marketing es muy potente!

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