Diez razas de perros para disfrutar de la temporada

Estamos ya inmersos en una nueva temporada de caza menor que en sus inicios se ha visto afectada por el fuerte calor y por la sequía, lo que dificulta el trabajo de los perros y también condiciona la labor del cazador, que en los primeros compases no está del todo preparado para solventar una jornada bajo el sol.


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De cualquier forma, contar con un buen perro de caza es garantía de disfrutar en nuestras salidas y de vivir una excelente temporada cinegética. Por ello, aquí reflejamos las diez razas de perros preferidas por el cazador español, en las que puede encontrar el compañero fiel, el colaborador mejor para redondear su percha o llenar su morral.


El perro de caza debe estar genéticamente dotado para la caza práctica salvaje.

En España, guste o disguste, seguimos cazando con tres perros de muestra (pointer, setters y braco alemán), nuestros podencos, nuestros galgos y unos sabuesos que si no son cruce de grifones y sabueso es que son razas francesas. Sota, caballo y rey, porque lo que se busca, porque lo que se precisa, porque lo que la pieza demanda es un cazador eficaz y no una floritura de exhibición.

Además de tener cualidades cinegéticas, instinto de cazador, el criador no puede olvidar que el perro es una máquina, tal como queda expuesto en los principios generales de la zootecnia; por ejemplo, un perro como el pointer ha de poseer un amplio pecho que cumpla su función fisiológica de fuelle en la ventilación pulmonar. En estos años ha mejorado notablemente la estructura física de nuestros perros de caza. Un mayor conocimiento sobre alimentación, higiene y educación ha contribuido a que tengamos mejores perros hoy que hace quince años. Una línea dorsal adecuada, una buena masa muscular en los riñones, la correcta inclinación de corvejones, un pecho de amplitud suficiente, almohadillas plantares sólidas y resistentes, son elementos determinantes a la hora de ejecutar un trabajo en el campo.

En estos años ha mejorado notablemente la estructura física de nuestros perros de caza. Un mayor conocimiento sobre alimentación, higiene y educación ha contribuido a que tengamos mejores perros hoy que hace quince años.

Sólo es bueno el perro que demuestra ser bueno. No comparto opinión con los que atribuyen a la raza todas las virtudes y desdeñan el resto. Dentro de cada raza se dan buenos y malos perros, generalmente, y por desgracia, muchos más de los segundos que de los primeros. A mí me gustan los ingleses, especialmente el pointer, pero no puedo negar haber visto verdaderas maravillas en otras razas, como los llamados polivalentes. En el campo he contemplado a más de un zarcero sin raza deleitando al cazador más elitista.

El perro de caza debe estar genéticamente dotado para la caza práctica salvaje; su movilidad, vientos y educación deben tender a un fin primordial: caza salvaje. Son muchas las razas de perros de caza que podemos encontrar en Europa, pero aquí reseñamos diez que son las más utilizadas, según nuestros datos, por el cazador español.

1. Podenco

No encontraremos un grupo étnico tan característico de la cuenca mediterránea como los podencos. Ecotipo de perro conejero del que posee España un variado y rico muestrario, que abarca desde las subespecies con reconocimiento internacional, como el podenco ibicenco o el canario, a las agrupaciones de amplia difusión nacional, como los podencos andaluces. El podenco es un perro cazador por naturaleza, por instinto que le viene desde la cuna, que mama en la leche materna. Lleva en la sangre las ganas y la afición a la caza. El podenco no aprende a cazar, nace cazando. Emplea en la caza vista, oído y olfato. Su rusticidad le permite manejarse con soltura en los terrenos más accidentados y resulta insustituible en la caza del conejo en jauría. Una de las modalidades más bonitas de caza con podencos es aquélla que se realiza con un grupo de perros conejeros, muy practicada en toda Andalucía, que cada vez tiene más aficionados en todas las comunidades donde el conejo todavía bulle. El entusiasmo de los perros persiguiendo bullangueros la pieza es contagioso. Aquí los podencos ponen a prueba todas sus cualidades, el olfato para localizar al conejo.

2. Galgo

Los galgos, trabajando en pareja o bien aislados, emplean su anatomía diseñada para la carrera con el fin de atrapar liebres sin más auxilio que la velocidad y su pícara inteligencia cinegética que le permite cortar los quiebros de la presa. De origen oriental, llegaron a estar extendidos por toda Europa, aunque actualmente el único país de este continente donde se emplean en trabajos naturales sea España. Limitaciones en la caza, normas administrativas y similares han terminado por prohibir la caza con galgo en los restantes países, donde las colleras sólo se crían para los canódromos. El cazador de liebres con galgo, el galguero, no busca la muerte de la liebre, ésta es la anécdota final del lance, el episodio irrelevante de una emoción, la carrera, que suscita todo su interés. Si no existiese la carrera, si dos animales, galgo y liebre, no midiesen su astucia y picardía en igualdad de condiciones, el lance de la muerte, además de irrelevante, sería baldío. Y es que en la meseta hispana, en estas tierras de horizontes infinitos, no vence el más fuerte, sino el que más ardides y artimañas conoce.

3. Sabueso español

De modo generalista, podemos decir que la función del sabueso es localizar la pieza por el rastro y ahuyentarla hacia el lugar donde se encuentra el cazador para darle oportunidad de disparar. Esta labor se lleva a cabo gracias a su fina nariz y una portentosa voz. El ladrido alcanza una cualidad excepcional, pues no sólo tiene la finalidad de espantar la pieza, sino que, según sus modulaciones, mantiene al cazador informado en todo momento de lo que ocurre en el monte. El cazador, por supuesto, debe saber interpretar los mensajes que le envía el sabueso, conocer las querencias de la caza y apostarse en lugar adecuado. Hay que conocer la cerrada vegetación de los bosques del norte de España para hacerse una idea cabal del importante trabajo que realizan los sabuesos, sin cuya tenacidad no habría modo de levantar las piezas de sus escondrijos. El sabueso español ha perdido muchas de sus antiguas cualidades cinegéticas como consecuencia del abandono secular y de una cría sin otro criterio que las exposiciones de belleza.

4. Braco alemán

Estamos ante un perro muy activo en la caza, con un galope continuo y una resistencia formidable. En la búsqueda no tiene la mala costumbre de alejarse demasiado, pero tampoco se queda debajo de la escopeta. Lo normal es verle trabajar a unos treinta o cuarenta metros por delante del cazador. Resulta ideal para toda clase de caza en todo tipo de terreno, pues rinde por igual en la llanura que en el bosque o el monte bajo, desplazándose con seguridad en el pantano. Bien adiestrado marca a la perfección, indistintamente pluma como pelo, levanta limpiamente y cobra sin masticar la pieza todo tipo de presas hasta ocho kilos de peso. Localiza con habilidad cualquier pieza menor, tanto cerca como a media y larga distancia, con independencia de que sea pluma o pelo, cogiendo el aire con presteza y reaccionando con templanza, reflexivamente, sin excitación. Su carácter es alegre, aunque no alocado, cazando con animosidad frente a las más variadas dificultades y siempre con un sentido innato de la obediencia, tratando en todo momento de comprender lo que de él espera el cazador.

5. Drahthaar

Es una de las razas que más entusiasmo despierta entre los cazadores alemanes. Perro enérgico, dominante, dotado de un carácter fuerte, es al mismo tiempo vivaz y dócil. A veces se la ha tachado de individualista, pero lo cierto es que a diario, en todo el mundo, prueba su capacidad de trabajar en cooperación con otros perros. Respeta el patrón sin dificultad, adaptándose al perro que primero mostró la pieza. Caza en grupo el conejo y se integra en la caza mayor sin dificultades. Es importante tener en consideración que la raza está concebida como un perro muy completo y que el temperamento necesario para mostrar o cobrar una codorniz no tiene nada que ver con el necesario para entrarle a un jabalí en un agarre. El drahthaar ha nacido para todo esto y es por tanto imprescindible, esa energía y dominancia que posee. Por sus características, es válido para la caza menor y la caza mayor, destacando en ambas modalidades su fuerte personalidad. Es un perro que sabe colmar las expectativas del cazador práctico, del que busca funcionalidad, utilidad por encima de cualquier otro valor.

6. Perdiguero de Burgos

Este tranquilo, seguro y potente perro de muestra, con grandes dotes para cazar en los terrenos más abruptos y en las peores condiciones climáticas, ha sufrido durante décadas el olvido de su gente, deslumbrada por los perros de caza británicos. Si las razas de animales domésticos autóctonos, nuestras vacas, cerdos o gallinas tradicionales, se ven desplazadas por los ganados holandeses o suizos, qué será de los perdigueros, pachones o mastines que no dan leche, carne o huevos. En el coto de caza cualquier pointer, la mayoría de las veces mestizo, es preferido a nuestro sufrido y noble perdiguero de Burgos. Afortunadamente, su supervivencia se debe a un reducido grupo de incondicionales, criadores inteligentes y comprometidos con su tierra, que con los mínimos recursos han luchado para conservar y mejorar sus características raciales. Hoy el perdiguero de Burgos tiene el futuro asegurado. Está perfectamente adaptado para el trabajo en los páramos castellanos, pues posee un magnífico aparato respiratorio y una constitución sólida, lo que le da una gran resistencia a la fatiga.

7. Pachón navarro

Nacidos para la caza menor, en ella demuestran sus dotes para delatar la pieza. Cazan muy bien bajo la escopeta en terreno descubierto. Están considerados los perros de muestra que más aguantan la parada, tienen tendencia a cazar cerca, por lo que ayudan mucho al cazador para abatir las piezas. Se aficionan por igual a la codorniz que a la becada o al faisán y gustan por naturaleza de la caza del conejo. Son perros muy valientes, por lo que no temen enfrentarse al zorro o el tejón. Buenos cobradores, es raro que pierdan una pieza. Muchos creen que la famosa doble nariz es la característica más genuina del pachón navarro y esto no es cierto. El surco cráneo medio llega hasta la cara, y en ocasiones se ve reflejado en una hendidura nasal, provocando en la trufa, muy amplia, la partición conocida como doble nariz o nariz partida. Pero no es otra cosa que una característica defectuosa de la raza, a veces tan acentuada, que en algunos sujetos, separando ligeramente los dos orificios nasales, es posible ver los incisivos medios superiores.

8. Epagneul bretón

Sin duda el bretón es el más popular de todos los epagneul. Esta raza presenta algunas singularidades que le diferencian de los restantes, como su menor tamaño y la anuria o braquiuria de la mayoría de sus sujetos. Originalmente no debió distinguirse especialmente de las restantes razas de epagneul francesas (en Francia existen cinco razas de epagneul) y ni siquiera la ausencia de cola era característica de la raza, una ausencia que hasta 1933 se creía que representaba la garantía de pureza racial, sólo siendo reconocidos como puros los animales que presentaban esta particularidad. Era un modo de defensa contra el mestizaje con perros ingleses, especialmente setters, que algunos criadores practicaban. La realidad es que a principios de este siglo la sucesiva invasión de sangre inglesa modificó algunas de sus características, especialmente su andadura que hoy es un galope cerrado, lo que le ha convertido en el más veloz de los perros continentales. Perro activo, despierto y con muy marcados instintos cinegéticos, se desenvuelve con soltura con independencia del tipo de terreno.

9. Pointer

Para muchos es el rey de los perros de muestra. Indudablemente es una fuera de serie, un animal imponente por sus capacidades físicas y mentales encauzado perfectamente para la cinegética. El pointer debe reunir un conjunto de cualidades psicofísicas entre las que destaca la adaptación a condiciones poco favorables. Cuando se enfrenta con el medio hostil de la naturaleza, para triunfar se le exigirá un grado óptimo de las cualidades físicas, fisiológicas, cinéticas, fuerza, resistencia, agilidad, reflejos, coordinación de movimientos: sólo si es capaz de desarrollar todo esto tendremos un perro de caza útil. El pointer es el perro de escopeta por excelencia. Animal de primer orden, sirve para toda clase de terrenos y para toda clase de piezas de caza menor. Ha nacido para triunfar, caza cara al viento, nariz en alto, es veloz con un galope impresionante, con mucho nervio aguanta horas de un ritmo endiablado, batiendo a la perfección el cazadero. ¿Acaso no son éstas las virtudes de un ganador? Es tanta la pasión que este perro siente por la caza que, sacado al campo, nada le llevará a detenerse.

10. Setter inglés

Los setters son la versión inglesa de los epagneul continentales, por lo que muchos autores los consideran spaniels de gran tamaño. Del mismo modo que el nombre pointer derivaba de la cualidad de la raza para apuntar o señalar la presa, la voz setter es una transformación del primitivo sitting spaniel, procedente del verbo inglés «to set» (tumbarse), por la particularidad de estos perros de pararse ante la pieza y mostrarla tumbados, aguantando mucho la muestra. Este tipo de parada tiene su origen en la forma de cazar de los antiguos spaniels, pues cuando aún no se practicaba la caza al vuelo los cazadores los adiestraban a echarse a una orden. El setter inglés, también conocido como setter Laverack, es el más antiguo y genuino de los setters, poseyendo un fino olfato, búsqueda casi tan veloz como la del pointer, gran resistencia y una intachable muestra. Nació para la caza de la becada en los bosques caducifolios o la perdiz pardilla en la campiña inglesa y se caracteriza por unos vientos muy finos, una muestra espectacular y una gran velocidad como consecuencia de que sus presas ocupan hábitat de gran extensión y aguantan bien la parada.

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