Cómo elegir el rifle «todo terreno»

La elección de un rifle debería ser un trámite sencillo, pero esto es así si uno se remite a la caza de una sola especie y se limita a una modalidad única. Al no presentar la presa variaciones morfológicas de importancia, y por mantenerse estables las condiciones del terreno y la técnica de cacería, las dudas respecto a las características del arma, así como del tipo de cartucho y puntas de caza adecuadas, se limitan a un mínimo, transformándose la compra en una cuestión de gustos personales.


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Pero si por razones prácticas, económicas, etc. decidimos que lo nuestro es abatir tantas especies diferentes como nos sea factible con un mismo «trasto», la elección puede ser un tanto ardua, máxime si pretendemos que ese maravilloso «utensilio» pueda también emplearse para cazar al acecho, rececho y hasta participar en monterías.

Salir en pos de un rebeco armado con un pesado rifle express, sin mira, y para colmo de males recamarado para un cartucho como el 9,3x74. es una estupidez de muy grueso calibre. Emplear esa misma arma en una montería puede resultar todo un acierto, y hasta muy a la moda si se quiere. Los express son armas pesadas, pensadas para ser transportadas por un auxiliar, solamente para realizar dos disparos en rápida sucesión, y todo ello a muy corta distancia, sin grandes exigencias en cuanto a precisión, sobre una pieza peligrosa que para colmo suele presentar una piel gruesa y resistente, amén de formidables cuernas, colmillos, garras y enormes patas. Por su lado, los rebecos son pacíficos animales de montaña que viven en las alturas, pero que para llegar a ellos hay que escalar, lo que significa sufrir, y mucho. Esto es la razón por la cual lo último que uno desea es tener que cargar con un armatoste pesado, cuyo alcance se mide en pasos y su dispersión en metros, ya que estos animales, encima de vivir donde viven, a trasmano de nuestros gustos y conveniencias, insisten en que olemos mal y que nos comportamos peor, tratando de mantener una saludable separación con nuestra humanidad, a pesar de todos nuestros esfuerzos por lograr lo contrario.

Para cubrir la caza de todos los cérvidos y suidos europeos, más algún que otro oso, el mecanismo de acción universalmente aceptado es el de cerrojo

Es precisamente este comportamiento bizarro y tan poco deportivo que ostentan los rebecos lo que nos obliga a acarrear armas muy livianas y de largo alcance, con un diseño radicalmente opuesto al de los viejos fusiles de doble cañón. Esas armas se conocen como «rifles de montaña», y son juguetes muy especializados. Sin embargo, dentro de la categoría «livianos de largo alcance», no son los únicos con este conjunto de cualidades. Los denominados «rifles para los campos de porotos» (beanfield rifle) poseen una precisión y alcance mayores que las armas de montaña, siendo algo más pesados y largos.


Uno ha de aceptar que dentro de condiciones razonables, todos los cartuchos a la larga matan por igual, y que además sólo es cuestión de saber emplearlos correctamente, colocando el primer disparo donde Dios manda, y no donde uno puede.

¿Por qué estos rifles presentan características tan particulares? Como los disparos son tomados a distancias que suelen rozar el medio kilómetro, la precisión es el requisito más importante a cumplir, y por ende el cañón presenta características particulares. Como estas armas no están pensadas para caminar, ya que se disparan desde torretas elevadas (stands) y desde la posición de sentado, pueden asimilar un poco más de peso, que sirve para aumentar la precisión y disminuir el retroceso. Además de esto, por las distancias a las que se presenta el blanco, justifican el empleo de miras ópticas más grandes, y por ende más pesadas.

Si usted cree que el campo de las armas «especializadas» termina con estos tres ejemplos es porque aún no ha pensado en lo que se considera como el rifle de monte ideal. Estos presentan miras abiertas, el típico sistema de palanca o el ocasional trombón, cañones cortos y escaso peso, y en ese medio son imbatibles por la velocidad en que pueden ser empuñados y disparados en rápida sucesión. El lado flaco de estas armas está representado por el tipo de cartuchos y puntas que pueden disparar, que son menos potentes que los de las armas de cerrojo. Por poseer un cargador tubular, se ven obligados a emplear puntas truncas que presentan la balística más pobre de todos los diseños de puntas existentes.

¿Existe el rifle polivalente?

Ahora suponga que usted desea comprar un rifle que resuma las cualidades de los cuatro esbozos descritos, pero sin sus puntos negativos, como el excesivo costo de los rifles express o su corto alcance, o el pequeño calibre de los rifles de montaña, o el largo extremo de los rifles poroteros, y además desea que ese arma le sirva para cazar desde corzos hasta osos pardos. ¿Cómo hace para compatibilizar todos estos requisitos?

Si acepta que la perfección no existe, y está dispuesto a asumir compromisos prácticos, la solución está al alcance de su intelecto. Dicen que el que sobrevive es el que mejor se adapta, y no el más fuerte. Si no puede adaptarse estará condenado a tener que disponer de un arma específica para cada una de las diferentes especies que desee abatir, de modo que ser un poco contemplativo rinde sus beneficios. ése es el primer paso a dar; ser capaz de ceder. El segundo es quitarse de la cabeza una serie de conceptos previos. Si uno puede aceptar que dentro de condiciones razonables todos los cartuchos a la larga matan por igual, que por ende no existen aquellos mágicos o perfectos, y que además sólo es cuestión de saber emplearlos correctamente, colocando el primer disparo donde Dios manda, y no donde uno puede, ya tiene usted otra gran parte de la batalla ganada.

Definir necesidades

Este cambio de actitud es el primer paso. Aún le quedan por definir sus necesidades y saber cuáles son las partes de un arma que afectan a esas necesidades. Comencemos por esto último.

El largo del cañón está relacionado con el alcance de un arma y la capacidad para maniobrar la misma dentro de espacios reducidos. De su mecanismo de acción depende la reserva de munición disponible, la cadencia de fuego y detalles muy importantes como la seguridad en la alimentación y la extracción de vainas servidas. Por su lado, el sistema de puntería está determinado por las condiciones de caza, o si así lo desea, cada sistema de puntería limitará las distancias y condiciones de luz bajo las cuales podremos cazar.

¿Cuáles son las características de la presa que influenciarán sobre los requisitos que debe cumplir el arma y que deben ser tenidas en cuenta en el momento de encarar la compra? Para comenzar, el peso de la especie, la distancia promedio de disparo a la misma, su grado de agresividad y de resistencia al impacto, ya que todo esto influirá fuertemente sobre el cartucho a emplear y tipo de punta, así como sobre la necesidad de emplear o no un arma con una rápida cadencia de fuego y largo alcance.


Lo ideal es armar el rifle de cerrojo con una buena mira óptica de tres a nueve aumentos por cuarenta a cuarenta y cinco milímetros de entrada de luz, lo cual nos está diciendo claramente que es la que más se presta para todas las posibles alternativas que se nos presenten.

¿Qué más nos queda por considerar? El tipo de terreno, que puede reducir o por el contrario favorecer la visibilidad, la densidad de ramas y otros objetos que puedan hacer más difícil o más simple el tránsito por el lugar. Cuanto más largo sea el cañón del arma, más abierto habrá de ser el terreno donde nos moveremos. Como regla general, se dice que para dentro del monte y hasta para la montería, el cañón no tiene que sobrepasar las 18 pulgadas para poder desplazarse libremente. En la montaña, con 24 pulgadas estaremos bien servidos, mientras que en los campos de porotos 26 pulgadas se consideran lo correcto. En cualquier situación de acecho, hasta los setenta metros, donde el peso y longitud del arma son irrelevantes, un cañón de entre 6 y 24 pulgadas puede solucionar todos los problemas.

Luego nos quedan por considerar los tipos de miras. Para todo lo que sea corta distancia y dentro del monte, lo cual requiere de un disparo rápido, las miras abiertas y las ortópticas son las ideales por su rapidez para adquirir el blanco. Por otro lado, las miras ópticas son ideales para disparos en espacios abiertos y cuando las distancias superan los cien metros.

Bien, sin considerar los requisitos energéticos del proyectil, éstas son las variantes a tener en cuenta y compatibilizar. Lo menos que podríamos decir al respecto es que es una situación algo compleja, pero tranquilo, no existe tal cosa como un problema sin solución, máxime si usted está dispuesto a ceder un poco.

Para cazadores europeos

Se dijo que para toda Europa, las necesidades a cubrir son las que surgen de cazar animales entre el tamaño del corzo y el de los grandes alces y osos, en lugares que van desde los bosques cerrados hasta los espacios de las llanuras y las montañas, y que el arma se empleará para cazar al acecho, al rececho y hasta monteando. Quizá lo único que no haya necesidad en Europa es de contar con esas armas para distancias extremadamente largas, como las que se dan en los campos de porotos de América.


El rifle de cerrojo, cuando se emplea para montear, flaquea un poco en lo que al departamento velocidad de repetición se refiere, ya que por lo general es necesario desencarar el arma para proceder a recargar.

Comencemos analizando los mecanismos de acción que podrían prestarse para la tarea. Hoy en día existen cinco. A saber, éstos son el sistema de cerrojo, de palanca (y trombón), los monotiros, los express y las armas semiautomáticas. Para cubrir la caza de todos los cérvidos y suidos europeos, más algún que otro oso, el mecanismo de acción universalmente aceptado es el de cerrojo. Este mecanismo es más lento que el de un express, que el de un arma semiautomática o que el de una accionada a palanca, y más pesado que el de un monotiro. Sin embargo, posee una buena capacidad de almacenamiento, una alimentación y extracción que bordean la infalibilidad, mayor precisión que los sistemas de palanca y semiautomático y la más alta resistencia a las presiones de ignición de todos los sistemas, lo que nos permite emplearlo sin problemas con los cartuchos más poderosos. Por lo tanto, el sistema de cerrojo puede ser empleado para la caza de todos los animales enunciados (en realidad de todos los animales del mundo), adaptándose a la perfección para la caza de acecho y rececho, donde los disparos son sobre un animal tranquilo, en reposo o moviéndose lentamente. Esto nos da todo el tiempo del mundo para apuntar, quitándonos la presión de un segundo disparo rápido que se hace a un animal peligroso, en movimiento y a corta distancia.

Si no puede adaptarse estará condenado a tener que disponer de un arma específica para cada una de las diferentes especies que desee abatir

Sin embargo, el sistema de cerrojo, cuando se emplea para montear, flaquea un poco en lo que al departamento velocidad de repetición se refiere, ya que por lo general es necesario desencarar el arma para proceder a recargar. Pero salvo este inconveniente, puede emplearse en esta modalidad perfectamente. ésta sería su primera concesión en pos de obtener un arma apta para toda ocasión.


El sistema de cerrojo puede ser empleado para la caza de todos los animales, adaptándose a la perfección para la caza de acecho y rececho, donde los disparos son sobre un animal tranquilo, en reposo o moviéndose lentamente.

Vayamos ahora a las miras. Lo ideal es armar el conjunto con una buena mira óptica de tres a nueve aumentos por cuarenta a cuarenta y cinco milímetros de entrada de luz que, ¡oh, casualidad!, es el tipo de mira óptica más vendido en el mundo, lo cual nos está diciendo claramente que es la que más se presta para todas las posibles alternativas que se nos presenten. Una mira de éstas se puede emplear en tres aumentos para situaciones donde la velocidad de captación del blanco es esencial, como ocurre en la corta distancia, y entre seis y nueve aumentos para los disparos largos, situación en la que estamos tomando puntería sobre un animal generalmente ignorante de su destino inmediato, y en la cual disponemos del tiempo necesario para buscar un apoyo y apuntar con cuidado. Un objetivo de cuarenta y cinco milímetros proporciona una buena entrada de luz, aun si se desea cazar de noche con luz lunar, con lo cual con este tipo de mira se está en condiciones de cubrir todas nuestras necesidades.


En la alta montaña, con 24 pulgadas de cañón estaremos bien servidos para abatir tanto machos monteses como rebecos.

Claro está que quizá andemos un poco lentos para la adquisición del blanco a cortas distancias, si se compara este parámetro con el de una mira abierta o una mira ortóptica, o puede que la imagen no sea todo lo grande que desearíamos para disparar a 500 metros, pero éstas son dos situaciones extremas y no tan frecuentes. De todos modos, y llegado el caso, el problema siempre puede resolverse acercándonos un poco más a la presa o empleando la mira en sus aumentos más bajos, que en definitiva es lo que hace todo el mundo, no escuchándose muchas quejas al respecto. En realidad, para cazar dentro del monte no hay como las miras abiertas o las ortópticas, pero por su falta de luz son imposibles de emplear durante un acecho nocturno, lo que termina por excluirlas como una de nuestras posibles opciones. Por lo tanto, mira óptica de 3-9x45 será lo ideal.

Longitud del cañón

Ya tenemos el mecanismo de acción y el sistema de miras de nuestra arma ideal. Vayamos ahora a la longitud ideal para el cañón. Reconozcamos que entre las 18 pulgadas mínimas de un arma de monte, y las 26 máximas de un beanfield rifle, existen unos buenos 20 centímetros (8 pulgadas) de diferencia, lo que dentro del monte representa un largo excesivo, ni útil ni deseado, y en los campos de porotos esa merma en la longitud es algo intolerable. ¿Entonces qué? ¿Todas estas disquisiciones para atorarnos al final? No señor. El problema, como todo problema, tiene solución.

Las miras ópticas son ideales para disparos en espacios abiertos y cuando las distancias superan los cien metros

Las cosas son así. Esas dos medidas, 18 y 26 pulgadas, representan los rasgos extremos que solamente se dan en dos situaciones muy puntuales. Eso no quiere decir que haciendo otro pequeño sacrificio no puedan ser resueltas. Pero para zanjar este dilema es necesario entender qué es lo que determina esas dos cifras tan particulares. En la actualidad, en realidad a partir de la aparición de la pólvora sin humo, y posteriormente con la entrada al mercado en 1905 de las pólvoras progresivas alemanas, se pudo disponer de mayor energía sin la necesidad de recurrir al viejo método de emplear grandes cantidades de pólvora y largos tubos de lanzamiento. Después de mucho tira y afloja, y de largas sesiones de experimentación empírica en el campo, se llegó a la conclusión acertada de que dentro del monte y para las distancias a las que allí se dispara, con 18 pulgadas bastaba. Otro tanto se realizó para determinar la longitud que estos tubos de lanzamiento debían presentar para los disparos largos, llegándose a la conclusión de que 26 pulgadas es el máximo requerido para un aprovechamiento adecuado de la energía generada, pero que si uno acortaba esa medida a 22 ó 24 pulgadas, la pérdida de velocidad apenas se aprecia y justifica la ganancia en comodidad en el traslado y reducción del peso del arma.


El sistema de cerrojo posee una buena capacidad de almacenamiento, una alimentación y extracción que bordean la infalibilidad, mayor precisión que los sistemas de palanca y semiautomático y la más alta resistencia a las presiones de ignición de todos los sistemas, lo que nos permite emplearlo sin problemas con los cartuchos más poderosos.

Basados en esto, uno puede aceptar acarrear dentro del monte un arma diez centímetros (cuatro pulgadas) más larga, llevando la longitud del cañón a 22 pulgadas, ya que la molestia no será tanta, y a la inversa. Esto es, disparar un rifle de 22 pulgadas cuando lo ideal sería hacerlo desde uno de 26, sabiendo que aun así la performance del mismo será aceptable, con lo que tenemos resuelto el problema.

El resto del conjunto, esto es, culata, bases y anillas para las miras ópticas, y algún otro detalle personal, quedan a su criterio. Hablando de anillas y bases, usted sabrá si dar prioridad al peso o a la resistencia del material de las mismas (aluminio contra acero), lo cual dependerá de si se dedica más al rececho, donde el peso cuenta, que a la montería o las esperas, donde el peso del arma es algo trivial o hasta beneficioso.

No sé si estas líneas le habrán servido para aprender algo nuevo, lo cual dudo, pues todo esto es para muchos moneda corriente. Lo que sí espero es que le haya servido para encarar la búsqueda de un arma nueva de una forma racional y sistematizada, sabiendo los motivos de ser de cada componente de su arma, permitiéndole entonces escoger basándose en sus necesidades específicas. Espero haberlo logrado.

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