El perro de sangre: «Trastos» de apoyo
Juan Pedro Juárez
Hay cosas que no parecen, en un principio, necesarias a la hora de realizar una actividad cinegética. Seguramente, no son necesarias para portarlas habitualmente y, de un modo tajante, podríamos pasar sin ellas. Pero, de la misma forma se podría decir que, cuando disponemos de ellas, no solamente las empleamos, sino que nos resultan de una gran utilidad.
El perro de sangre: talabartes
Juan Pedro Juárez
Trastos, cachivaches, achiperres o, simplemente, útiles. Para iniciar, entrenar y trabajar con un perro de rastro de sangre hacen falta una serie de elementos físicos que, aún sin ser imprescindibles, nos facilitarán mucho las cosas a la hora de pistear. No los echaremos de menos hasta el crítico momento en que nos hagan verdadera falta y en ese instante nos daremos cuenta de que es una bobada el prescindir de ellos.
El perro de sangre: disposición y disponibilidad
Juan Pedro Juárez
Estos días de atrás mal disparé a un corzo, lo enganché muy trasero y, a la hora de pistearlo, la persona que me acompañaba, a pesar de haber encontrado la sangre, me dijo que era mejor que lo dejásemos tranquilo, que habría corrido barrera abajo y que dos o tres días después lo podríamos encontrar fácilmente (¿). Lo dejé estar porque sabía que, aunque no tenía razón, no era el momento de apretar, aunque a mí, eso de dejar animales en el campo muertos o moribundos, no me hace ni pizca de gracia…
El perro de sangre: en la ardiente oscuridad
Juan Pedro Juárez
Todos amanecimos a esta modalidad de caza a partir de lo que leíamos de doctos autores que sabían diferenciar, perfectamente, cada tipo de sangre, que sabían dónde iba herida la presa y, lo más importante, eran tan precisos que, al impactar, sus proyectiles sólo interesaban a un órgano en concreto, de modo que únicamente sangraban por un sitio y manchaban con sangre de un solo color.
El perro de sangre: las huellas
Juan Pedro Juárez
Continuando con este ya largo trochil de rastro de sangre, sin sangre, vamos a darle una vuelta a las huellas de la caza, huellas directas de los animales que habitualmente se cazan y más usualmente se pistean. Digo huella directa porque las marcas que los animales dejan en su huida, aparte de dejarlas para más adelante, no son huellas.
El perro de sangre: Dónde buscar
Juan Pedro Juárez
Un buen día de caza, en Sevilleja de la Jara tras tirar un cochino, durante el pisteo, el práctico andaba mascullando porque, aunque veía algo de sangre, no se fiaba que el animal fuese bien herido, ya que lo habíamos disparado un chaval de dieciocho años y una señora de cincuenta, por ese orden.
El perro de sangre: La perfección no existe
Juan Pedro Juárez
Como pudimos comprobar la última vez, «no siempre se corta por donde se señala», por lo que hay que tener muy en cuenta el entorno que nos rodea. Al decir entorno no sólo me refiero a los jarales y bosques sucios en los que cazamos, sino también a la modalidad de caza que practicamos, ya que, en la mayoría de los casos, ni nosotros ni nuestro perro estaremos solos. Aunque estemos de rececho.
El perro de sangre: Pinocho y su nariz
Juan Pedro Juárez
Había, o quizá aún exista, un perro vecino de Fuenlabrada de los Montes que apuntaba poco cuando era cachorro; era relatador y embustero y, mientras que el resto de la cuadrilla de dedicaba a correr en busca de las reses, él se entretenía en corretear sobre los rastros viejos y a latir sin que, aparentemente, llevase nada de caza por delante.
El perro de sangre: La homilía de los humildes
Juan Pedro Juárez
Después de recuperarnos del impacto de saber cómo cazan los sabuesos de los monteros del norte y de, evidentemente, comprobar que no sabemos nada ni tenemos perros de caza y, quizá, ni afición, consideramos oportuno dejar de lado a los perros y repasar esos asuntillos que ‘sabemos desde que nos salieron los dientes’. Más que otra cosa, por humildad.
El perro de sangre: Camino hecho y por hacer
Juan Pedro Juárez
Ya tenemos a nuestro perro, elegido con el mayor de los esmeros, grandecito, de complexión fuerte, capaz de aguantar largas jornadas de entrenamiento y de caza, alegre, vivo y con un carácter equilibrado que le hará entender unas cuantas cosas de la vida.
El perro de sangre: El porqué de las cosas
Juan Pedro Juárez
«Por la información llegaremos al conocimiento, por él a la sabiduría y por ella al poder» - Anónimo
El perro de sangre: Iniciación del cachorro
Juan Pedro Juárez
Antes de proseguir con esta serie de presentaciones sobre el rastro de sangre creo que debería exponer algunas notas importantes, entre ellas es primordial resaltar que, si en España hay dos millones de perros candidatos a ser maestros en el rastro, estén ustedes seguros de que hay el mismo número de métodos para enseñarles, este que aquí les exponemos es uno más.
El perro de sangre: Primeros pasos
Juan Pedro Juárez
Según hayamos optado por una raza, una línea o unos padres, ya sea por estética, por espacio u otros motivos, hay que intentar escoger el más adecuado, pensar fríamente y saber que lo más indicado es utilizar el perro nada más que para el rastro, de sangre o vivo, pero sólo para el rastro.