Preparar, organizar, coordinar y dirigir una montería no es un asunto fácil y hay que hacer gala de ciertas aptitudes para que al final los hechos discurran como se desea. Es por ello que vamos a indicar, de forma resumida y basándonos en el pormenorizado trabajo que sobre esta temática ya realizamos, algunos factores a tener en cuenta para llevar a cabo un evento de este tipo y los pasos a realizar.
Santiago Segovia | 08/02/2013
La imposibilidad de prever cómo los cochinos actúan y el darse este tipo de monterías normalmente en fincas abiertas, hacen que muchos capitanes que carecen de los conocimientos mínimos y que no dedican los esfuerzos que esta actividad precisa, además de no poseer las dotes personales necesarias. imputen a la mencionada incapacidad de controlar debidamente las condiciones naturales, así como al comportamiento errático de estos animales, la carga de sus fracasos, cuando el asunto simplemente reviste tintes de irresponsabilidad que pagan los ilusionados monteros que acuden a sus celebraciones.
MEDIO NATURAL. Cuanto más variado sea el medio, menos fluctuación poblacional estacional tendremos. La intercalación apropiada de los diferentes tipos de vegetación permite que los jabalíes hagan un uso más completo de los mismos. La existencia de cultivos en los aledaños y el tipo de los mismos nos indicarán su presencia.
AUMENTACIÓN Y CULTIVOS APRECIADOS. Es un animal de tendencias generalistas y muy oportunista. Se alimenta de pocos elementos pero que sean muy abundantes, digeribles y nutritivos. Por ello su alimentación viene marcada fundamentalmente por su disponibilidad. En primavera recurre a las partes de las plantas en crecimiento. En otoño e invierno recurre a frutos diversos, y en periodos de escasez llega a aprovechar partes subterráneas de las plantas. Los frutos secos (bellotas, hayucos y Castañas) y los carnosos son parte importante de su alimentación, sobre todo como acopio de energía para afrontar el invierno. Los cultivos más apetecidos son maíz, trigo, cebada, girasol, viñas (a finales de verano proveen de uva, rica en agua y azúcares), patatas, praderas. almendras, frutales y alfalfa. La disponibilidad de estos alimentos naturales o de origen agrícola, así como su dispersión en el espacio y en el tiempo, nos marcarán la presencia de jabalíes y sus desplazamientos.

DISPONIBILIDAD DE AGUA. Es imprescindible tanto en abrevaderos naturales o artificiales es imprescindible, así como su distribución en el espacio y en el tiempo. En verano resulta fundamental. En terrenos con ausencia de agua en verano no se puede esperar la presencia de los jabalíes hasta bien entradas las primeras lluvias otoñales. La distancia entre dos puntos de agua no debe ser excesiva, de forma que no se concentren los animales en un solo punto, haciendo inútil la disponibilidad de alimento del resto del hábitat. Para la especie jabalí una distancia al punto de agua más cercano superior a 800 metros hace inviable el hábitat.
ASPECTOS CLIMATOLÓGICOS. Animal muy afectado por las temperaturas extremadas, sobre todo por los fríos intensos. El calor le afecta menos a condición de disponer de variedad de bañas, Usa las solanas en invierno y las umbrías en verano. Los vientos les afectan reduciendo sus movimientos. Busca las zonas al socaire y los barrancos.
ALTERACIONES. El jabalí es capaz de encamarse en lugares totalmente inadecuados a condición de que sean tranquilos. La tranquilidad es fundamental.
• Perturbaciones naturales: Sólo el lobo como único predador del jabalí adulto es capaz de perturbar su territorio. Cuanto más lejana en el tiempo sea su presencia habitual, más impacto hace su reaparición.
• Perturbaciones humanas: Una mancha para montería de cochinos debe estar exenta de cualquier otra modalidad de caza. También se deben erradicar las esperas por inmorales. Las actividades ganaderas deben evitarse al menos durante los dos meses previos a la montería. Se deben suprimir las recolecciones de todo tipo de frutos silvestres: setas, espárragos, etc. Las labores forestales y el tráfico rodado por las pistas también. Organizar sólo una montería por temporada.
CEBADEROS. Disponerlos en lugares centrales del monte, en las inmediaciones de sus encames; uno por cada 300 hectáreas, con una distancia entre ellos de 800-1000 metros; cerca de un camino para facilitar su acceso y atenciones; no dejar rodadas delatoras; comenzar su acopio dos meses antes de la montería. El primer mes atenderlo cada dos días y el último mes a diario; dispensar maíz o bellotas, si se desea mezclados con sal; atender los cebaderos por las mañanas; atrayentes como gasoil o aceite están prohibidos por contaminantes. Existen resinas naturales; la principal utilidad -211 de los cebaderos es poder evaluar a diario el número de ejemplares que acuden, cómo evoluciona su cantidad, la composición de los grupos familiares, edad o tamaño aproximado, sexo, etc. para poder definir con exactitud el momento de la celebración de la montería. Con los cebaderos adecuamos la mancha para las fechas previstas y evitamos fluctuaciones en las poblaciones. Otra utilidad es evitar que causen daños a los cultivos manteniéndolos lejos de ellos, sirviendo como aporte alimenticio suplementario en inviernos escasos del mismo.

ARMADAS. De cierre y traviesas. De cierre: de la cuerda, del sopié, de la frontera o tope y la de recula o suelta. Se delimitan en los límites exteriores de la mancha a batir. Tener en cuenta los vientos dominantes. La de frontera se ha de situar en el lado opuesto al sentido del aire, es decir, se habrán de soltar los perros en una zona que se llama recula o suelta, que es por donde entra el aire en la mancha, recorrerán la zona a batir con el aire en la espalda y rematarán en la armada de frontera. Prever colocación en lugares con buenos accesos y recorrido a pie limitado.
NÚMERO DE PUESTOS EN LA MANCHA. Colocar tantos puestos como marquen las querencias naturales de las reses y las posibilidades reales que los monteros tengan en ellos. El criterio no se ha de definir en función de los resultados económicos, sino con aspectos cinegéticos y nada más. Una cobertura superior a ocho o diez puestos por cada cien hectáreas es quizás representativa de una excesiva avidez financiera del organizador, y por otro lado, una cobertura inferior a cuatro o cinco monteros por cada cien hectáreas quizás nos refleje la celebración de un gancho entre amigos o un terreno muy afable sin complicaciones orográficas, pero en cualquier caso con escasa presión venatoria.
MANIOBRAS DE COLOCACIÓN Y RECOGIDA. Estudiar la estrategia a llevar a cabo para coordinar y organizar la colocación de los puestos y su posterior recogida, incluyendo en este caso la retirada de las reses cobradas. Simular el recorrido desde el lugar del sorteo hasta la colocación del último puesto de cada una de las armadas con un reloj en la mano, de manera que el tiempo invertido en esta operación quede definido con exactitud, incluyendo una tolerancia razonable de desviación para asumir irregularidades. Una vez realizada esta operación con todas las armadas y traviesas, sabremos cuál es el margen de tiempo necesario para que las rehalas sean soltadas. La colocación no nos ha de llevar más de 45 minutos y la recogida más de una hora y media. El postor ha de ocupar el último de la sucesión de puestos que le toque colocar y sólo ése.
LOS POSTORES O CAPITANES DE ARMADA. En ausencia del capitán de montería, ellos son su legación en los ámbitos asignados. Su autoridad está por encima de cualquier miramiento y sus decisiones han de ser acatadas sin titubeos. Les corresponde explicar a cada montero los pormenores de su portillo, las querencias de las reses, la sistemática operativa de la montería desde la perspectiva de su puesto, avisar de sus posibles circunstancias y asegurarse de que los monteros colindantes conocen su posición. Se encargarán del marcaje y la coordinación de la recogida de las reses que se hayan podido abatir en sus armadas y de los monteros que las componen. Lo han de hacer puntualmente, de forma organizada y sistemática.

CÓMO ECHAR LA MANCHA. Si la mancha es muy larga podemos optar por darla al tope, de manera que el recorrido de las rehalas se reduce a la mitad. En casi todos los casos se puede establecér la echada a la mancha por el sistema más común, que es darla a una mano o en un sentido, pero también existe la posibilidad de que la mancha se eche de ida y vuelta. Si los guarros poseen un determinado paraje donde tengan tendencia a acantonarse rehuyendo el abandonarlo, es bueno dar la montería al cruce, de manera que el movimiento de las reses sea máximo. Cuando la orografía es compleja o la mancha está basada fundamentalmente en un promontorio, es bueno recurrir al sistema de darla al cerco o dándole la vuelta.
FORMA DE TRABAJO DE LAS REHALAS. Cazar en mano en las posiciones asignadas, respetando la mano de los demás; seguir sólo los rastros frescos; cazar dispersos, abiertos por todos lados. El perrero ha de dejarlos batir el terreno, tomándose su tiempo; al arrancarse una ladra el perrero ha de esperar la vuelta de los perros para continuar andando.
LOS GUÍAS DE LAS REFINAS. Las rehalas siempre han de ser guiadas por alguna persona de nuestra confianza, que no sólo orientará a los perreros en sus acciones, sino que evaluará de cerca su trabajo, contribuyendo a una mejor ejecución y juicio posterior de su labor.

LA LABOR DEL CAPITÁN DURANTE LA MONTERÍA. Ocupar un lugar con máxima visibilidad; dirigir y coordinar las rehalas con la emisora; contar los disparos. En jabalíes se suele alcanzar que un 30% de los disparos efectuados coincida con el número de capturas; controlar los lances. En jabalíes se suele alcanzar que un 20-25 % de los animales avistados son abatidos; porcentajes inferiores hay que analizarlos.
EL COBRO DE RESES HERIDAS. Acto de imprescindible ejecución ya que seria inmoral no tratar de dar fin a sus sufrimientos. El montero no ha de iniciar el pisteo hasta que el postor no acuda a recogerlo, porque antes se podría provocar una situación de peligro.
LA CITA DE RECOGIDA. Según vayan llegando las reses se van disponiendo de forma ordenada, para una vez terminada su colocación hacer la foto de familia, en la que han de aparecer todos los integrantes de la montería y las reses obtenidas.
Santiago Segovia Pérez
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