Hace ya algún tiempo un amigo cuquillero me planteaba esta cuestión pues sus reclamos en determinada época del año se mostraban propensos a los saltos, revuelos y algarabías nocturnas, acciones que algunos aficionados hemos sufrido en alguna ocasión y que algunos relacionan directamente con el sueño de sus reclamos.
Manuel Romero | 14/11/2008
Y es que a pesar de que nuestros desvelos, mimos y atenciones a nuestros reclamos son permanentes durante todo el año pues disfrutamos mucho con la belleza de su plumaje, con su excelente salud y siempre estamos absortos mirando y remirando su comportamiento, en ocasiones somos sorprendidos con la acción de un ave brava y salvaje que desahoga sus impulsos y emociones de esta irracional forma.
La perdiz, como animal irracional que es, se guía por su instinto y responde de múltiples formas ante las situaciones complicadas que se le presentan poniendo en riesgo su integridad física. Es precisamente este instinto salvaje el que le guía e indica el camino a seguir, el alimento que debe ingerir y otros muchos hechos que se enmarcan dentro del rico, y a la vez complejo, comportamiento de la reina del monte.
Varias son las causas que llevan a la perdiz a saltar sin control dentro de la jaula, o en el terrero, dejándose las plumas enraizadas entre los alambres de la jaula, las cabezas peladas o ensangrentadas, picos rotos o despicados, alas caídas por la excesiva briega que han mantenido, heridas de mayor o menor importancia… y, en definitiva, escenas dantescas y decepcionantes son las que presenciamos cuando llegamos una mañana al jaulero para atender a nuestros campeones.

Nuestros esfuerzos por verlos gordos, limpios, brillantes y en perfecto estado de salud vuelan también por los aires y un sentimiento de preocupación y hondo pesar se apodera de nosotros cuando los vemos inmersos en esta triste situación. Nos podemos dar por muy contentos si no ha existido alguna baja ante tal algarabía y si ello se ha hecho presente que no haya sido con el pájaro puntero… o con aquel otro pollo… o el segundón que nos tenía muy ilusionado pues presentaba detalles de importancia para cuajarse con el tiempo como un excelente reclamo.
Los revuelos nocturnos se suelen presentar, con mayor frecuencia, cuando el tiempo comienza a refrescar y los reclamos se encuentran ya casi pelechados pues se están vistiendo con las últimas plumas de la cabeza y las correspondientes al collar o collareta. También es frecuente este comportamiento peligroso cuando llevan algún tiempo enjaulados. De igual manera se hace presente cuando nos encontramos alojados en el campo con la presencia de algunos reclamos extraños para ellos. En estos casos el nulo proceso de aclimatación al nuevo lugar suele ser la principal causa para que exista fiesta nocturna.
Para que el proceso de aclimatación sea el adecuado debemos mantener, desde que lleguemos al campo, las jaulas tapadas con la sayuela, con la lógica salvedad de mantener la piquera abierta para que puedan comer y beber con normalidad. Por las noches taparemos por completo las jaulas para que, existiendo total oscuridad, vean mermadas las posibilidades de asustarse por cualquier motivo. Conforme vayan transcurriendo los días y veamos en ellos el abandono de la extrañeza y la aclimatación a su nuevo habitáculo, iremos subiendo cada vez más las cobijas hasta que llegado el día elegido, que consideremos oportuno, se las quitaremos del todo.
Otra causa del tema que tratamos es debida al recibimiento de una mala impresión, entre ellas están el ataque de una rapaz cuando hemos estado en el puesto. Esta desagradable experiencia hace que el relamo se encuentre sumido en un estado de miedo y a la vez de continua alerta, que le hace estar intranquilo y preparado que eliminar toda la tensión que lleva acumulado…Un bañito de tierra, o una separación momentánea de sus compañeros hasta que su estado emocional vuelva a la normalidad, será el tratamiento adecuado si nos queremos que contagie al resto del equipo con saltos y espantadas que estarán casi garantizadas.
En otros casos los cambios de lugar, o de vecino, son suficientes para que en la oscuridad de la noche quieran seguir de gresca con el camorrista de turno que le han colocado al lado y con el que no tiene ninguna intención de hacer las paces.
Cuando nos regalan algún reclamo arisco, desconfiado o demasiado embravecido, es conveniente alejarlo del resto pues es muy probable que durante el transcurso de la noche invite al baile a sus nuevos amigos de encierro. Cuando el proceso de amansamiento y socialización del nuevo inquilino con el resto finalice, será el momento ideal para que vuelva con todos los reclamos. No hay que olvidar que el acercamiento que le hagamos al grupo de reclamos ha de realizarse siempre de forma gradual.

Existe entre algunos aficionados la pésima costumbre de acercar a los reclamos guerreros para que inicien cantos retadores antes de apagarles la luz. Cuando ello ocurre los reclamos que disponen de un mayor celo, los más guerreros o aquellos con un mayor empuje y con claros deseos de liderazgo siguen cantando, en la oscuridad de la noche, emberrenchinados tratando de ajustar cuentas con aquellos que perdieron de vista, pero a los cuales presienten cercanas sus presencias. Cuando llegan a enfriarse, uno de ellos suele dar el grito de pánico acompañado de un salto y precedido de un golpe seco de saseo poniendo en guardia a los demás…seguido con el más que seguro y triste espectáculo de saltos y espantadas…
Procuremos que los estados de celos no sean excesivos pues ello equivale ya no sólo a un rendimiento poco adecuado en el tanto, al estado próximo de celos pasados, también a una muda extemporánea y sobre todo a saltos nocturnos que traen irremediablemente consecuencias negativas para su estado físico…y hasta de desnuques que traen muertes repentinas.
Por todo ello es más que aconsejable la instalación en el interior de la jaula, y en la parte superior de la misma, de unos gorrillos acolchados cosidos de tal forma que el reclamo no puede quitarlos si adquiere la fea costumbre de picarlos. Estos gorrillos son círculos realizados con goma neumática procedentes de las ruedas de los camiones que irán forrados en su interior de goma espuma proporcionando un sistema muy eficaz para eliminar todas las secuelas y posibles daños que se presentan ante una espantada nocturna.
En la parte superior de los terreros es importante instalar, igualmente, unas mallas plastificadas separadas del techo y amarradas con gomas para así incrementar su elasticidad aportando, en su conjunto, un sistema ideal para aminorar, o reducir en su totalidad, todos los efectos negativos que lleva consigo un inesperado revuelo nocturno…
Autor de La caza de la perdiz con reclamo. Arte, Tradición, Embrujo y Pasión.
Un saludo cordial y buena suerte en el prosimo puesto.
Atentamente Neni Jr.
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