Sustituye la esperada caza de la codorniz por ayudar a los agricultores ante la sobrepoblación de conejos
Una cazadora esperaba con impaciencia la apertura de la media veda para caza codornices. Pero, ante la escasez de estas en su zona, con un criterio ejemplar, decide dedicar la jornada a la caza de conejos, que castigan mucho los cultivos del lugar.
Los cazadores no necesitan que nadie les diga lo que tienen que hacer. Su amor a la naturaleza y a los animales que la pueblan les lleva a autoimponerse vedas y cupos cuando es necesario. Este es un ejemplo de este compromiso.
Cazadora y mujer rural
La cazadora palentina Marta Santamaría López, mujer rural apasionada de la caza y los animales y futura ingeniería forestal, ayer domingo, 15 de agosto, disfrutó de un día de caza con el mejor compañero que puede tener un cazador, su padre o su madre. En este caso, su padre, Francisco Javier.
El terreno a cazar estaba ubicado en el término de Valdespina, perteneciente al municipio palentino de Amusco, dentro del acotado de la sociedad local.
Resultado de una inusual jornada codornicera. A la derecha, Marta junto a Fara, su podenca andaluza de 9 años.
Autolimitan la caza de codornices para abatir los conejos que ocasionan daños
Su intención era cazar unas codornices junto a sus perros de muestra y a la podenca andaluza Fara, de 9 años, pero la ausencia esta temporada de la pequeña ave en los rastrojos les hizo cambiar de objetivo después de derribar una collera de pájaros cada uno.
Con buen criterio se auto vedaron la caza del ave y se dirigieron a unos zarzales cercanos con gran abundancia de lagomorfos que estaban ocasionando daños en los cultivos. Sus perros, sobre todo Fara, inseparable compañera de Marta, que es una auténtica 4x4 de la caza, fueron sacando al limpio a los conejos que se encontraban en la maleza.
El conejo escapa de la boca de la perra y regatea a la cazadora
Un lance que jamás podrá olvidar la cazadora tuvo lugar a la finalización de la jornada cuando Fara hacía todo lo posible por hacer abandonar su ocultación a uno de los conejos. La perra ladraba insistentemente en el mismo lugar. Marta puso el seguro de su arma, la seguridad es siempre lo primero, para aproximarse al lugar de donde salían los insistentes ladridos. Pudo ver cómo la perra tenía el conejo en su boca. Lo acababa de coger a diente. Lo que no esperaba es que escapara de su boca, pasando prácticamente entre sus piernas para huir por una zona de pasto entre la zarzas.
La cazadora como a todos nos ha ocurrido en numerosas ocasiones, no recordó quitar el seguro del arma. En el instante que atinó a poner la escopeta en acción de disparo ya lo perros estaban a escasos metros del lagomorfo.
Por supuesto, Marta no disparó al conejo, ya que para un cazador lo primero es la seguridad de sus compañeros y perros.
Lances como este, pese a que la pieza escapara ilesa, son los que perduran años en nuestra memoria. Historias que repetimos miles de veces entre risas en las tertulias de caza. La caza no sería caza sin estos momentos.
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