Zaragoza

Se hizo cazadora por su hijo y ayer debutó ante las codornices

La zaragozana Cristina Viartola, la madre que se hizo cazadora el pasado año para que su hijo de 14 años pueda cumplir su sueño, debuta en la caza después de un año de morralera.



Esta madre ejemplar, que es capaz de todo por la felicidad de su hijo, ha querido compartir con Club de Caza esta mágica jornada de caza con perros de muestra a codornices autóctonas.

 Cristina Viartola
Cristina Viartola

Cristina ha disfrutado del trabajo de sus bretonas, Canela y Luna. El cupo de 7 codornices por cazador y día fue cubierto por ambos cazadores.

Se hace cazadora para cumplir el sueño de su hijo

Cristina Viartola, de 44 años, es natural de Sádaba, municipio situado en la provincia de Zaragoza que pertenece a la comarca de Las Cinco Villas. El pasado año, en julio, hizo lo que cualquier madre haría por su hijo, Eduardo, en ese momento con tan sólo 14 años: permitirle cumplir su sueño que era ser cazador. Ante la imposibilidad, por motivos laborales, de que su padre pudiera acompañarlo de caza y ante la obligatoriedad de la ley que exige que un menor de edad deba ir acompañado por un adulto para poder ejercer la caza, obtuvo junto a su hijo la licencia de caza y el permiso de armas.

 Cristina Viartola

Madre e hijo han disfrutado juntos de la primera jornada de la media veda.

Un año de morralera

Cristina, durante la primera temporada, se limitó a acompañar a su hijo en las duras jornadas de caza tras las bravas perdices autóctonas y vivir sus éxitos como si fueran suyos. Este año, por fin, ha podido ser ella también titular de una tarjeta de la sociedad local Sociedad de Cazadores de San José.

Ayer, 14 de agosto, con la misma ilusión que un niño el día de Reyes, no podía conciliar el sueño. Por fin pudo disfrutar del regalo de compartir la caza con su hijo. A las 4:30 horas ya estaban preparando los bártulos y montando en el vehículo a sus inseparables compañeras de caza, las perras de la raza epagneul bretón de nombres Canela y Luna.

Media hora más tarde esperaban la amanecida en el cazadero, viviendo emociones que sólo sabría describir un cazador. Nada más alumbrar el alba, salieron en busca de las bravas codornices salvajes entre rastrojos y densos arroyos de carrizos. En una dura jornada de mañana y tarde lograron hacer el cupo establecido de 7 codornices por cazador y día. Pero, como dice Cristina, eso qué importa. Lo que permanecerá de manera imborrable en sus memorias es este primer día en el que pudieron compartir su pasión por la caza.

 Cristina Viartola

Cristina Viartola

Amor de madre… cazadora

Horas antes Cristina en su primera noche velando armas publicó este post en su perfil de Facebook:

«Todo empezó como amor de madre. Tenía que cumplir la ilusión de mi hijo. Poco a poco esa afición que él tenía me la fue transmitiendo a mí. Yo ya había vivido de pequeña la caza junto a mi abuelo materno y permanecía en mis recuerdos.

Hoy, junto a él, por fin voy a cumplir mi sueño de debutar oficialmente como cazadora, en el monte de mi querido pueblo.

Estoy muy nerviosa pero muy muy ilusionada, la gente que me rodea lo sabe. Llevo mucho tiempo esperando este día junto a mis dos ‘chicas’ Canela y Luna, dos seres que me han dado la vida y sé que junto a ellas y con mi hijo esta nueva andadura que hoy voy a comenzar me va a hacer muy feliz».

Una ofrenda a su abuelo, tristemente fallecido

Las piezas abatidas se las entregaron a su abuela materna en homenaje a su abuelo fallecido que hubiese cumplido años hoy, 15 de agosto, para que pudiera disfrutar de la carne de caza como cuando aún la vida les permitía compartir su camino.

No te pierdas la historia que esta madre morralera compartió con todos nosotros

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