Córdoba

Un cazador abate dos jabalíes medallables en tres días tras dos aguardos por control de daños

En solo tres días. El mayor de los jabalíes alcanzó un peso de más 140 kilos y portaba unas navajas de 107,75 puntos. El segundo animal superó los 100 kilos y, tras las mediciones iniciales, obtuvo una puntuación de 101,60 puntos.



El esperista cordobés Alfonso Rodríguez ha logrado abatir, en tan sólo tres días y en el mismo lugar dos excepcionales ejemplares con los que llevaba soñando desde que obtuvo la licencia de caza con tan sólo 14 años. Es nieto de Antonio y Eduardo, propietarios de la rehala Cabrera, y sobrino de cazadores. De ellos ha heredado su pasión por la caza.

Después de 17 años realizando esperas, por fin le sonrió la suerte y abatió en menos de una semana, de manera inesperada, a dos espectaculares macarenos en una zona agrícola.


El jabalí del día 4.

Un jabalí que rozó la medalla de oro

El día 4 de agosto decidió realizar una espera para intentar abatir alguno de los ejemplares que estaban ocasionando graves daños en huertas y sembrados. Antes de elegir el lugar en el que realizó el aguardo, comprobó los destrozos y las huellas en una de las parcelas. Entre las pisadas, destacaba una enorme, según el cazador, parecía de un oso. El lugar donde vio el rastro del macareno junto al de otros animales de menor porte fue el elegido.

A media noche y sin mostrar desconfianza alguna, entró en el cultivo un jabalí de tamaño inmenso, el mayor que había visto en su vida. Alfonso esperó a que le ofreciera su costado. Efectuó un único disparo a 60 metros de distancia con su rifle monotiro Bergara del calibre .243.

El solitario se derrumbó al instante al impactar la bala en el codillo. Pesó más de 140 kilos y portaba en su boca un trofeo de 107,75 puntos, según la medición inicial del cazador. Es el mayor ejemplar abatido por el esperista.


El jabalí del día 7.

Un jabalí medalla de bronce a 200 metros de donde abatió el de medalla de plata

Tres días más tarde, el 7 de agosto, volvió al mismo lugar, ya que los cochinos continuaban visitando a diario la zona hortícola. En esta ocasión, se situó en una baña natural, a 200 metros del lugar donde días antes había abatido el jabalí medalla de plata. A las 00:40 horas, se vio sorprendido por otro animal de gran tamaño.

El cazador se decía a sí mismo «otro, otro... No me lo puedo creer». El esperista únicamente necesitó, al igual que en el anterior lance, un único disparo para hacerse con este espléndido jabalí medallable de más de 100 kilos.

La caza te depara inesperados momentos como estos. No sería caza si supiéramos lo que va a suceder cada jornada.

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