Tarragona

Pierde un ojo en un accidente, pero no pierde la pasión por la caza

Un accidente de caza le cambió la vida en un segundo. Fue el día que perdió la visión de uno de sus ojos cuando la rama de un algarrobo le perforó el globo ocular.



El cazador, taxista de profesión hasta ese momento, corría hacia el lugar en el que instantes antes acababa de abatir un conejo, con la fatalidad de que uno de las ramas le causó una lesión ocular irreversible. Ante la imposibilidad de seguir apuntando a la caza con ese ojo, tuvo que cambiar sus hábitos y aprender a disparar con la mano izquierda.

  cazador pierde ojo
cazador pierde ojo

El cazador ha logrado adaptarse y disparar como zurdo, abatiendo grandes jabalíes.

Ejemplo de superación

El jiennense de nacimiento Pedro Pérez, afincado hace 59 años en Tarragona, es un ejemplo de superación y de pasión por la caza. Cazador de menor desde que tiene uso de razón, su padre y mentor en la caza, Juan Antonio, lo tenía que castigar cuando se marchaba sin su permiso a cazar conejos. Su pasión siempre ha sido la caza menor con perros, hasta el día que su vida cambió de manera radical. Fue el día de la apertura de la temporada del año 1980.

Ese fatídico día, después de disparar a un conejo y correr hacia él para evitar que pudiera perderse en el interior de una hura, se perforó el globo ocular del ojo derecho con una rama de un algarrobo, especie arbórea de la familia de las fabáceas originaria de la cuenca del Mediterráneo cuyo fruto es la algarroba o garrofa. La lesión le produjo la explosión del globo ocular con la consiguiente salida del humor vítreo.

  trofeo jabalí
trofeo jabalí

Este es el primer jabalí abatido tras perder el ojo, que preside su salón.

Necesitó dos años para volver a cazar con normalidad

Después de más de un año sin poder trabajar y tras dos complejas operaciones oculares, pudo recuperar parte de la visión con el uso de una lentilla especial. Sin ella, con el ojo lesionado solamente puede ver sombras. Intentó volver a cazar, pero era imposible como lo hacía con normalidad, por lo que tuvo que empezar a disparar con el brazo izquierdo para apuntar la caza con ese mismo ojo. La adaptación fue muy dura, sirva de ejemplo el primer día que pudo ir de caza después del accidente: efectuó más de 100 disparos en un puesto de zorzales para no abatir una sola pieza.

Este hecho no amedrentó al cazador, al contrario, le espoleó hasta el punto de proponerse a sí mismo que «costara lo que le costara, volvería a cazar». Después de efectuar cientos de disparos a piezas de caza, blancos fijos y al plato, logró asimilar la mecánica de tiro con su ojo izquierdo.

Este accidente, junto a diferentes enfermedades, como artrosis en las rodillas y problemas dorsales, le obligaron a cambiar la caza al salto por la caza a puesto del jabalí. Anteriormente sólo asistía a batidas de cochinos cuando algún amigo le invitaba de manera puntual, ya que, como dice Pedro, «lo mío es abatir conejos a cola de perro».

  trofeo jabalí

Impresionante jabalí abatido por el cazador.

El trofeo del primer jabalí que abatió después del accidente preside el salón de su casa

En el salón de su casa tiene inmortalizado de pecho el primer jabalí que abatió después del accidente, hace ya más de tres décadas. No podrá olvidar el lance y la emoción que sintió cuando, después de ser rastreado por los perros, lo halló muerto a 70 metros del cortadero donde había efectuado dos disparos con su escopeta Beretta.

Logró cumplir su sueño al poder volver a cazar un cochino en una montería celebrada en Huesca, a la que llegó tarde junto a varios compañeros, ya se había celebrado el sorteo. Tuvieron que ocupar los puestos que habían quedado desiertos en la armada de la Ermita, puestos de cortadero.

Cuando había transcurrido gran parte de la montería, pudo oír una ladra en la lejanía que cada vez se acercaba más a su puesto. Lo que le hizo pensar que el cochino se dirigía hacia él. Después de un gran trabajo de los perros, que batallaron durante largo rato con el cochino en la espesura, pudo oír con claridad su jadeo y el partir de las ramas a su paso.

El jabalí cruzó como una exhalación la zona sin monte. Iba acosado por los canes. Momento en el que Pedro efectuó dos disparos. En un primer instante, pensó que el suido había resultado ileso del lance. El cazador se lamentaba mientras no dejaba de pasar por su cabeza un pensamiento que le decía «jamás volverás a ser el mismo». Cuál fue su sorpresa cuando, una vez llegado el rehalero al cortadero y le instó a adentrarse en la espesura para combrobar si había algún rastro de sangre, a escasa distancia de donde efectuó los disparos yacía muerto un macho de notables navajas.

El cazador forma parte actualmente de la colla de Arbolí y Cornudella de Montsant.

Pedro quiere agradecer públicamente el incondicional apoyo de su esposa, Lali, que estuvo en todo momento a su lado y lo animo para que siguiera cazando.

 

Colaboración de Eusebio Ezquerra, administrador del grupo de Facebook Solo Jabalí.

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