El propietario de la cabaña, Even Borthen Nilsen, comentó que tenía la comida y bebida almacenada en la cabaña en preparación de la temporada de caza en otoño.
Contó que los osos solo habían dejado atrás excrementos, huellas y un hedor horrible después de una noche de copas.
«Tuvieron una fiesta infernal allí».
La cabaña acabó totalmente destrozada. Las camas y todos los electrodomésticos de la cocina, la estufa, el horno, los armarios y estantes fueron hechos pedazos.
«Es casi como sacado de Ricitos de Oro y los tres osos», señaló.
La destrucción del refugio familiar en Jarfjord, Finnmarken, al norte de Noruega, fue descubierto por la madre de Even y su abuela.
Even teme que los osos puedan volver en busca de más alcohol, ahora que le han cogido el gusto a la cerveza.