Jabalíes en la capital, Islamabad

Con un policía herido y el palacio presidencial devastado, la capital de Pakistán lanza una nueva ofensiva contra la población cada vez más numerosa de jabalíes en la ciudad.


Cada noche, grupos de bestias peludas salen del lecho de los ríos de Islamabad, de los parques y el monte bajo para saquear los contenedores rebosantes de basura de sus ricos habitantes y del creciente número de restaurantes. Las autoridades municipales están poniendo veneno y han anunciado permisos libres de caza para matar jabalíes. Sin embargo, para asegurarse de que los residentes no se vean cogidos en el fuego cruzado, sólo permiten escopetas. Ha habido pocos interesados en los permisos. Los cazadores temen ser arrestados por la policía, o incluso peor, ser confundidos con terroristas. Los animales pueden llegar a pesar entre 80 y 100 kilogramos, y tiene afilados colmillos. Los machos adultos tienen terribles colmillos. Aunque se escabullen de los seres humanos, atacan cuando se ven acorralados, asustados o heridos, y son una causa importante de accidentes de tráfico en la ciudad. El último capítulo del hombre contra los jabalíes se desarrolló en una estación de la policía la semana pasada en el centro de la ciudad, cuando un jabalí atacó al policía de guardia Sajjad Hussain, produciéndole una herida en el estómago que necesitó de ocho puntos de sutura. Los jabalíes también han invadido las lujosas y bien vigiladas casas del presidente y del primer ministro. Los jabalíes se encuentran en todo Pakistán, y son una de las principales plagas para su agricultura, engullendo a su paso millones de dólares en trigo y cultivos de caña de azúcar. En la provincia de Punjab, en la década de 1980, el gobierno inició un sistema de recompensas por el que a los aldeanos se les pagaba por cada cola entregada, pero se suspendió por falta de fondos. Islamabad fue levantada desde cero en 1951 en la zona de matorrales al pie de las colinas de Margalla, por lo que los jabalíes han vivido siempre cerca de la ciudad. Sin embargo, su número ha crecido junto con la ciudad y sus habitantes, ahora casi 800.000 desde los apenas 100.000 en un principio. La carne de jabalí es muy apreciada en muchos países, pero no tiene ningún valor en Pakistán porque su consumo está prohibido por el Islam. Las pequeñas y perseguidas comunidades de cristianos e hindúes del país, tampoco crían o comen cerdos. Eso ha ayudado al aumento de las poblaciones de jabalíes. La abundancia del animal ha convertido al país en un destino privilegiado para la caza del jabalí, dice Qaiser Khan, quien guía a grupos de caza en Pakistán, incluyendo a cazadores extranjeros. Los extranjeros que quieren cazar en Pakistán con Qaiser deben firmar un contrato que estipula que estos no pueden cocinar la carne o pedirle al personal que lo haga. La caza en Islamabad es poco probable que atraiga muchos cazadores porque no vale la pena la molestia de coordinar a la policía y autoridades de la ciudad. Por otra parte, los cazar jabalíes con una escopeta es peligroso porque el cazador debe acercarse, y el arma tiene el riesgo de solamente herir, pero no matar, al animal. El profesor Rashid Ahmad Khan ha capturado y matado más de 1.700 jabalíes en los tres años que lleva investigando el problema. Dice que envenenar la caza es un método inadecuado de control de la población, y en su lugar aboga por la eliminación de su hábitat. Reducir el matorral en el que se esconden durante el día, cercar los numerosos arroyos que atraviesan la ciudad y una mejor gestión de la basura que se derrama fuera de los contenedores y en la parte trasera de los restaurantes de la ciudad ayudarán a reducir su número. «Si no hacemos esto, será imposible eliminar los animales, su número está aumentando».
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