Podenquera ante todo
Desde pequeña, vivió la caza en casa, pero las circunstancias de la vida no hicieron posible que pudiera ser cazadora. Sueño que pudo hacer realidad el día que conoció a su pareja.
Juntos comparten su pasión por la caza y por el podenco, pese al mal momento que está pasando el conejo debido a las enfermedades en muchos puntos de la geografía andaluza.
Amor por la caza y el podenco
Ángela Bermúdez creció en una familia de cazadores cordobesa del municipio de Benamejí. Su padre José el Moro y su hermano Marcelino eran guarda de caza y cazador, respectivamente. A pesar de acompañar a su padre y a su hermano en numerosas ocasiones de caza, las circunstancias de la vida y el trabajo no le permitieron comenzar a practicarla de forma regular hasta hace cuatro años. Fue el día que conoció a su pareja, el podenquero cordobés Francisco Robles. Desde que el destino cruzó sus caminos, empezó a ir al campo junto a él y sus perros. Su pasión por la caza le llevó a obtener el permiso de armas y la licencia de caza pocas fechas más tarde.
Con su padre, Guarda Rural, José el Moro. A la derecha, con su pareja, Francisco.
El primer lance de su vida que jamás podrá olvidar
Y ese mismo día consiguió abatir su primer conejo. Aún recuerda emocionada cómo después de más de 15 minutos de duro trabajo de sus podencos en un extenso zarzal situado en la ribera de un arroyo, los perros lograron hacer salir de la espesura al conejo. En un primer momento pensó que había errado el disparo que salió del cañón de su escopeta de la marca Benelli modelo Premium Superligera. Y cómo le invadió la alegría cuando un minuto más tarde pudo ver a Clara, una de sus podencas, acercándose con el conejo en su boca.
Apasionada de la caza del conejo con podenco andaluz.
Una línea de podencos con gran capacidad de trabajo
Ángela y Francisco cazan con una línea de podencos fruto de diferentes cruces de perros, en los que anteponen sus cualidades a las pureza de la raza. Para ellos, un podenco, debido a que en su zona escasean los conejos, debe de tener muy buen olfato a la hora de detectarlos y seguir sus rastros en la espesura. Tiene que ser un perro tenaz, trabajador y con gran rapidez a la hora de acosar y seguir a la pieza para obligarla a salir de la maleza.
Ángela tiene especial cariño a dos de sus podencas. Diela, de cuatro años de edad, dotada de un portentoso olfato, a la que crío desde que nació y con la que ha compartido innumerables lances, y Bala, de dos años, una espectacular podenca debido a su rapidez que le permite capturar un gran número de conejos a diente.
La podenquera siempre se ha sentido una más
La cazadora quiere poner en relevancia el hecho que desde que dio sus primeros pasos en la caza siempre se ha sentido una más y sólo ha recibido ayudas y buenos consejos por parte de sus compañeros. En la caza no existen distinciones de sexo.
Ángela, como otras muchas compañeras, sufre el acoso en redes sociales por parte de animalistas radicales por el simple hecho de su condición de mujer cazadora, pero nada ni nadie logrará que deje de mostrar públicamente su pasión por la caza.
Colaboración de Eusebio Ezquerra, administrador del grupo de Facebook Solo Jabalí.
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Tras conejos con podencos
Dos podencos de castigo se internan en la zarza. Mientras, fuera, los más veloces esperan. Cuando suenan las voces de los que están dentro, algunos más entran en el mar de espinas y ramas. El resto acude y cerca las posibles vías de escape del conejo. Son los más veloces, los que tienen alguna opción de alcanzar al conejo en los primeros metros de huida en el exterior de las matas.
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Podencos que suben a los árboles a cobrar las piezas abatidas
Nada detiene a un buen podenco cuando caza. Ni siquiera un conejo que se oculta en la parte más alta de un árbol o un zorzal abatido que hay que subir a cobrar a las ramas más altas. Y estos vídeos se convierten en buena prueba de ello.
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