Un cazador abate un astuto y viejo jabalí con tan solo tres patas
El cazador se hizo con este animal de afiladas navajas con la única ayuda de sus podencos y un bretón, que lo mostró en el interior de un espeso zarzal. Iba a cazar conejos.
El macareno vendió bien cara su derrota, ya que los perros necesitaron más de 20 minutos para lograr que el enorme cochino abandonara la maleza y pudiera ser finalmente capturado.
Pretendía cazar conejos y se tropezó con un gran jabalí
La caza nos depara lances inesperados, como le ocurrió al cazador segoviano Javier Soco una tarde en la que decidió, después de haber finalizado su jornada laboral a las 14:30 horas, intentar abatir unos conejos junto a sus inseparables canes.
A las 15:30 llegó al cazadero: unos zarzales ubicados en un prado, de gran querencia para los conejos, en los terrenos pertenecientes a la sociedad de cazadores de la localidad de Bercial, situado en la campiña segoviana.
Javier preside actualmente al grupo de cazadores de la sociedad local que gestiona una superficie de 1.427 hectáreas, donde practican las modalidades de caza menor al salto de conejos, perdices y liebres y a puesto fijo a zorzales y palomas. En el acotado también pueden practicar la caza mayor de jabalíes en espera, al salto y batida, así como los corzos a rececho.
Un jabalí a muestra de perro
Javier, gran apasionado a la caza al salto y a los perros, nada más llegar a los zarzales donde había decidido cazar, soltó su cuadrilla de perros. Está compuesta por tres podencos y un bretón. En cuanto comenzaron a buscar en la espesura, empezaron a ladrar, delatando la presencia de los conejos en su interior.
El bretón que no solía penetrar en la espesa vegetación, se alejó unos metros del lugar en el que se encontraba el cazador, quedando inmóvil frente a las zarzas. Javier observó un comportamiento anómalo del perro, ya que no dejaba de mirar hacia él, no atreviéndose a acercarse a la maleza. Su experiencia le hizo pensar que un jabalí se ocultaba en el zarzal. Cambió la munición de su escopeta semiautomática del calibre 12 de la marca Benelli modelo Rafaello Crio. Sacó los cartuchos de perdigón y cargó balas.
El zarzal parecía que había cobrado vida
El cazador y los podencos llegaron a la vez al lugar de la muestra del Breton. Allí comenzó la batalla entre perros y jabalí, que se negaba a abandonar la espesura, consciente de la presencia del cazador en el prado. Después de más de 10 minutos de ladras y carreras en el interior de los espinos decidió cambiar de apostadero ya que la extensión del zarzal no le permitía vigilar las posibles rutas de escape del cochino. Su intuición le decía que al abandonar el macareno la espesura se dirigiría a una mancha de monte situada a la izquierda de las zarzas, a unos 200 metros.
La pericia del cazador permitió que abatiera al gran jabalí
Allí se apostó confiado en que el astuto cochino intentaría escapar por ese lugar. Al cambiar de posición todos los perros se marcharon junto a él menos un cruce de podenco portugués y andaluz que continuó acosando al macareno. Transcurrieron 10 minutos más y el animal permanecía en la espesura. Ante la imposibilidad de hacerlo salir de su escondite, llamó a su tío, que vivía a menos de 5 minutos en coche. Nada más llegar, Javier, que seguía apostado junto a la mancha de monte, le dijo que pateara el zarzal y lanzara alguna piedra s su interior para hacer huir al cochino. Este oyó al cazador, lo que le llevó a huir por el lado opuesto del zarzal con todos los perros siguiéndole a escasa distancia.
Javier posa orgulloso junto al gran jabalí que protagoniza esta crónica.
Cuatro disparos para frenar al jabalí
Javier efectuó el primer disparo a unos 35 metros de distancia mientras el suido huía por el prado. La bala no impactó en el cuerpo del animal, pero le hizo cambiar de dirección y dirigirse hacia la mancha de monte en la que se hallaba oculto el cazador. El viejo cochino, que no se percató de la presencia de este, cruzó a menos de 10 metros de distancia. El cazador tuvo que esperar que sobrepasara su posición, ya que los perros iban tras el a menos de cinco metros. Efectuó un segundo disparo que derribó al cochino al impactar en su paletilla.
Un jabalí con tan sólo tres patas
En este instante, el cazador se dio cuenta de la anomalía que tenía el macareno en su extremidad delantera derecha, parcialmente amputada. Según Javier, esto se debía a un disparo de temporadas anteriores. La merma física no impedía al suido correr ni alimentarse con normalidad, ya que el cazador no se percató de este hecho hasta el momento en el que lo tuvo a pocos metros.
Excepcional trofeo del jabalí abatido por este cazador.
El enorme jabalí, pese al impacto de la bala a corta distancia, se levantó e intentó huir hacia una alambrada ganadera en la que había un agujero por donde entraba y salía del prado. Javier efectuó un tercer disparo mientras escapaba, que impactó en sus extremidades traseras, no logrando derribarlo de nuevo.
Javier, gran deportista y que goza de una extraordinaria condición física, persiguió al verraco hasta que finalmente pudo rematarlo.
El macareno dio en la báscula un peso de 101 kilos y porta en su boca unas espectaculares navajas, pese al desgaste que tenían como consecuencia de su avanzada edad.
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