El Parque Nacional de Bouba N’djida, en el norte del país, vive desde hace unas semanas bajo el dominio de milicias armadas que, procedentes de Chad y Sudán, han acabado con unos 200 ejemplares (un tercio de los que viven en la reserva). Los testigos cuentan que van armados con Kaláshnikov, a caballo y asistidos por camellos, y que regalan la carne a la población local. Ellos solo quieren el marfil de los colmillos y dejan tras su paso un reguero de elefantes decapitados.
David Hoyle, responsable de la WWF en el país, explicó que hay mucha confusión: «Que está ocurriendo una matanza es seguro, pero los datos no están claros. Hay quien habla de grupos de cincuenta personas y otros de sólo diez».