Las ruinas del Mundial 2010

Según publicó El Confidencial, un año después de que Sudáfrica fuera anfitriona de la megafiesta del fútbol, el país se debate entre administrar un legado complicado de cemento demasiado costoso y cerrar heridas que sangran ahora más que nunca.


El país, que ahora hace un año era una piña con llamadas constantes a la calma y al trabajo en equipo, es hoy un polvorín político donde no se respetan ni los aliados. Quizá la Copa del Mundo fue sólo un somnífero, un bello cuento. Quizá no. Un año después del Mundial, la situación política es más inestable que entonces. Justo antes de la Copa del Mundo hubo una serie de enfrentamientos raciales y políticos que quedaron aparcados durante el torneo. El presidente Zuma ordenó callar a todo el mundo cuando los micros y cámaras rondaban por el país. Hoy el partido gubernamental, la coalición del CNA, está casi en estado de guerra civil. Los jóvenes del partido quieren tomar las riendas políticas del país y exigen la nacionalización de las minas y quitar las grandes granjas a los blancos sin pagar ninguna compensación.

Preocupación por la situación de la caza

«Son nuestras, ellos nos las quitaron antes», han declarado los nuevos protagonistas de la política sudafricana en su reciente congreso de este fin de semana. Su poder crece de manera exponencial y su mensaje está dividiendo el país y a su propio partido, donde nadie se salva de las críticas. «Iremos a la guerra», han anunciado. Si el mensaje persiste, Occidente volverá a ver a Sudáfrica como otro ejemplo más de políticas inestables en las que no vale la pena invertir. Un nuevo Zimbabue y no un aliado. La World Cup habrá sido sólo el sueño de un mes de verano. Fuente: El Confidencial
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