Disminuye la fauna salvaje de algunas áreas protegidas

Según informan Richard Fynn y Mpaphi Casper Bonyongo, becarios senior en investigación en ecología del Centro de Investigación de Okavango Harry Oppenheimer (Universidad de Botsuana), en su artículo ¿Por qué la fauna salvaje de África en áreas protegidas disminuye de forma generalizada? publicado en Sunday Standard, «¡la fauna salvaje africana dentro de los Parques Nacionales y Reservas de Caza disminuye de forma generalizada, y esto tiene poco que ver con el furtivismo o la mala gestión de la conservación!».


Recién prohibida la caza en el delta del Okavango, grupos ecologistas están aumentando la presión para que se deje de cazar en otras zonas tanto de Botsuana como del resto de África, estos dos investigadores defienden la caza como herramienta de conservación y única forma viable de uso del suelo en determinadas zonas, y rebaten que sea la causa de la disminución de fauna en éstos y otros espacios. La literalidad del artículo de Fynn y Casper Bonyongo hace que ciertamente debamos preocuparnos: «Parece que existe una crisis en la conservación de la vida salvaje en África. Un artículo reciente de Joseph Ogutu y varios colegas en el Journal of Zoology, documenta cómo han disminuido muchas especies de ungulados en la famosa reserva de Masai Mara en los últimos tiempos. Lo mismo ocurre en la mayoría de los Parques Nacionales del África Oriental, como el Parque Nacional de Nairobi y el Tarangire, donde en particular el número de ñúes se ha desplomado. Del mismo modo, el número de ñúes en el Parque Nacional de Etosha en Namibia y en el Parque Nacional Kruger en Sudáfrica también ha disminuido considerablemente. No tenemos que mirar más allá de nuestra propia Reserva de Caza del Kalahari Central (CKGR) para ver que los 250.000 ñúes estimados entre los años 1970 y 1980 han descendido a sólo unos miles hoy en día. Lo mismo sucede con el eland, el hartebeest y las cebras en la CKGR. Además, las poblaciones de sable, roan y tsessebe han disminuido drásticamente en la mayoría de las áreas de conservación en África». Los autores insisten en que «no hay evidencia que sugiera que la caza tal y como ha sido practicada durante las dos o tres últimas décadas, sea una gran amenaza para las poblaciones restantes de fauna de Botsuana. La principal amenaza es la destrucción del hábitat y la pérdida de corredores o zonas de conexión entre los pastos de la estación seca y húmeda». Añaden un ejemplo muy esclarecedor en el complejo del delta del Okavango y las cuencas de Makgadikgadi-Savuti-Chobe-Hwangwe (complejo OMSCH), uno de los territorios africanos aún con zonas de pastoreo funcionales, tanto de estación de lluvias y como de estación seca, y con grandes y saludables poblaciones de ungulados migratorios: «Los aproximadamente 150.000 elefantes del complejo OMSCH proporcionan un amplio recurso tanto para el turismo fotográfico como para la caza. Con una tasa de crecimiento (tasa conservadora para una población de herbívoros) del siete por ciento al año, se tendrían que matar más de 10.000 elefantes por año para empezar a reducir el tamaño de la población. La caza, por lo tanto, no tiene impacto alguno sobre el tamaño de esta población. Ahora se admite en los círculos de conservación que las áreas de conservación que no son una forma económica viable de uso del suelo y que es poco probable que persistan a largo plazo; si la caza no paga estas áreas desaparecerán».
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