El presidente de la sociedad de cazadores
El Terrablanch, José Mª Mallafré, no daba crédito a lo que veían sus ojos cuando los cazadores acudían a la Junta y uno a uno iban depositando los animales abatidos. Confiaba en que se podrían abatir 8 o 10 guarros, pero no veinte.
Cinco rehalas (100 perros) y 60 posturas conformaban la batida que corría a cargo de la
Colla del senglar del Tarragonés. En dos batidas anteriores se cobraron 15 cochinos, comentan su
Cap de Colla, José Pérez, y su coordinador, Manuel Lorca. La villa de Vallmoll se encuentra a 18 km de la ciudad de Tarragona.
Se montearon poco más de 200 hectáreas en cuatro barrancos que son fortísimos con una maleza, cañas y maraña impenetrable, hábitat ideal donde el jabalí se hace fuerte y aguanta el embiste y la ladra de los perros. Gracias a la pericia de los perreros, geniales conductores de las rehalas, y el valor y astucia de los perros, consiguieron levantar más de 80 jabalíes.
La euforia y la gratitud hacia los cazadores quedó patente en los agricultores y propietarios que tienen que soportar los destrozos y las pérdidas de sus cosechas. Y por consiguiente, el conseguir bajar los accidentes de tráfico ya que en esta zona del Alt Camp son numerosos, como corroboran los
Mossos d’Esquadra.
A pocos días del cierre de la veda y en evitación de daños y accidentes, dada la densidad en esa zona de cochinos, fuentes de la Sociedad de cazadores apuntan que se va a pedir a
Medi Ambient de la Generalitat Catalana una prórroga para nuevas batidas.