Crónicas de caza

Vamos de caza y abatimos un gran jabalí al que le falta medio hocico

Te enseñamos el lance grabado, cómo lo rastrearon los perros, la ladra que desencamó a este gran jabalí. Acompáñanos en un apasionante día de caza tras grandes jabalíes.



El cochino tenía la herida cicatrizada y con las fosas nasales totalmente obstruidas, por lo que no le quedaba más remedio que respirar por la boca.

Cuadrilla de la ‘OS DA TORA ’

El ejemplar fue abatido, junto a otro macho también de grandes dimensiones, el pasado domingo, 17 de enero, en el Tecor de Corneda, en Orense. En frente tuvo a los integrantes de la cuadrilla gallega de la Os da Tora, nombre en honor de una de las mejores perras que ha disfrutado este grupo de compañeros de caza.

Normalmente suelen cazar en terrenos de Portas, Caldas de Reis y Santiago de Corneda. La cuadrilla está integrada por 28 cazadores y son ejemplo de convivencia, amistad y solidaridad. Esta temporada han abatido la friolera de 96 jabalíes, y aún les quedan varias semanas para que concluya la temporada de caza.

 caza galicia
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La caza, actividad esencial

El año pasado lograron batir el récord de la cuadrilla, con 110 ejemplares. Esto ayuda a minimizar los numerosos accidentes de tráfico causados por los jabalíes que, según los últimos estudios realizados, son los causantes del 40% de los accidentes de tráfico producidos en las carreteras gallegas.

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Un jabalí al que le faltaba la mitad de la jeta

Este cochino, que mostraba una terrible amputación en su hocico, probablemente causada por un cepo colocado por un furtivo, fue abatido en la primera mancha que batieron, después de detectar los sabuesos y grifones de la cuadrilla la presencia del animal.

El suido, a pesar de esta gran merma, dio en la báscula cerca de 100 kilos y presentaba un buen estado de salud, increíble lo duros que son estos animales.

Una vez detectada su presencia por los perros de Sergio Fernández, capitán de la cuadrilla, Jorge y Fernando Cotón se ubicaron las escopetas cubriendo las posibles huidas de una superficie con una extensión no superior a un campo de fútbol, lugar donde los cazadores pensaban que tenía su encame.

El jabalí no quería salir de la espesura

Se soltaron seis perros para intentar hacer que saliera del lugar donde se ocultaba, un monte arbolado de tojo y espino.

Transcurridos cinco minutos de ladras por parte de los perros, y al ver que el cochino no salía de su encame, los perreros se aventuraron en la espesura, logrando hacer huir al animal cuando oyó los gritos y se percató de su presencia.

El macareno, después de una corta carrera, fue abatido por Guillermo de dos certeros disparos con su rifle express.

Al acercarse los integrantes de la cuadrilla al cochino abatido, cuál fue su sorpresa al encontrar que le faltaba parte de la jeta y que la cicatriz le había taponado los orificios nasales.

Más animales mutilados por los furtivos

Por desgracia, nos cuenta Sergio que no se trata de un caso aislado, ya que han encontrado numerosos animales con amputaciones y malformaciones producidos por lazos y cepos de los furtivos.

El segundo jabalí embiste a los cazadores

El segundo gran jabalí fue abatido en la segunda mancha que decidieron batir, después de detectar la presencia de estos por parte de los perros de Guillermo y Pacheco.

Cuando los cazadores ocuparon sus posiciones, fueron soltados varios perros que, en este caso, rápidamente levantaron a cinco ejemplares del encame, cuatro animales de menor porte y el gran macho. Todos entraron en las posturas por diferentes lugares al haberse separado los miembros de la piara.

Después de efectuar varios disparos por parte de varios cazadores, aparentemente todos los cochinos escaparon ilesos del envite. Como nos dicen los cazadores gallegos, no siempre se abaten todas las piezas a las que se dispara, si no, la caza no sería caza.

El macareno entró entre los puestos de Julio y Pablo, efectuando ambos varios disparos, resultándole a los dos cazadores muy extraño que el gran cochino hubiese logrado huir indemne.

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No se deja nunca en el campo una pieza herida o abatida

Los miembros de la cuadrilla, cumpliendo la norma no escrita en el mundo de la caza de que «no se deja en el campo ninguna pieza abatida o herida», se dirigieron con sus perros al lugar en el que por última vez vieron al jabalí.

El jabalí embiste a los cazadores

En un primer instante, no encontraron indicio alguno de sangre, pero tras pistear una decena de metros siguiendo el rastro que marcaban los perros, encontraron una muestra de que el jabalí estaba herido.

A unos cien metros de la primera sangre, en una zona con la vegetación más espesa, los perros delataron la presencia del jabalí. El animal herido, nada más detectar a los canes, se lanzó contra estos y contra Julio, uno de los cazadores que había efectuado los disparos. Con gran temple y nervios de acero, logró derribarlo de un disparo en el hocico a escasos centímetros de sus pies.

Una vez pasados los primeros instantes de lógico nerviosismo ante lo sucedido, los cazadores, entre risas, se dijeron «si fallo, me apaña».

El gran cochino, que rozó también los 100 kilos tenía un impacto de bala en una de sus extremidades traseras, fruto de los primeros disparos efectuados por los cazadores.

Los cazadores de esta cuadrilla gallega nos envían más ejemplos de cómo sus perros trabajan el rastro del jabalí.

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