Exigen muladares «en cada explotación ganadera»

Los buitres y otras aves carroñeras son «los mejores y más económicos» limpiadores del hábitat natural, pero, si falta alimento, pueden atacar a animales vivos y, por eso, es «urgente» recuperar los muladares, que se cerraron masivamente a causa de la enfermedad de las vacas locas.


El Gobierno aprobó un decreto el pasado mes de mayo permitiendo los muladares en los casos en los que las aves no tengan alimento
Esta es una de las conclusiones de la tercera reunión trienal que han celebrado expertos de España, Portugal y Francia sobre buitres, una iniciativa que tuvo su primera edición en Ávila, en 2001, explicó la experta en buitres leonados y directora del Centro de Recuperación de Aves carroñeras La Botica de Málaga, Chelo Atencia. En esta edición, celebrada en Plasencia (Cáceres), propusieron que para evitar ataques como el del pasado 2 de agosto, cuando un grupo de unos 30 buitres se comieron en el valle de Mena (Burgos) a un ternero, se recuperen «en cada explotación» ganadera los muladares —depósitos de cadáveres—, clausurados mayoritariamente con la crisis de las vacas locas y sustituidos por incineradoras. El Gobierno aprobó un decreto el pasado mes de mayo permitiendo los muladares en los casos en los que las aves no tengan alimento y en zonas donde habitan aves en peligro de extinción como el buitre leonado o el águila imperial ibérica. Es «urgente» que se cumpla el decreto, subrayó Atencia, para evitar los ataques o que «mueran de hambre» pero, precisó, lo ideal sería que se alimentaran de «forma natural», sobre todo en zonas de montaña donde la presencia de cadáveres no representa un riesgo sanitario. «Los buitres son actores de un desarrollo sostenible que no solo permite limpiar de animales muertos de la forma más ecológica imaginable sino mantener la ganadería extensiva», apostilló. Las aves carroñeras, dijo, «ahorran trabajo y dinero» a los ganaderos ya que limpian sus terrenos de materia orgánica y «prefieren» este sistema «natural y cómodo» de deshacerse de los cadáveres de los animales frente a la incineración. En su opinión es imprescindible que se preserve el hábitat natural de las especies carroñeras, cada vez más amenazado por las infraestructuras, sobre todo por los parques eólicos. «El impacto de las infraestructuras sobre las poblaciones de carroñeros es un problema porque no está reconocido ni evaluado por parte de las autoridades», destacó. El veneno que se encuentra en los campos y en los cotos de caza es otro de los peligros a los que se enfrentan estas aves, aunque su uso no se dirija «específicamente» a ellas. «Hay que tomar medidas para preservar el medio y sus habitantes y no llegar al extremo de que sea necesario repoblar», dijo Atencia, para quien antes de llevar a cabo planes de repoblación, es necesario, en cualquier caso, «eliminar» las causas que han afectado a la población original de un paraje. Con respecto al alimoche, dijo, es necesario situar pequeños muladares enfocados a la especie y favorecer su alimentación suplementaria en las cercanías de los territorios de reproducción y de los lugares donde duermen. Sobre el quebrantahuesos, los expertos participantes en la reunión de Plasencia creen que también se debe ayudar a la alimentación de las parejas en el entorno de los sectores de nidificación.
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