Abrió el curso el presidente de AEPES, Álvaro García Matéu, con una ponencia sobre razas aptas para la búsqueda de caza mayor herida, cómo seleccionar un cachorro para el trabajo sobre el rastro de sangre y cómo preparar a ese cachorro para que desarrolle todo su potencial en el futuro.
Posteriormente, y para cerrar la jornada matutina del sábado, todos los asistentes se trasladaron al campo, a los magníficos bosques de Pino Silvestre de Cercedilla, donde Jean-Guy Gendrás —experimentado conductor de perros de sangre de
l’Union Nationale pour l’Utilisation de Chiens de Rouge, UNUCR—, explicó de forma práctica cómo trazar un rastro artificial de sangre, elemento fundamental en la preparación del perro.
A continuación se llevó a cabo una prueba de balística terminal. Básicamente consiste en efectuar un disparo de rifle sobre una pieza de caza ya muerta, que se halla colocada en un caballete de forma que adopte una posición natural. Detrás y debajo de la pieza se colocan sendas sábanas, que permitan a los participantes comprobar los indicios de herida que pueden encontrarse sobre el terreno cuando se ha efectuado un disparo sobre una pieza de caza mayor. De igual forma se puede comprobar sobre las sábanas los efectos producidos por la fragmentación de la bala, con orificios de esquirlas en ángulos inverosímiles. Esto ayuda a los asistentes a comprender las medidas de seguridad que deben adoptarse, para con nuestro perro y nuestros acompañantes, a la hora de efectuar el remate de una pieza.
Para finalizar la jornada de mañana del sábado, se llevó a cabo una demostración de rastreo con una perra experimentada.
Umma, sabuesa de montaña de Baviera conducida por su propietario Alfonso Couret, ejecutó un rastro artificial trazado 24 horas antes. El hecho de que sobre el rastro hubieran caído durante la noche veinte centímetros de nieve, no impidió que
Umma llegara al final del rastro, ante la atónita mirada de algunos de los asistentes al curso.
La jornada de tarde se dedicó a que todos los participantes que así lo quisieran pudieran ejecutar un pequeño rastro artificial (algunos trazados la tarde anterior, para perros ya iniciados) acompañados por un conductor experimentado, que le orientara sobre el trabajo de su perro y la forma de conducirlo sobre el rastro. Acompañaron a los equipos de rastreo los conductores acreditados de AEPES Herminio Baldó, Julián Prieto, Alfonso Couret, Javier Rollón, Rubén González, Jean-Guy Gendras y Álvaro García Matéu. Para acabar el día se celebró en el mismo hotel donde tenía lugar el curso Asamblea General de Socios de AEPES y una cena de socios.
El domingo se abrió con una interesantísima ponencia del veterinario y delegado de AEPES para Navarra y País Vasco Juan José García Estévez, sobre urgencias en perros de caza. Explicó a los asistentes los posibles problemas que pueden sufrir los perros, la forma de prevenirlos en la medida que sea posible y, sobre todo, la manera en que debe actuar el propietario del perro en cada caso. Esta charla, que despertó como todos los años un enorme interés a los asistentes, dio paso a la de Jean-Guy Gendrás, que demostró su vasta experiencia en el rastreo real de piezas heridas ilustrando su intervención sobre técnicas de rastreo con innumerables anécdotas vividas en primera persona junto con su perra
Urane, rastreando corzos y jabalíes en Francia. Cerró el curso Álvaro García Matéu hablando a los asistentes sobre la anatomía de las piezas de caza, los efectos de un disparo sobre las diferentes zonas del cuerpo de una pieza de caza y las técnicas de rastreo más adecuadas para enfrentarse a los diferentes tipos de herida. El curso se cerró con una comida de despedida, en la que los asistentes tuvieron ocasión de seguir hablando de perros, rastreos y caza.
Es intención de AEPES continuar con la celebración de estos cursos, en diferentes puntos de España. Contribuyen a formar nuevos conductores y despiertan la sensibilidad de los cazadores sobre la importancia de utilizar todos los medios a nuestro alcance para minimizar el número de piezas de caza mayor que todas las temporadas se pierden en nuestros montes, después de haber resultado heridas por un disparo.