Yo sí me hago fotos con las piezas que cazo

Y no tengo que justificarme ante nadie. Soy cazador, y la emoción que siento al salir al campo a practicar esta actividad, legal, no lo olvidemos, no tengo por qué ocultarla.


También puedo entender que quien se encuentre fuera de este privilegio, que considero disfrutamos los que sentimos esa afición por la caza, no lo entienda. Pero eso no significa que tenga que ir ocultando lo que soy. Soy cazador.

Desde luego. Me gusta cazar. No justifico la afición que más me apasiona, que más horas me lleva a invertir tras justificaciones medioambientales. Me gusta cazar. Los beneficios que aporta esta caza al medio rural son añadidos, no la justificación de la caza.

Y, por supuesto, me gusta hacerme fotos con los animales que abato. Qué mejor manera de recordar todo lo que ha rodeado al lance: los madrugones, los kilómetros conduciendo hasta el cazadero, con la emoción de la incertidumbre que siempre encierra la caza, la de verdad, presionándote el estómago.

Y, ¿cómo no voy a sonreír? Si estoy haciendo lo que más me gusta, lo que me lleva a invertir la mayor parte de mi tiempo libre, lo que me hace feliz.

Ayer se mezclaron muchas cosas, y casi todas desde el desconocimiento. No se puede acusar a un cazador de poco menos que psicópata por hacerse una foto sonriendo junto al animal que acaba de cazar.

No se puede pretender presentar una actividad como la caza y, en un momento de ese programa, soltar lo siguiente:

«Esa es una de las cosas que más me jode: fotos de gente que está con un animal y que está sonriendo después de haberlo matado, eso para mí no es normal. Me parece obsceno».

Querido Frank Cuesta, en este mismo medio te he dado las gracias por decir cosas muy claras acerca de animalistas y de los radicales del PACMA. Has hecho un gran favor a los animales desenmascarando a los que quieren beneficiarse de una lucha en la que nunca han puesto como beneficiarios a esos que dicen defender.

En esta ocasión voy a ser igual de franco. Esta aseveración, que incluiste en tu primer episodio de Wild Frank Caza, denota desconocimiento, falta de empatía. Todo lo contrario a lo que has confirmado al acometer un tema tan delicado como la caza desde un punto de vista amplio.

Pero no puedes asegurar que una persona no pueda hacerse una foto junto al animal que acaba de abatir tras cazarlo está haciendo algo que no es normal. Sobre todo cuando por las redes circulan fotos tuyas junto a platos de comida procedente de animales. Esos argumentos son los que utilizan esos que has criticado.

No tienen ojos, no lo has matado tú, pero los tuvieron y otros lo han matado para que lo puedas poner en el plato. Desde un punto de vista moral, aunque puedas enumerar una larga lista de diferencias, si haces una cosa, no puedes criticar la otra.

Desde luego, con la ética por delante. En Club de Caza siempre ponemos un filtro en las fotografías que manejamos, y condenamos lo que también incluiste en esta crítica: esos «que le ponen un pie encima».

Igual que los que se sientan encima, se burlan de él, en definitiva, no respetan al animal que acaba de dar la vida para que el cazador culmine un lance. El respeto va siempre por delante, aunque a muchos les cueste entenderlo. Pero llevarse a casa la carne y una fotografía del animal abatido no puede ser criticable por alguien que quiere entender la caza.

Alguno de los cazadores allí presentes debería habértelo explicado.

Quizás ayer faltó un poco de ese genio que sacaste delante del presidente de la RFEC, pero en A Coruña, cuando esa animalista psicópata, a tu pregunta de cuál es la solución ante el supuesto desequilibrio de la naturaleza, te respondió «matar al ser humano». Qué gran momento desaprovechaste para haber dicho eso que poco después todos escuchamos: «Esa es una de las cosas que más me jode», y haber añadido: «que, cuando no se tienen argumentos, se opte por matar al ser humano».

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