Caza un ciervo mula de 36 puntas

Hacía más de 20 años que Craig Krisher, un cazador con arco de Allentown (Pensilvania), había conseguido cazar un ciervo mula de 23 puntas atípico —con las astas asimétricas— y había colocado las esperanzas de los arqueros de la zona por los suelos con ese extraño récord.


Consiguió una puntuación de 2081/8 pulgadas, sobrepasando el anterior que estaba en 2033/8
Hace pocos días, Gerald Simkonis, un arquero de 53 años de Allegheny County (Pensilvania), cazó un ciervo de 36 puntas con las astas asimétricas en un coto privado de la zona, rompiendo así el récord que Krisher había mantenido durante dos décadas. Simkonis salió a cazar a un coto cercano a su casa y clavó certeramente una de sus flechas en este macho de ciervo que, según el Boone and Crockett, organismo oficial encargado de realizar las mediciones y homologaciones correspondientes, consiguió una puntuación de 2081/8 pulgadas, sobrepasando el anterior que estaba en 2033/8. El afortunado arquero tuvo un gran aliado en el guarda del coto que le había comentado la existencia de este animal. «Me dijo que solía verle una noche tras la época de cría y que, al menos, tenía 18 puntas pero yo jamás lo había podido ver», afirmó Simkonis. Pese a todo, lo buscó durante dos años. Hace pocas mañanas, el cazador decidió colocarse en una zona que nunca había cazado. Un lugar con muchos matorrales, que podía ser un buen escondite para un ciervo tan grande, lleno de veneno de roble que le costó un gran sarpullido en manos, brazos y piernas aunque «meterme allí mereció al final la pena», confiesa orgulloso. Desde primera hora, Gerald Simkonis tenía en su poder dos ciervos de ocho y seis puntas respectivamente pero decidió utilizar «otra táctica para tentar a la suerte. Primero realicé un balido tipo al del cervatillo y poco después imité un gruñido. Poco minutos después pude ver como algo se movía hacia mi posición, aunque sólo podía ver la parte derecha me puse muy nervioso», confesó el arquero. Cuando estuvo en la línea de tiro, le disparó certeramente a 20 yardas (unos 18 metros y medio) y salió corriendo unos nueve metros. «Sabía que le había dado porque encontré una flecha con sangre pero, al estar entre unos matorrales espesos, no era capaz de verle así que seguí el rastro de sangre y le vi. ¡Era enorme, me puse muy nervioso, pero ya era mío!», comentó emocionado Simkonis que, desde hace unas semanas, ostenta un récord muy difícil de batir.
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