6,5 mm PRC, el cartucho que vino para quedarse

6,5 mm PRC, el cartucho que vino para quedarse

Cada vez estamos más obsesionados con la precisión extrema y los disparos a larga distancia. Aunque yo mismo soy cazador antes que tirador, reconozco que soy un fanático de la precisión quirúrgica y los disparos lejanos.


Por suerte, me dedico a algo que me apasiona y llevo años preparando equipos de caza para mis clientes. Confieso que con lo que más disfruto es con los rifles de rececho y de montaña. Mi mujer a veces me dice que estoy enfermo, ya que, antes de acostarme, dedico un rato a estudiar tablas balísticas y proyectiles: calculo, comparo y vuelvo a comparar.

He tirado con todo tipo de rifles de todos los calibres. Estudio en profundidad todos los calibres nuevos que salen al mercado e intento exprimirlos al máximo en pruebas. Por eso, cuando no hace mucho tiempo nacieron los PRC («Precision Rifle Cartridge»), los he estado estudiando, aunque sin haber apostado seriamente por ninguno de ellos, ya que la oferta de munición hasta ahora era muy escasa y, sinceramente, la que había disponible me parecía muy dura (o muy blanda) para cazar en España o Europa.

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6.5 PRC comparada con 270 wsm. A la derecha, distintos proyectiles de Norma y Sako.

Calibre 6,5 PRC

El 6,5 PRC nace en el año 2019 de la mano de Hornady y GA Precision, siendo su objetivo principal crear un calibre de tiro a larga distancia para competición en PRS, como hermano mayor del 6,5 Creedmoor. La intención era realizar disparos en campeonatos hasta los 1.300 metros de distancia. Lo que principalmente se buscaba era un calibre con algo más de rasante pero menos retroceso y una acción más corta para repetir los disparos rápidamente.

El 6,5 PRC parte del .300 Ruger Compact Magnum, pero al ser este un gran desconocido y, para que me entiendan, es un proyectil de 6,5 mm encajado en una vaina de un short magnum con un ángulo de 30 grados y una botella más corta para alojar cartuchos más largos.

Al nacer este calibre, la única munición disponible era la ELD-X de Hornady, una punta que, a mi parecer, es algo dura para animales de tamaño mediano, aunque muy buena para animales de gran porte. Esto era un problema, ya que la falta de variedad de proyectiles suponía jugársela a una sola punta, existiendo la posibilidad de que el rifle no agrupara con ese proyectil en concreto.

Hoy en día, el espectro de balas de este calibre es muy amplio y tengo la seguridad de que cada vez lo será más, lo que facilita encontrar munición de nuestro agrado que funcione correctamente en nuestro rifle. Norma, Sako, Federal, Remington, Hornady o Sax, con distintos proyectiles y pesos en cada marca, ya ofrecen sin problema munición para este gran calibre.

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Coeficiente balístico y escaso retroceso

Después de cientos de pruebas, me quedo con dos bondades del calibre: el poco retroceso y el magnífico coeficiente balístico. Las balas de caza tienen un coeficiente balístico incluso superior a 0,5, lo que supone una gran capacidad de vuelo y muy poca sensibilidad al aire.

Para que se hagan una idea, una bala del .270 WSM, por ejemplo una TipStrike, tiene un CB de 0,48, y una Sako Gamehead Pro en 6,5 PRC tiene 0,53 con el mismo peso de punta.

Aunque la velocidad en boca es inferior, la velocidad que mantiene el 6,5 PRC a partir de los 300 metros es superior y la pérdida de velocidad mucho menor según va aumentando la distancia.

Parece increíble lo poco que hay que corregir los disparos incluso con viento fuerte cuando utilizamos este calibre. Por poner un ejemplo, un 6,5 PRC con 140 grains, con un viento lateral de 90 grados a 3 metros por segundo, se desvía 22 cm a 400 metros. Y un clásico .270 Win con 150 grains se desvía 30 cm, es decir, 8 cm más. Y según vamos aumentando la distancia, mayor es la diferencia.

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Densidad seccional

Otra de las ventajas de este calibre es la densidad seccional que tiene. La densidad seccional es la relación entre el peso y el diámetro del proyectil. Se calcula dividiendo el peso del proyectil entre el cuadrado de su diámetro. Para que me entiendan, cuanto mayor es la densidad seccional, mayor es la penetración. La teoría es que las balas de menor peso se expandirán más rápidamente, pero esto depende también de la dureza del proyectil.

Para mi gusto, y para cazar especies "medianas" —para mí, consideradas hasta venados grandes del norte de España o incluso europeos—, en el 6,5 hay que utilizar balas con buena deformación, es decir, que no sean extremadamente duras. La que más prefiero actualmente es la Sako Gamehead Pro de 140 grains, que proviene de una punta Sierra GameKing. Penetra sobradamente con sus 140 grains, pero además se deforma con eficacia cediendo mucha energía.

Podría invertir horas hablando de proyectiles y velocidades de este calibre, pero lo que quiero dejar claro, a modo de resumen, es que hoy en día es un calibre más que polivalente e interesante, siendo la oferta de munición muy amplia, nada cara y que, además, va creciendo exponencialmente. Poco retroceso, gran coeficiente, mucho shock gracias a su velocidad y polivalencia para distintos tipos de caza es lo que define a este gran calibre.

Y, aunque arriesgándome a críticas, me atrevería a decir que, con determinadas puntas, podría utilizarse incluso para nuestra tradicional montería, afirmación que realizo no de forma gratuita, sino tras haberlo comprobado.

Toda mi recomendación como calibre, esperando que mis comentarios hayan sido de su ayuda.

 

Álvaro Ramírez

 


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