Lucha a muerte entre un kangal turco y un lobo
Un lobo solitario no es rival para un pastor de Anatolia. Esto es lo que ocurre cuando el depredador tiene la osadía de entrar en una explotación ganadera protegida por un valiente perro guardián del ganado.
Los perros que defienden a los rebaños darían su vida si fuese necesario para salvar a los animales con los que conviven. En España, el mastín español es la raza elegida por la mayoría de los ganaderos para proteger a las reses de los depredadores.
Una lucha desigual
El kangal turco es una raza de perro que encuentra sus orígenes en el moloso de Asiria y el moloso romano. Según el estándar de la raza, tiene una altura a la cruz de entre 72 y 80 centímetros y un peso de hasta 60 kilos. Su fuerza de mordida alcanza los 743 PSI.
En cambio, su oponente, un lobo indio, especie de cánido salvaje que habita en el sur de Pakistán y en los países de Irán, Turquía, Arabia Saudita e Israel, tiene una altura de entre 60 y 95 centímetros y un peso que varía entre 18 y 27 kilos. Su fuerza de mordida es de 405 PSI.
Carlancas: la protección del perro guardián
El propietario del pastor de Anatolia que se enfrenta al depredador ha provisto al perro de un collar lobero. Este tipo de protección recibe su nombre de la palabra «carlanco», antigua forma con la que se denominaba a los lobos. La Real Academia Española (RAE) lo define como: «Collar ancho y fuerte, erizado de puntas de hierro, que preserva a los mastines de las mordeduras de los lobos».
Estos collares suelen estar fabricados de cuero y metal o exclusivamente de este último. Las carlancas metálicas están compuestas por placas articuladas y su objetivo principal es proteger el cuello del perro pastor.
La Ley de Bienestar Animal permite el uso de este tipo de protecciones en los perros guardianes del ganado, siempre que desempeñen su función en zonas con presencia de grandes depredadores.