Cazan en León el jabalí de la temporada: colmillos monstruosos y aún más impactantes amoladeras
Hoy, un joven cazador de León ha conseguido abatir un jabalí con un trofeo espectacular. Se trata de un macho con unos colmillos enormes, muy anchos y unas amoladeras aún más impactantes. Hablamos con el afortunado cazador.
Cuando llamamos a Pedro González, aún está guardando a los perros. Acaba de terminar la cacería y atiende amablemente a la redacción de Club de Caza para contarnos, en primicia, cómo ha conseguido abatir el jabalí con el que lleva soñando durante los 18 años que lleva disfrutando de la caza de esta especie.
Hoy era uno de esos días en los que podría perfectamente haberse perdido la batida organizada en la montaña de Riaño. El cazador nos cuenta que ha tenido que trabajar muy temprano, pero que, al acabar pronto, decidió acudir a la cita y sumarse a la cuadrilla del coto. Se organizaron en 11 puestos, con la esperanza de conseguir lo que, a la postre, se materializó en el lance vivido por Pedro.
En esta fotografía podemos ver el entorno en el que ha sido cazado el jabalí. A loa derecha, vista frontal del trofeo del jabalí.
El trabajo de los monteros dio origen a todo. Pedro nos cuenta que ha sido Elías, con sus grifones astur cántabros, los que consiguieron desencamar al peligroso animal. Un ejemplar de unos 70 kilos, muy típico, como nos cuenta el leonés, de esas tierras: “Estos machos son muy rápidos, ágiles, escasos de cuartos traseros y tremendamente peligrosos para los perros. Y generalmente suelen tener bastante colmillo dentro de la boca”. Algo que convertiría su trofeo en algo aún más extraordinario.
El jabalí arranca con los perros siguiéndolo de cerca
Pedro estaba escuchando cómo los perros y el escándalo de sus ladras delataban la posición del macareno. Nos lo narra en primera persona: “Me lo estaban avisando por la emisora, ‘Pedrito, te va a salir’. Y así ha sido. El primer arranque del jabalí ha sido impresionante. En esos 30 metros iniciales de carrera corría por la nieve a una velocidad altísima. Yo estaba acompañado en el puesto por una cachorra de sabueso de Baviera. La perra, al verlo, ha ladrado. No sé si ha sido por eso, pero el jabalí, que avanzaba sin quitar ojo a los perros que lo perseguían, se ha parado y se ha vuelto”.
Ha sido el momento idóneo para dispararlo. Debía intentar evitar que se enfrentase a los canes. Y lo ha conseguido. Un impacto entre el codillo y el cuello ha culminado un lance que Pedro no olvidará nunca.
El equipo utilizado por Pedro para abatir el formidable jabalí leonés.
El equipo, trascendental para aprovechar la oportunidad que le brinda el gran jabalí
El rifle utilizado por el cazador es un Beretta BRX1 en calibre .30-06. Lo carga con munición Sako de 150 grains. Pero lo más trascendental es que hoy Pedro estrenaba un visor que se ha convertido en su amuleto de buena suerte. Hablamos del Leica Fortis 6 1-6x24i. Un complemento esencial para que consiguiera colocar la bala que ha conseguido derribar de manera definitiva al macareno. El lance, rápido y para poner a prueba los reflejos del cazador, ha contado con el amplio campo de visión del visor de la empresa alemana en cada una de las ampliaciones de su zoom, además de con la gran pupila de salida, es decir, el diámetro de la columna de luz que ofrece la mira a nuestro ojo.
Factores determinantes, como nos confirma Pedro: “Si no es por ese visor, hoy no acierto al jabalí. Estaba viendo todo, he tirado con los ojos abiertos y he podido colocar la bala donde quería hacerlo”. Nos cuenta que lo llevaba solo a 2 aumentos: “Le he tirado a 70 metros. Lo medí con el medidor a posteriori”.
Amoladeras de 9 centímetros
Cuando se ha acercado al animal abatido, ha podido corroborar lo que el visor le había permitido adelantar en el frenético lance. Los colmillos sobresalen unos 9 centímetros por fuera de la boca del jabalí. Pero lo que destaca Pedro son las amoladeras. La rosca mide unos 8 o 9 centímetros. El cazador, de solo 41 años, nos dice que ha conseguido abatir navajeros anteriormente, pero como este, ninguno.
Para terminar, le preguntamos si ha pensado qué hacer con el magnífico trofeo, si va a montarlo en una tablilla o piensa naturalizarlo de pecho, pero reconoce que aún no le ha dado tiempo ni a pensarlo. Nos despedimos, dejando que descanse y saboree el momento, no sin antes reiterar nuestra enhorabuena.