Una cacería de jabalí que acaba en la cuneta de una carretera abre la polémica con los contrarios a la caza
Las batidas de jabalí en el norte de España suelen contar con una escrupulosa organización que recae en los cazadores más experimentados de cada grupo.
Se buscan los rastros que han dejado los jabalíes en los montes y sus trayectos nocturnos en las horas anteriores. Para ello, se recurre a perros de rastro especialistas que son capaces de detectar las emanaciones que han dejado a su paso mucho antes. Una vez detectados estos pasos, se organizan los cazadores para intentar ‘cerrar’ las posibles salidas de los cochinos de esa mancha de monte y tener la oportunidad de abatirlos cuando el grupo de perros de acoso los intenten detectar y perseguir.
A pesar de toda esta estructura, repetida cada jornada de batida y perfeccionada tras cada una de ellas, la caza no deja de ser una actividad con una buena dosis de imprevisibilidad. Los animales silvestres no se mueven por un patrón fijo. Al contrario. La incertidumbre se convierte en uno de los ingredientes más relevantes en la actividad cinegética. A lo que hay que sumar la dificultad que entraña alcanzar una efectividad total en la definición de los lances por parte de los monteros. Esto puede llevar a que la batida acabe de una manera no prevista.
La página que ha difundido el vídeo grabado por los ocupantes de un vehículo, llamada Ourense-Galicia, aporta esta información, con un toque de humor, sobre la polémica grabación: “Acorralado!! Esta mañana de sábado 30 de noviembre cerca de Cudeiro un gran jabalí se vio acorralado. Eso le pasa por estar de fiesta y volver a casa de día… ¿Cómo acabaría la historia? No lo sabemos, pero lo imaginamos”.
El acoso a un gran jabalí acaba en la cuneta de una carretera
Un gran suido ha sido bloqueado por un numeroso grupo de perros de caza. Son perros del grupo racial de los podencos. El jabalí parece haber sido herido con un disparo y, como hemos visto, ha protagonizado uno de los supuestos a los que aludíamos antes, saliendo de la mancha de monte cercada por los cazadores apostados. Los perros, lógicamente, lo han seguido. Es su trabajo y no entienden de límites territoriales, caminos, vallados o carreteras. Algo muy distinto a los que algunos radicales anti caza han querido ver en el vídeo. La cacería no se ha organizado al lado de la carretera. “¿Y pueden cazar así en la ciudad? Porque, que yo sepa, por ahí vamos gente caminando y suben y bajan coches…”. Un comentario entre tantos otros muy similares que demuestran el desconocimiento de parte de la sociedad sobre esta modalidad venatoria.