El cazador que encontró un corazón para seguir defendiendo la caza
Este montero cántabro es un ejemplo de superación. Pese a que las prótesis de sus rodillas le obligan a desplazarse con la ayuda de una muleta y que fue trasplantado de corazón hace una década continúa con la pasión intacta por la caza.
El domingo pasado, Manolín Fernández, cazador de 68 años nacido en Santibáñez, municipio de Villacarriedo, abatió un jabalí tras más de 6 horas bajo una intensa lluvia y un fuerte viento. Aguantó estoicamente el temporal para premiar el trabajo de los perros de rastro de la cuadrilla La Élite de Santibáñez.
Seis décadas en la caza
Manolín se inició en la caza junto a su padre, Lorenzo, a los 7 años. Su progenitor en aquella época cazaba el zorro y la liebre con perros de rastro. A los 14 años obtuvo la licencia de caza y el permiso de armas. Hasta los 50 años únicamente práctico la caza menor con perro. Sus especies predilectas son la becada, el zorro y la codorniz. Ha cazado al salto tanto con perros de rastro como de muestra.
Hace una década, un trasplante de corazón le devolvió a la vida
El cántabro heredó una granja de vacuno de leche a los 40 años. En ese momento, dejó la construcción para dedicarse a la ganadería. Su sueño se truncó a los 52 años cuando se vio obligado a operarse de ambas rodillas. Esta intervención limitó notablemente su movilidad. A pesar de ello, continuó cazando.
Años después le detectaron un problema cardíaco. No le quedaba más remedio para seguir viviendo que ser trasplantado de corazón. A los 58 años llegó la esperada operación. Una vez recuperado de la compleja cirugía, volvió a cazar junto a sus compañeros de la cuadrilla La Élite. Manolín es un fiel defensor de la caza tradicional y de los valores que esta implica. Luchará hasta su último aliento para que perdure el legado que le dejó su padre.