La RFEC vota al nuevo presidente entre polémicas, disputas y unos programas electorales que debes conocer
Un navarro y un valenciano. José Ángel Remírez, con experiencia como candidato y como perdedor (2012), y Josep Escandell Martínez, sin experiencia al frente de una federación autonómica. Muy diferentes tanto en planteamientos como en su profundidad, pero ambos con puntos muy comunes, quizá demasiado.
Los dos, por ejemplo, hablan de “falta de transparencia” como objetivo a afrontar en sus hipotéticos mandatos. Algo que debe ser considerado con el horror lógico que acompaña a esta expresión, repetimos, incluida por ambos candidatos en sus programas electorales. Y lo hacen casi a coro al describir el actual trabajo de la junta directiva de la RFEC.
Promete que habrá caza en los Juegos Olímpicos
José Ángel Remírez, con su “cambio necesario”, no solo se limita a prometer instaurar una red de expertos (¿no te suena algo parecido?) o un laboratorio de innovación, que suena muy moderno y vanguardista, pero no se informa sobre qué temáticas. Nos detenemos en promesas tan llamativas como “aspiración olímpica de modalidades deportivas”. Claro que sí. Y, según detalla el señor Remírez, conseguible en un plazo de tres meses. Ya lo dijo John Davison Rockefeller: “No tengas miedo a renunciar a lo bueno para perseguir lo grandioso”. Aunque otro respondería: ¿Por qué prometer cosas factibles si puedes ilusionar con fantasías inalcanzables? Pues habrá quien se lo tome en serio y le dé su voto.
Otro objetivo, este a medio-largo plazo, en un lapso de un año, consiste en la “Declaración de la caza como deporte”. Un objetivo que nos deja fuera de juego cuando la caza está auspiciada por el CSD. ¿Se pretende hacer algo que ya está hecho? Cuando lo realmente novedoso sería lo contrario, intentar alejar los términos caza y deporte lo máximo posible. Pero muchos dirigentes federativos no saben o, más bien, no quieren saber distinguir entre una competición de tiro al plato o de perros de muestra y una jornada de caza: salir al monte con tus perros y compañeros, sin horario, sin cronómetros, sin presiones, sin marcas o metas, es decir, a disfrutar.
Pero esta federación quiere todo el pastel. Seguro. No se limita a las funciones que tradicionalmente desempeñan las federaciones ‘deportivas’. Estamos seguros. No les interesa esa distinción, y así nos va con la sociedad. Pues esto es parte de lo que considera relevante el aspirante a presidente de la delegación navarra.
Volvemos la mirada hacia la Comunidad Valenciana. Pero no vemos a su presidenta como candidata. Por extraño que parezca, es otra persona la que se presenta al trono de Madrid: Josep Escandell Martínez. También dispara con gran calibre contra la institución central y su gestión hasta el momento. Es una estrategia común en el mundo de la política: presentar como un desastre lo vigente (no anda desencaminado) y hacerse ver como el salvador que lo pondrá todo en su sitio. Solo tenemos que leer la página 23 de las 109 que componen su programa: “buena parte de los recursos económicos (de la RFEC) se dedican a la inversión en bienes materiales o patrimoniales, resultando su posibilidad de control difusa, en tanto y cuanto son recursos que se reconocen de facto en poder de la RFEC, pero cuya utilidad, vigencia o longevidad son a menudo desconocidos”.
Pero esto no es lo realmente importante. Algo que debe saberse antes de plasmar estas afirmaciones es que todas las inversiones, todo lo que se adquiere o compra, independientemente de su importe, desde un simple bolígrafo, por parte de la RFEC, se debe recoger en la contabilidad oficial y se audita para el Consejo Superior de Deportes. Paso número dos: en los estatutos de la RFEC se especifica que son responsables todos los que firman las cuentas, es decir, los asambleístas, incluidos los 19 presidentes de federaciones territoriales, además del presidente nacional. Solo con la excepción de que en el acta expresen que no firman las cuentas por estar en desacuerdo, y esto no ha trascendido. (La Asamblea General Extraordinaria de la Real Federación Española de Caza (RFEC) aprobó este miércoles, 22 de junio, por mayoría absoluta el presupuesto de la entidad para el año 2022, una dotación presupuestaria continuista y ligeramente superior a la del año pasado. Entre otros asuntos, se aprobó por unanimidad la liquidación del presupuesto de 2021, la remuneración del presidente que se mantiene igual que el año pasado… fedecaza.com, 24 de junio de 2022)
Y no te pierdas, un poco más adelante, en la página 30, una de las claves que pretende ejecutar el candidato si alcanza su objetivo el próximo domingo: “Estricto cumplimiento normativo”, referido al apartado de Transparencia en la gestión de la RFEC. No vamos a repetir lo escrito, sobre todo considerando que la presidenta de la autonómica del candidato fue nombrada vicepresidenta Técnica de la RFEC. Este tipo de afirmaciones hubieran quedado de lujo y no perderían fuerza si se hubieran realizado antes del proceso electoral.
¿Agility como modalidad de caza?
Llevamos ya unos años, desde 2011, en los que la RFEC organiza campeonatos de agility, una práctica en la que perros de distintas razas (no es condición que sean perros de caza) afrontan un recorrido de obstáculos con el objetivo de hacerlo de la manera más ‘limpia’ posible y en el menor tiempo posible. ¿Qué tiene que ver esto con cualquier modalidad cinegética? Nada. Se trata de competiciones con una participación que aporta un buen dinero a las federaciones. Pero es una de las competiciones fijadas por Escandell para desarrollar modalidades ‘con mejor percepción social’. Se trataría de potenciar algo (con mejor percepción social que la caza), que ya se hace, y con el objetivo de “preservar el peso específico de la RFEC ante las instituciones frente a las que defiende la caza”. Suena raro. Como si no se pudiera “defender la caza” con la base de los cazadores y se necesite a los que no son cazadores. Alguien debería pasarse por un concurso de agility y realizar un sondeo para conocer la opinión de estos deportistas sobre la actividad cinegética. Es que imagino al presidente, si consigue la mayoría de votos, acudiendo a una de esas “instituciones frente a las que se defiende la caza” queriendo dar fuerza a sus argumentos aludiendo a que hay unos cuantos miles de practicantes de agility entre los federados. Señores, la caza se defiende a través de la propia caza. La del campo y los montes, claro.
Cada vez menos federados
Qué tiempos aquellos en los que se podía afirmar orgullosamente que en España había más de un millón de cazadores. Cada año somos menos y, a pesar de lo que leas en los programas de los aspirantes, que incluyen como punto esencial fomentar la llegada de nuevos cazadores federados, el relevo generacional es una batalla perdida desde hace décadas.
En España, el último registro de cazadores federados sitúa la cifra en 330.423. Son muchos menos que los 398.742 que pagaron su tarjeta federativa en 2010, casi un 23% menos. Es una cifra lógicamente menor que la que representan las licencias que se expiden en territorio nacional según el último dato anual de 2022 publicado por el avance del Anuario de Estadística Forestal de 2022, de 568.715, sin sumar las licencias interautonómicas de caza. Como destacamos, cada vez menos cazadores y aún menos federados. Pero desde hace décadas, por mucho que los presidentes de la RFEC se hayan afanado en trabajar para cambiar esta deriva negativa.
Desde luego, si se pretende compensar ese descenso sumando a los del agility, la solución es para echarse a llorar. Hace años, el presidente de la RFEC decidió que pertenecer a la FACE era más relevante que dedicar esa parte del presupuesto a sufragar los gastos de los deportistas federados que la representan en competiciones internacionales e incluso nacionales. El último ejemplo lo tuvimos en los tiradores nacionales clasificados para el Campeonato del Mundo de Compak Sporting. El equipo que consiguió convertirse en representante de España tras una dura y competida fase nacional denunciaba públicamente el desinterés organizativo y económico de la RFEC, amenazando incluso con no acudir a Hungría. Algo que se pudo resolver a medias, como reconocía la tiradora más laureada y orgullo nacional, Beatriz Laparra, que afirmaba en Radio Marca su intención de competir por libre, fuera de la RFEC, debido a la falta de apoyos de la federación. Algo que nos han reconocido deportistas de otras modalidades y que debe rechinar los dientes al ver que a Manuel Gallardo le han premiado desde la FACE por su “trabajo y dedicación para defender la caza y sus modalidades en Europa” mientras ellos se sienten abandonados por la federación a la que pagan la cuota federativa.