¡Hasta pronto mi Ángel!
Amigo Ángel, es muy difícil, sabes, muy difícil de aceptar, se me encogió el corazón cuando tu hijo Miguel Ángel me llamó para comunicarme tu empeoramiento. Si tú ya no podías llamarme…
Inmediatamente cogí con mi hija Yolanda, que sabes que te adoraba, como mi hijo César —te dejabas querer—, y pusimos rumbo al hospital San José de Teruel donde te ingresaron. Aunque estabas sedado, charlé contigo y sentí que me entendías perfectamente. Más tarde, ya de regreso a casa, Miguel Ángel me comunicó que habías fallecido apenas media hora después de estar contigo, estabas esperando que fuéramos a verte para irte. GRACIAS.
Un ángel más tiene el cielo, porque allí estás, y lo único que me reconforta es que acabaron tus padecimientos terrenales.
Eras un fotógrafo excepcional, un pescador como ha habido pocos pero, por encima de todo, eras un buen tipo. Cuánto hemos pasado juntos, cuántos buenos momentos, pescando por todo Aragón, o disfrutando de las salmueras por Calamocha o los huevos fritos del Capitol.
Ángel Martín Ramos era un calamochino de pro, lo llevaba a gala, se ha ido demasiado pronto, no es justo.
Mis más sinceras condolencias para su esposa, Mª Ángeles, su hijo Miguel Ángel, su hija política Laura, su nieta Carla, sus sobrinos, demás familia y su legión de amigos, entre los cuales me encontraba.
No pesques todas las truchas, déjame alguna para cuando yo haga ese viaje, aunque con pasear y charlar contigo me sobra y me basta. ¡Hasta pronto mi Ángel!
Con cariño, Cesáreo Martín.