La caza del jabalí con escopeta a la luz de la luna
Este cazador vasco, pese a los avances tecnológicos existentes en el mundo de la caza, ha optado por continuar cazando el jabalí en espera como lo hacía su abuelo.
Como arma en los aguardos utiliza la escopeta Fabarm modelo Ellegi que le entregó su maestro en la caza antes de morir. A tenor de los resultados obtenidos en los últimos meses, no le va nada mal cazando el jabalí en espera de la manera tradicional. En menos de un año ha cazado tres cochinos medallables en un coto social. Uno de ellos con unos colmillos de 20,2 centímetros de longitud y 2,47 de grosor. Tras ser homologadas las navajas por la Junta de Homologación de Trofeos de Caza ha obtenido una puntuación de 112,9 puntos.
Un especialista en la caza de jabalíes a la espera
Loren Cruz es un cazador bilbaíno afincado hace un lustro en el municipio de Alcora, perteneciente a la comarca valenciana de Alcalatén. Caza habitualmente en los terrenos que gestiona la Sociedad de Cazadores de A'lcora. En su tierra natal practicaba la caza del jabalí en batida y, de manera esporádica, el aguardo, pero cuando llegó a la Comunidad Valenciana se ha dedicado prácticamente en exclusiva a la caza a la espera dada la densidad de cochinos que habita en esa zona de caza.
Es uno de los jabalíes de mayor tamaño abatidos por el cazador vasco.
Un jabalí de 117 kilos armado con unos notables colmillos
Loren sabía de la existencia de este ejemplar desde hace varios meses. Había visto sus huellas y las marcas de sus navajas en los árboles en más de una ocasión. Tras más de una decena de esperas en las que el cochino no acudió a la cita, decide volver a intentarlo en una noche de luna. En esta ocasión, se colocó en el apostadero muy temprano. Media hora después de haberse ocultado el sol, escucha un ruido en la espesura. En un primer momento piensa que es una piara de hembras por el sonido que emiten al desplazarse. Entre dos luces, aún la luna no se encontraba en su punto álgido, vislumbra la silueta de un enorme ejemplar. Transcurren los minutos y el gigantesco cochino no entra en plaza.
Mientras que el macho ronda el claro del monte, un grupo de hembras irrumpe en él para comer las almendras que hay en el suelo. Este hecho confía al macareno y le hace acercarse al lugar en el que está el vasco. Cuando está a 30 metros de distancia aprieta el gatillo de su escopeta del calibre 12. La bala Rottweil Exact alcanza su objetivo. El macareno da una carrera de 5 metros antes de derrumbarse. Las defensas miden 18,5 centímetros de longitud y 2,16 de grosor. No es el jabalí de mejor trofeo cazado por el esperista, pero sí uno de los de mayor peso.