Un lobo se pasea con la cabeza de un perro de caza entre las fauces en una batida en el Principado de Asturias
Este es el terrorífico relato de la pesadilla que vivió ayer un joven traillero de 21 años en una cacería celebrada en el concejo de Proaza. Queda patente con hechos como este que para los perros de caza no existe ‘bienestar animal’.
El ataque de los lobos a Zancas, macho de sabueso Astur-Cántabro del afijo del Torrexon, por desgracia no se trata de un hecho aislado. Según los cazadores que cazan habitualmente en tierra de lobos, hay manadas de cánidos salvajes que se han habituado a dar caza a los perros que participan en las batidas. No es obstáculo para ellas la presencia de los cazadores para matar y devorar a los canes.
Más de media vida criando perros de rastro
Alberto García es un joven traillero asturiano de 21 años afincado en Villamorey, parroquia de Oviñana del concejo de Sobrescobio. A los 6 años se inició en la caza. Con mucho esfuerzo ha logrado sacar su propia línea de sabuesos Astur-Cántabros. Ayer los lobos destrozaron la labor de más de una década matando al semental del criador.
Alberto junto a Zancas. A la derecha, los perros que participaron en la batida de jabalíes.
Los lobos le arrancan los testículos al perro de rastro
Alberto García con voz temblorosa narra a la redacción de Club de Caza los terribles momentos que vivió la mañana de ayer al finalizar una cacería de jabalíes en el concejo de Proaza. Tras levantar dos jabalíes, libera a dos perros de sus ataduras. Uno de ellos era Zancas. La perra vuelve al lugar en el que se encuentra el traillero, mientras que el collar que porta en el cuello el macho emite señal en un punto fijo. El perrero, en un primer momento, piensa que ha resultado herido por las navajas del jabalí que escapó de la mancha. Al aproximarse al lugar en el que el dispositivo está ubicado, encuentra los genitales del perro.
Zancas con uno de los jabalíes abatidos en jornadas anteriores. El joven cazador estaba muy unido a su perro.
Tres lobos se llevan la cabeza del perro de caza como trofeo
Conforme va avanzando, lo que haya es sangre y restos del can. A 60 metros de distancia ve a tres lobos huir del macabro escenario. Uno de ellos lleva en la boca la cabeza de Zancas. Los gritos del traillero hacen que el depredador suelte lo que ha quedado del pobre perro. Alberto, con los ojos llenos de lágrimas, recoge la cabeza del sabueso. Se monta en su vehículo y la presenta en el despacho que los agentes de medio ambiente del Principado tienen en Proaza. La imagen de la cabeza del perro depositada en la entrada del departamento es dantesca. Según el cazador, los técnicos le informan que los perros de caza no están contemplados como potenciales víctimas de los ataques de lobo.
Descansa en paz, Zancas.