El peligroso descenso de unas cabras para bajar de la montaña
Sus fuertes patas, los arbustos que frenan la caída y mucha fortuna libran a estas cabras de romperse varios huesos.
A pesar de no tratarse de una especie silvestre, sino doméstica, estas cabras están muy habituadas a subir por las escarpadas pendientes de las montañas. Suben a conseguir los bocados más jugosos, pero después tienen que volver a bajar a los prados. Y esto, en ocasiones, se convierte en una empresa muy delicada y peligrosa.
Un descenso arriesgado
Las más experimentadas en dejarse caer y deslizarse por las rocas consiguen llegar abajo sobre sus cuatro patas. Pero, como vemos, algunas de ellas, sobre todo las más jóvenes y las ya más veteranas, pierden la verticalidad y caen, arrastrando sus cuerpos por la dura pendiente de rocas. Pero han elegido perfectamente el lugar por donde intentar tan arriesgada hazaña y los arbustos que encuentran al final del recorrido amortiguan lo que sería un choque que podría dejarlas con algún hueso fracturado o heridas abiertas.
Las pezuñas de las cabras, diseñadas para escalar montañas
El tejido córneo que recubre los dedos de las cabras se denomina pezuña. Las domésticas descienden de las cabras salvajes y han evolucionado en una larga lista de razas. Esta evolución las ha llevado a habitar y adaptarse a multitud de entornos, lejos de los montañosos donde encontramos a las silvestres, como nuestra cabra hispánica. Las podemos ver vivir sin problema en praderas, zonas tropicales e incluso, si se mantienen bien alimentadas e hidratadas, en zonas desérticas.
En España podemos encontrar las razas Alpina, originaria de los Alpes Suizos y que llegó a nuestro país en la década de los 70; la cabra Florida, de manto moteado y típica de Extremadura y Andalucía, muy valorada en la industria láctea; la cabra Majorera, que hereda su nombre de la isla de Fuerteventura, cuya leche se emplea en la elaboración del queso Majorero; también la Malagueña o costeña, la raza Murciano-Granadina o la Palmera, así como razas menos numerosas, incluso en peligro de extinción, como la cabra Azpi Gorri en Vizcaya y Álava; la Bermeya en Asturias, la Blanca Andaluza o Blanca Serrana, la Gallega, la Ibicenca, la Mallorquina, la cabra del Guadarrama o Guadarrameña, Retinta, la Celtibérica, la Pirenaica, la Payoya en la Sierra de Grazalema…
Estas cabras montesas sorprenden a los escaladores y suben ágilmente la misma montaña
Todas ellas cuentan con una particularidad que las convierte en animales extraordinarios: su capacidad de escalar por zonas donde otros animales ni lo intentarían. Sus pezuñas, a pesar de ser similares a las de las vacas y ovejas, cuentan con una composición y estructura diferentes. De manera general, son más compactas y de base más pequeña proporcionalmente que las de vacas y ovejas. Además, cuentan con una carcasa exterior más dura que las lleva a contar con la posibilidad de apoyarse en salientes casi imperceptibles. Esto las permite mantenerse en pie en espacios muy pequeños como riscos y hendiduras en la pared rocosa.