Así marcan a las avispas asiáticas para descubrir la ubicación de sus nidos
Un lazo con un trozo de tela visible desde lejos en un lazo de hilo fino. Un señuelo de carne y una habilidad notable para colocarlo en el abdomen del insecto. Así se marcan las velutinas para seguirlas hasta sus enormes nidos.
La capacidad expansiva de la avispa velutina es prácticamente irrefrenable. A razón de 100 kilómetros cada año, su avance por el territorio español continúa desde su accidental llegada procedente del sudeste asiático.
Una invasión que comenzó en 2010
Fue en 2010, hace ya 14 años, que la primera de estas avispas asiáticas fue detectada en nuestro país. Fue en Amaiur, en campos de la comarca navarra del Baztán. Año en el que también fue registrada en Guipúzcoa. Procedían de Francia y desde ese momento, los enormes nidos de estos véspidos se han extendido por todo el norte peninsular antes de comenzar a bajar en latitud hasta regiones del sur peninsular.
La razón la encontramos en que el clima de las zonas de Indonesia hasta el norte de la India y en las montañas de China resulta similar al que disfrutamos en el oeste de Europa. Una avispa cuyos ejemplares de mayor tamaño, las reinas, pueden medir hasta 3,2 centímetros. Estas regentes comienzan su actividad a principios de la primavera, aunque en ocasiones, gracias a un clima favorable, las podemos ver volar a partir del mes de febrero.
Dos mil avispas en cada nido
Construyen un nido provisional o primario. Allí nacerán las primeras obreras, que pasarán a encargarse de mantener la colonia y construir un nido mucho mayor en tamaño que podrá albergar hasta a 2.000 obreras. Es cuando la reina se dedicará exclusivamente a la puesta de huevos, que eclosionarán en otoño, con nuevas hembras reproductoras y machos con los que se aparearán. Las que queden fecundadas podrán fundar una nueva colonia y convertirse en reinas, lo que explica de un año para otro la población pueda multiplicarse.
Los nidos los elaboran con fibras de madera masticada en zonas tan variadas como en las ramas de árboles a 15 metros de altura o enterrados en el suelo, en grietas de rocas o ‘madrigueras’ abandonadas. Los más peligrosos son los que son construidos en huecos de construcciones rurales, por la cercanía y posible interacción con seres humanos. Y no siempre resulta sencillo localizarlos.
Marcar a las avispas para poder seguirlas
En este vídeo vemos cómo se ha ideado un ingenioso método para poder seguir visualmente a la avispa. Solo hay que conseguir que centre su atención en algo que las vuelve locas: la carne. Resulta muy común ver a estas avispas cortando trozos de animales muertos y llevándolos al nido. Sabiendo esto, solo hay que dejar un trozo en un lugar frecuentado por ellas y esperar a que se posen allí para que se olvide del resto del mundo en su afán por recortar un buen pedazo que le sirva para alimentar a su reina. La forma de su cuerpo ayuda a la colocación sigilosa del hilo atado al trozo de tela. Cuando se consigue esto, solo hay que seguir al insecto en su vuelo, que será directo al nido llevando ese tesoro alimenticio.
Cada vez más avispas asiáticas
Según datos difundidos por la Xunta de Galicia, en 2023 estos insectos se multiplicaron en un incremento del 56% con respecto a años anteriores. Las notificaciones por avistamientos superaron ese año las 50.000, casi el doble que en 2022. En 2023, se retiraron 29.500 nidos, siendo A Coruña la provincia donde más se detectaron, con 12.294.
El peligro de esta especie invasora pasa por el riesgo para el ser humano, al responder de manera muy agresiva cuando defienden el nido y a su reina. Si pican a alguien alérgico, con pocas picaduras pueden causarle la muerte, como sucedió con un pontevedrés en junio de 2021. Dos picaduras fueron suficientes para acabar con su vida, a pesar de una inyección de adrenalina y de la rápida intervención de los servicios sanitarios. En 2019, fueron tres los fallecimientos registrados causados por la especie, los mismo que en 2020, a pesar del confinamiento. Este avispón inyecta veneno de la misma manera que lo hacen las especies autóctonas o las abejas, pero resulta más dolorosa y es inyectada más cantidad de sustancia tóxica, por lo que la probabilidad de que se produzca una reacción es mayor. El peligro está en el grado de tolerancia de sus víctimas. Una persona que no sea alérgica puede esperar una reacción local con enrojecimiento, picor, hinchazón y, posiblemente, más dolor. En cambio, en una persona alérgica, esta reacción, que puede ser diferente en cada paciente, se multiplica y el picor se extiende a casi todo el cuerpo, pudiendo desarrollar dificultad para respirar, dolor abdominal, vómitos, diarrea y pérdida de conocimiento.
La otra gran preocupación que traen consigo las velutinas es su afán de matar a las abejas autóctonas, suponiendo un grave riesgo para la producción de miel y daños millonarios a la industria.
Las predicciones de los expertos apuntan a que dentro de 5 años, en 2029, la invasión imparable de estas avispas habrá cubierto la totalidad de la Península Ibérica.