Rescata a una liebre atrapada en una alpaca de paja
Sorprendentemente, el animal consigue sobrevivir al proceso de empacado y, tras ser liberado, corre velozmente para alejarse de su prisión y de su liberador.
La confianza en el mimetismo del que presumen las liebres las lleva a sufrir situaciones como la que estamos a punto de presenciar. Cuando se encuentran encamadas, suelen esperar hasta el último momento antes de arrancar en veloz carrera. Y esto es lo que le ha sucedido a la protagonista de estas imágenes, grabadas por el agricultor que recoge la paja y que afortunadamente se ha dado cuenta del suceso y le pone remedio a tiempo.
El peligro de la recogida de la paja para la fauna silvestre
La última fase de la cosecha el cereal es la recogida de la paja y su empacado. El aprovechamiento de este denominado como subproducto consiste en la agrupación de las hileras de la paja y su recogida y empaque de manera mecánica. Se pueden formar pacas, también denominadas balas, de distinta forma. En el siguiente vídeo se trata de una paca cilíndrica o rotopaca.
Rotopaca. Foto: Tiia Monto
Se trata de pacas de grandes dimensiones que están recomendadas generalmente para destinarlas a fincas en las que el ganado vive al aire libre. Por suerte para la liebre, la compactación de la paja ha dejado el espacio suficiente para que pueda respirar y su frágil cuerpo no hay sido aplastado.
Tras visionar las imágenes, muchos usuarios hablan de los peligros de la agricultura extensiva para los animales que viven o crían en los suelos cultivados. Estamos hablando de una de las formas de cultivo que aporta más relevancia en el motor global de alimentación de todo el mundo. Pero también de la que más impacto ambiental produce. Aumentar el rendimiento de las tierras con el fin de maximizar beneficios y producción lleva a la mecanización de los procesos, el uso de fertilizantes e insecticidas, riego abundante, tratamiento de la tierra y plantación de especies de alto rendimiento, amén de la expansión a nuevas áreas para incrementar la cosecha.
Impacto de la recolección de la paja en la fauna
Comencemos por el asunto que se convierte en actualidad por el vídeo que acabamos de ver. Entre las normativas que se preocupan por las consecuencias de la recolección del cereal y la paja en los animales que se encuentran en esos terrenos durante los trabajos agrícolas, acudimos a Navarra y su Declaración de Impacto Ambiental de la Planta de Biomasa en Rocaforte, la cual establece en su apartado de IMPACTOS DERIVADOS DE LA GESTIÓN DE LA PAJA. En su texto, se establece que para que la recogida de la paja que utilice como combustible en dicha planta no tenga un impacto significativo sobre la fauna debe garantizar que dicha recogida se efectúe siguiendo las siguientes prácticas:
- Respetar un periodo no inferior a 10 días entre la cosecha y la recogida de la paja.
- Instalar en las cosechadoras dispositivos espanta fauna.
- Recoger la paja del centro al exterior de la parcela.
- No recoger la paja durante la noche.
Esto ha sido destacado por ADECANA, la asociación que aglutina a buena parte de los cazadores navarros, que hace años encargó un estudio para concluir la importancia de estas formas de trabajar durante la cosecha. Así lo difundieron:
Analizando los resultados obtenidos en el presente trabajo podemos extraer una serie de ideas que responden al menos en parte las preguntas que nos habíamos planteado al inicio del mismo. No obstante, hay que hacer hincapié en que no todas las conclusiones son extrapolables al resto del territorio, ya que las distintas características climáticas, de usos agrícolas, de gestión cinegética o de la calidad del hábitat podrían dar lugar a resultados diferentes.
a) ¿Hay presencia de especies cinegéticas en las parcelas de cereal durante la cosecha y el empacado?
El hecho de haber detectado perdices o codornices en más de la mitad de las parcelas de cereal seguidas (65,31 %) supone sin duda una prueba muy consistente que confirma el gran uso que las galliformes cinegéticas hacen de este tipo de cultivos.
La codorniz es desde luego la que más a menudo se localiza en los cereales, sobre todo en el trigo (65,38 %). Esta mayor presencia en el trigo podría deberse, no obstante, no sólo a una distribución natural sino a un posible desplazamiento del uso del hábitat motivado por la pérdida de la cobertura en los campos de cebada. Así pues, se podría dar cierto grado de “concentración” tras la cosecha de la cebada, de manera que todas las codornices, que antes estaban repartidas entre cebadas y trigos, se verían obligadas a refugiarse en las zonas que todavía conservan una adecuada cobertura vegetal, es decir, en los trigales que son los de cosecha más tardía.
La perdiz por el contrario parece ocupar en menor grado los campos de cereal, si bien esta diferencia puede deberse a desfase existente en la fenología reproductiva de una y otra especie. Las puestas de codorniz se inician alrededor de la segunda quincena de mayo y tras 16 días de incubación y 20 de desarrollo alcanzan la capacidad de vuelo, prácticamente un mes antes que la perdiz que se encuentra todavía incubando en el apogeo de la cosecha, sobre todo durante la primera parte de ésta cuando se recoge la cebada.
Este hecho y la metodología empleada, que se basa en la observación directa de pollos o adultos que saltan al paso de la maquinaria, podrían dar lugar a una infravaloración del uso de los cereales por la perdiz durante la cosecha. Además de esta diferencia en la fenología reproductiva, la respuesta de huida de una y otra especie son también diferentes, levantando antes el vuelo las codornices, frente a la tendencia a “apeonar” seguida por la perdiz, hecho que también dificultaría la detección de las perdices.
b) ¿Hasta qué punto son detectables por parte del cosechador?
Es frecuente escuchar en los círculos de agricultores que desde las cosechadoras se ve todo, que apenas hay perdices en los campos y que cuando ven alguna la esquivan. Esta afirmación es “casi” del todo cierta, ya que desde la cosechadora da la impresión de verse todo con mucha claridad y sin duda cualquier agricultor trataría de esquivar a los animales que se crucen ante su cosechadora. A pesar de esta impresión, la realidad, tal y como se ha podido detectar en el presente trabajo, es otra bien diferente, ya que se han encontrado aves muertas y nidos naturales rotos tras el paso de la cosechadora. Además, ninguno de los 20 nidos artificiales con huevos o pollos colocados fue detectado por el cosechador, que prestaba además mayor interés del habitual para la búsqueda de los nidos.
A esta baja (o nula) detección de las aves o sus nidos trabajando correctamente hay que añadir que, en un porcentaje muy alto, la cosecha se prolonga hasta la caída del sol (en ocasiones hasta las 2:00 de la mañana), situación en las que se hace sin ninguna duda imposible detectar ningún animal.
c) ¿Cómo se cosecha y empaca? ¿Se podría modificar la metodología para reducir su efecto en la fauna?
En lo concerniente al sentido de trabajo hay que hacer un especial hincapié en la imposibilidad técnica de trabajar del centro hacia fuera tal y como a menudo se propone. Si bien, resultaría mucho menos nocivo y perfectamente factible cosechar barriendo de un lateral hacia el otro tras haber abierto dos calles iniciales que permitiesen maniobrar. De todas formas, cualquier modificación que se quiera proponer en el trabajo de las empacadoras debe ser realizado previamente por las cosechadoras, ya que como se menciona a lo largo del presente trabajo, la empacadora sólo puede seguir el trazado realizado anteriormente por la cosechadora.
Mención aparte merece la incidencia del trabajo nocturno, ya que en este caso los animales quedan cegados y desorientados por los faros, lo que los hace mucho más vulnerables.
d) ¿Se podría recurrir al uso de perros de rastro para evaluar el porcentaje de nidos fracasados tras la cosecha?
Puesto que a fin de cuentas el dato más interesante para valorar el efecto de la cosecha sobre las poblaciones de especies cinegéticas sería el porcentaje de nidadas que se pierden por este factor, se creyó útil testar la capacidad de perros de rastro para encontrar nidos rotos o pollos muertos tras el paso de la cosechadora. En el caso de que con éste procedimiento se pudiesen detectar un porcentaje elevado de los nidos, se podría intentar relacionar el número de nidos perdidos durante la cosecha con el número de parejas censadas en primavera y valorar así el efecto real de esta práctica agrícola.
Con los resultados obtenidos parece que esta práctica podría tal vez usarse para la detección de polladas cosechadas, pero no para encontrar los nidos con huevos. Como la mayoría de las nidadas se encuentran en fase de huevo en esas fechas, la utilidad práctica de los perros sería muy baja. No obstante, hay que tener en cuenta que los nidos colocados artificialmente no cuentan con el rastro dejado por la madre, que probablemente los haría más fácilmente detectables.
f) ¿Hasta qué punto escapan las especies cinegéticas de la empacadora?
Los agricultores insisten, como hemos comentado en el punto anterior, en que las perdices y las codornices “saltan” y que es muy raro que se las arrolle. El propio personal de GAVRN ha podido comprobar en el campo la muerte de aves silvestres tras el paso de la cosechadora, pero quedaba la duda acerca de lo frecuentes o anecdóticas que pudieran ser estas bajas y sobre la incidencia directa del empacado, por eso se recurrió a los individuos de granja para llevar a cabo una experiencia similar en condiciones controladas.
El hecho de que fueran aves de granja hace que se deba tener precaución a la hora de sacar conclusiones, pero dicho experimento supone sin duda una “copia” bastante aproximada de lo que pueda suceder en el campo.
Los resultados de tal experimento sacan a la luz una incidencia importante de esta labor agrícola en las poblaciones de codorniz, ya que menos de la mitad de las aves que se encuentran en el campo escapan a la empacadora, y las que lo hacen pueden ser empacadas tras el agotamiento del segundo vuelo, como se pudo comprobar en dos casos.
g) ¿Se pueden detectar los individuos muertos y empacados mediante el examen de pacas de paja?
Tanto en el círculo de agricultores como en el de gente vinculada a la caza (cazadores, guardas, técnicos) se habla a menudo de los animales que se encuentran al deshacer las pacas de paja para el ganado y demás. Culebras, “pelletas” de liebre, pollos de perdiz… son algunas de las especies que se suelen comentar como vulnerables al empacado. Viendo los resultados obtenidos en nuestro estudio, se puede afirmar con bastante rigor científico que tan sólo los animales de más de 150 gramos son detectables tras el empacado, y nunca con un 100 % de efectividad. Si tenemos en cuenta que los individuos más vulnerables a las labores agrícolas son los pollos de perdiz, podemos afirmar que la revisión de pacas de paja no tiene validez como metodología de trabajo para testar el impacto de estas labores agrícolas.
Un problema que fue abordado ya en 2007 por nuestro colaborador, Santiago Segovia, en un completo artículo titulado Agricultura y caza.
Fitosanitarios e impacto en la fauna silvestre
En cuanto a los fitosanitarios, hemos tenido acceso a un estudio realizado por el CSIC que ha evaluado el riesgo de la presencia de fitosanitarios en lugares tan emblemáticos de la Península Ibérica como Doñana y Tablas de Daimiel. Esta investigación, liderada por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), en la que han participado la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE, CSIC-UV–GVA), surgió como objetivo evaluar el impacto ambiental de las actividades agrícolas en el entorno de estas áreas protegidas. Y es la más completa realizada hasta el momento y ha revelado la presencia generalizada de pesticidas, algunos prohibidos desde el 2009, en ambos Parques Nacionales
El estudio incluye una evaluación del riesgo de la presencia de pesticidas para los organismos acuáticos, por lo que la investigación proporciona un valioso conocimiento sobre el impacto de las actividades agrícolas en dos áreas protegidas. “Nuestros resultados incluyen la evaluación de los riesgos potenciales de la contaminación por pesticidas en las aguas, pero también en los sedimentos, y sugieren riesgos potenciales de moderados a altos en todos los puntos de muestreo de ambos Parques Nacionales”