Pelea de corzos encelados
Con el cereal ya cosechado, el verano bien entrado y los calores, tanto por fuera como por dentro, estos corzos se enfrentan con el objetivo de convertirse en el macho dominante de la zona.
El vencedor se quedará con estos dominios salpicados de cultivos y bosques y cubrirá a las hembras que lo habitan. Las embestidas con sus peligrosas y afiladas cuernas se alternan con amagos y con ese gesto tan taurino de escarbar la tierra en manifestación de desafío y disposición al ataque.
El perdedor deberá alejarse y aceptar la derrota para buscar otro sitio donde pueda volver a intentar transmitir su genética. Y deberá apresurarse, puesto que, dependiendo siempre de la zona y la latitud, el periodo de celo de estos pequeños cérvidos tiene lugar entre julio y agosto.
A pesar de que se producen bajas debido a las heridas producidas en las pugnas más violentas, científicos especializados en ungulados han concluido que el comportamiento territorial del corzo y las luchas enceladas entre machos suelen desarrollar un reducido nivel de violencia y contacto físico. Esto es debido a que uno de los dos corzos suele retirarse de la disputa antes de resultar herido cuando se percata de que será el perdedor. Esto es precisamente lo que observamos al final de la grabación.