El beso de la muerte de dos lucios
La voracidad de este pez introducido en España en los años 50 les ha costado la vida a dos ejemplares de la especie. Al tratar de tragarse el depredador a su congénere, la presa ha quedado atascada en la garganta.
Se ha llegado a encontrar un botellín de cerveza sin abrir en el estómago de un lucio o se le ha grabado capturando aves acuáticas. Según el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la especie, catalogada como invasora, "depreda especies de peces autóctonas, siendo característica su depredación sobre ejemplares de grandes tallas tanto de peces, como de anfibios, reptiles e incluso sobre determinadas especies de aves. Se ha demostrado su impacto sobre poblaciones de especies de peces autóctonas, llegando a extinguir las poblaciones en aguas remansadas". El crecimiento exponencial de su población ha sido devastador para especies endémicas de los géneros Squalius y del grupo Chondrostom.
Los ictiólogos aseguran que es capaz de tragar presas de su mismo tamaño
Estas imágenes, grabadas en un río de un país del este de Europa, dan fe de ello. Dos lucios de un tamaño similar son encontrados por un pescador flotando en el agua. Uno de los depredadores ha capturado a un pez de su misma especie. Su osadía al tratar de tragarse a un ejemplar de semejante tamaño les ha costado la vida a la presa y al depredador.
El lucio es un pez de cabeza alargada y con un hocico aplastado. Su enorme boca presenta dos hileras superpuestas de pequeños dientes muy afilados, distribuidos entre las mandíbulas y el paladar. La presión que ejercen sus mandíbulas impiden escapar a sus capturas. La garganta se puede ensanchar, gracias a los huesos de la faringe, cuando van a tragar una presa. En su dieta habitual se encuentran peces, ranas, culebras, ratas de agua, patos, garzas y toda clase de animales que vivan en el medio acuático.