Los lobos acaban con todas las ilusiones de un joven asturiano
Asturias

Los lobos acaban con todas las ilusiones de un joven asturiano

Un pastor asturiano de tan solo 17 años, se ve obligado a vender sus cabras ante los incesantes y cada vez más graves y constantes ataques de los lobos.


“Vendí mis cabras después de perder veinte de ellas y ver que seguían matando”. Este es el desgarrador testimonio de un joven al que los lobos han arrebatado su forma de vida.

Kike Huerta, un pastor de 17 años de Santianes de Ola, en Cangas de Onís, ha perdido la esperanza, al menos por el momento. Tras presenciar varios ataques de lobos a sus cabras y la muerte de 20 ejemplares, el joven ha decidido deshacerse de su rebaño. Sabía que seguir con ellas era sinónimo de nuevas pérdidas, por las que iba a “seguir sufriendo”.

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Así encontró una de sus cabras tras el ataque del lobo. A la derecha, perros protectores del ganado.

Salva su vida gracias a un árbol

Los ataques eran cada vez más frecuentes y violentos. Uno de los incidentes más traumáticos ocurrió hace un par de meses cuando tuvo que subirse a un árbol para salvarse de dos lobos que estaban devorando a uno de sus cabras. Puedes leer la noticia aquí

Se vio obligado a vender sus animales, su vida

Semanas después, y ante la falta de control sobre los lobos que seguían atacando a su rebaño, el joven decidió vender el resto de sus cabras en una feria celebrada en el municipio.

“Tomé una decisión muy difícil, pero sabía que iba a seguir matando” —lamenta el joven.

A la espera de que se tomen medidas para volver a dedicarse a lo que le apasiona

Apartándose temporalmente de la ganadería, Kike asegura que no sabe si le merece la pena continuar en un sector al que quería dedicarse hasta hace poco. El joven sigue estudiando un módulo de Formación Profesional en el ÍES Rey Pelayo de Cangas de Onís, mientras espera que las autoridades tomen medidas para mitigar la "dolorosa" situación provocada por los ataques de los lobos. En su ganadería familiar aún tienen medio centenar de vacas de la raza asturiana de los valles, así como una decena de ovejas, custodiadas por sus perros mastines.

“O toman medidas con los lobos o no sé si me compensará volver a tener cabras porque me las va a seguir matando, como hasta ahora”- sentencia Kike, entre compungido y desengañado.

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