Mateo, un niño de 8 años, dedica su tiempo libre a llevar agua a la fauna silvestre cuando el calor más aprieta
A pesar de su corta edad es consciente de que, en este periodo del año, crítico para la reproducción de las especies, resulta vital para los animales del campo el acceso al agua. Por ello, cada vez que los estudios se lo permiten ayuda a su padre en el mantenimiento de los bebederos de un coto de Illescas.
Mateo es hijo del guarda de caza del coto el Cercón. En las 1.000 hectáreas de cultivos y arroyos de zarzas el profesional tiene colocados 40 puntos de agua. Todos ellos fabricados artesanalmente por los 34 socios del coto. En el acotado conviven en armonía galgueros y cazadores al salto. Ambos colectivos trabajan como si fueran uno solo en beneficio de las diferentes especies que habitan en el coto que gestionan.
Con la llegada de las altas temperaturas, cazadores y familiares se reúnen para limpiar y distribuir bebederos
A finales de primavera, los integrantes del coto El Cercón se dan cita en la finca con el objetivo de preparar el coto para la llegada del verano. Proveen a las especies cinegéticas y protegidas que habitan en la finca de agua y alimento para ayudarles a superar las altas temperatura y la ausencia de manantiales naturales. A los cazadores y al guarda del coto, se suma desde que tiene uso de razón Mateo para realizar esta tarea.
El aprendiz de cazador cuenta solo 8 años. Pese a ello, no duda en ayudar en la ubicación de los bebederos y en su llenado durante el verano. Prefiere marchar al campo junto a su padre que ir a la piscina con sus amigos. David, guarda del coto, ha inculcado a su hijo una serie de valores que sólo atesoran aquellos pequeños que aprenden de la naturaleza a pie de campo. El niño sabe que "hay que ayudar a la fauna cuando más lo necesita, y no sólo ir al campo en el periodo en que florecen las flores".
