Caza un corzo medallable en un coto social valenciano gracias a un precinto que le costó dos años de espera
Dado el precio al que pueden ascender los permisos para intentar la caza de macho, a los cazadores más humildes no les queda más remedio que armarse de paciencia para optar a la oportunidad de recechar un corzo. La espera de este cazador valenciano se ha visto recompensada con la captura de este impresionante trofeo.
La fiebre de la caza del corzo en España ha puesto lejos del alcance de muchos cazadores la caza de la especie al rececho. Ya en el año 2022, varios gestores cinegéticos informaron de la subida exponencial del precio de los precintos de corzo en algunas zonas de España. En determinados acotados cifraron el incremento de los permisos en un 50%.
El cazador sólo tenía dos días para abatir el corzo
El tiempo corría en su contra, pero la experiencia y los conocimientos del territorio hicieron posible que Miguel Ángel Izquierdo abatiera este espectacular macho en el Puerto de Ragudo, situado en la Comunidad Valenciana. Dos días de caza se presentaban como demasiado justos como para poner a distancia de disparo al anhelado animal, pero esto, en lugar de estresas al cazador, le motivó aún más para hacer las cosas aún mejor.
Un paraje de monte cerrado
Los socios del coto social sabían de la existencia de este ejemplar antes de comenzar la temporada, aunque hacía dos meses que no lo veían. Los aficionados a la caza del corzo tienen que esperar dos años para acceder a un precinto. Este permiso les da la opción de intentar el abate de un macho en dos jornadas de caza. Un día en cada una de las dos partes en la que está dividido el coto. En el primer intento, el recechista fue a la zona más accesible del acotado y únicamente vio ejemplares jóvenes.
Detalle del trofeo del corzo, con un impresionante perlado. El animal fue abatido en un pinar de la parte alta del acotado.
Caza del corzo en media montaña
El segundo día cazó en la zona más alta del coto. Por la mañana no vio nada. Regresó al cazadero por la tarde. Al revisar los almendros abandonados, vio los brotes comidos por los corzos. En una de las manchas de pino próximas a los árboles se arrancó el macho. Al verlo ascender por la ladera de la montaña, decidió dar un rodeo para intentar cortarle la huida. Tras una hora de búsqueda, pensó que lo había perdido. Al regresar al vehículo, lo vio en un pinar. Era su oportunidad, en el último instante del segundo día, así que preparó su equipo y disfrutó de un lance apresurado. Lo abatió de un único disparo de su rifle Tikka T3 del calibre 7 mm RM. El trofeo del animal, de una edad considerable, destaca por su impresionante perlado, que alcanza hasta la punta de una de las luchaderas. También es largo, simétrico y de un grosor considerable. Sin duda, un excepcional trofeo abatido en un coto social.