Abate un impresionante corzo peluca en Salamanca
Si hace un par de días lograba dar caza a una singular corza con cuernas, ayer el cazador Carlos Blanco nos sorprendía con un gran macho con peluca. Nos cuenta como consiguió hacerse con él.
La reserva regional de caza “Las Batuecas” alberga grandes corzos y en ella se han cazado varios con peluca. Cinco de ellos fueron abatidos por Carlos Blanco. El más reciente es un ejemplar único, de esos que cualquier apasionado de la caza del corzo desearía apuntarse en su haber.
El primer avistamiento
La semana pasada el animal fue visto por primera vez. Fueron los celadores Nacho y Dani los que lo localizaron entre unas jaras, en una vasta ladera. Lo estuvieron viendo en ese mismo sitio durante tres días.
Carlos junto al guarda.
“Lo justo para no verlo”
Avisaron a Carlos que, dio la casualidad, de que tenía disponibilidad para ir a rececharlo. Nuestro protagonista no lo dudó un segundo, y menudo permiso bien aprovechado.
Estuvieron varias horas esperando Nacho y Carlos desde un lado y Dani desde otro, algo más alto ¡Qué caprichosa la caza! El peluca no daba la cara. Tantos días saliendo y parecía que esta vez no lo haría.
Pero de pronto, a cincuenta metros de la zona que estaban controlando, lo vieron. Ahí estaba, detrás de un brezo. Lo justo para no verlo.
El cazador junto al corzo con peluca.
Entre dos encinas
Tratando de verlo mejor, el cazador descendió varios metros por la ladera en la que se encontraba. Posicionó el blaser r8 y apenas hubo encarar el Leica PRS, ya vio las cuernas del corzo: estaba echado. Talmente parecía que lo hubieran colocado milimétricamente en lugar de ser fruto de la casualidad.
Lo estuvieron observando durante varios minutos y, finalmente se puso en pie para ir tras una corza. Parecía que iba a ser un lance relativamente sencillo pero el macho, en cuestión de segundos, se paró entre dos encinas dejando a la vista, únicamente, la caja. “No se le veía ni la cabeza, ni las patas ni las paletillas” —cuenta Carlos.
Equipo utilizado durante el rececho.
Donde pone el ojo, pone la bala
La corza a la que seguía, ya se estaba tapando por el monte. Era ahora o nunca, y Carlos lo sabía. La oportunidad de tiro no era la idónea, pero perfectamente podía ser la última. Carlos encaró el rifle y con una seguridad asombrosa efectuó un disparo certero, al que sucedió una arrancada y tras la que corzo se desplomó.
Primer plano del trofeo del corzo.
Un peluca distinto a los demás
“Me llamó muchísimo la atención que no era una cuerna típica de las Batuecas. Tenía puntas muy largas y abajo, un grosor muy duro. Nada que ver con las tradicionales pelucas blancas” —señala Blanco.
Un hecho que sorprendió al cazador fue que siempre que se avistó el corzo estaba en compañía de una hembra pese a la creencia generalizada de que “los peluca” son solitarios. Otro aspecto a destacar es que tenía los testículos en perfectas condiciones. Esto no es algo muy habitual teniendo en cuenta que una de las causas de que haya corzos peluca, es una patología en los mismos.
Profundamente agradecido
Carlos ha querido aprovechar la ocasión para agradecer la inestimable ayuda de los celadores y para poner en valor su gran profesionalidad. El buen hacer y el modelo de gestión que siguen en esta reserva, convierte “Las Batuecas” en uno de los destinos cinegéticos favoritos del cazador.