Caza una atípica corza con dos cuernas
Crónicas de caza

Caza una atípica corza con dos cuernas

Un ejemplar especial, un original trofeo y una historia de las que merecen la pena ser contadas. Hablamos con Carlos Blanco, el reconocido cazador que ha tenido la fortuna de abatir esta atípica hembra.


Habitualmente las corzas carecen de cuernas, pero de vez en cuando podemos encontrarnos alguna con “peluca”. Raro es, sin embargo, avistar una hembra con ambas cuernas limpias como la que os traemos a continuación. Carlos Blanco es un gran conocedor de los capreolus capreolus y un avezado cazador con una larga y bien aprovechada trayectoria cinegética. Su última captura no pudo ser más especial.

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Carlos con la corza.

A simple vista parecía un macho

Durante una de sus últimas salidas, en un coto soriano, el cazador avistó un ejemplar con un cuerpo pequeño y unas cuernas también de reducido tamaño. De primeras pensó que se trataba de un chivo del año. Le extrañó que estuviera junto a un gran macho y su comportamiento con él. Se quedó observándolo atentamente, no le veía el pincel peneano. ¿Sería una hembra con cuerna? —se preguntó. De pronto el animal se giró.

El penacho blanco la delató

Gracias a ese movimiento, Carlos pudo comprobar que el escudo anal tenía la característica forma de las hembras. El penacho blanco de la vulva la delató y confirmó sus sospechas. Como buen cazador, no quiso jugar un lance sobre ella sin asegurarse de que no estuviera parida o preñada así que el único disparo que efectuó ese día fue con la cámara.

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Trofeo en vivo.

Siguió viéndola y valorándola

Volvió a verla en repetidas ocasiones. Carlos estuvo observándola durante varios días con sus prismáticos, los nuevos Leica Geovid Pro y ni rastro de corcino alguno. Tampoco aparentaba estar preñada. Dos semanas más tarde y después de mucho meditarlo, el avezado cazador tomó la decisión de intentar abatirla.

Ayer salió al campo de nuevo, en esta ocasión con su equipo de rececho: el Blaser R8 cal. 7mm rem. mag. y el visor Leica PRS. Nada podía salir mal, tanto por el indio como por la flecha.

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Macho y hembra.

Un lance nada fácil

“El disparo era un poco complicado. Estábamos en una ladera: ella arriba y yo más abajo”-cuenta Carlos. Además, la corza estaba especialmente alerta y esquiva aquel día, por lo que tuvo que tirar rápido, a una distancia de 250 metros. Con todo, el cazador logró un disparo certero a la paletilla y la hembra cayó fulminada. Ni se enteró.

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Equipo utilizado.

El mejor final

Al llegar a la pieza, la alegría que sintió es indescriptible. Confirmó que tenía el aparato reproductor femenino y que no tenía leche en las ubres. Al vaciarla también pudo observar que, efectivamente, no estaba preñada. Carlos tomó una decisión algo arriesgada pero no erró el tiro —ni literal ni figuradamente— gracias a su experiencia y profundos conocimientos.

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