La invasión de la oruga procesionaria: montañas de ellas en los montes madrileños
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La invasión de la oruga procesionaria: montañas de ellas en los montes madrileños

Los días de sol y calor con los que ha comenzado el mes de febrero en muchos puntos de nuestra geografía han traído consecuencias estacionales que cada año nos llevan a pedir precaución ante las amenazas que el campo pone ante nosotros y nuestros perros. Hablamos de la procesionaria.


Quizás las imágenes más llamativas nos llegan desde Madrid. Concretamente desde La Pedriza, en la vertiente sur de la Sierra de Guadarrama. Un excursionista grababa unas impresionantes acumulaciones de orugas de procesionaria del pino.

 

Una mini primavera muy adelantada ha llevado a este lepidóptero defoliador a salir de los bolsones en los que se han desarrollado desde su estado larvario. Cuando esto sucede, ya cuentan con los peligrosos pelos urticantes, que es lo que realmente amenaza la salud de nuestros perros si se acercan a ellas.

Los abandonan en grupo y formando esas características ‘procesiones’ que les dan su nombre común y gracias a un hilo de seda segregado por ellas mismas que les permite permanecer en contacto. El objetivo es protegerse mutuamente la cabeza, que es la parte del cuerpo que más llama la atención de los depredadores de la especie, sobre todo determinadas aves.

Su siguiente estadio es el enterramiento en el suelo, donde pasan a la fase crisálida, convirtiéndose en el alimento preferido de las abubillas.

 


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