Dentro de una batida tras jabalíes: así funciona el infalible olfato de los perros de rastro
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Dentro de una batida tras jabalíes: así funciona el infalible olfato de los perros de rastro

Primero pasan los jabalíes. Un cazador aprovecha su privilegiada posición para grabar toda la escena desde arriba. Y los perros no tardan en seguir sus pasos.


La capacidad de rastreo de los perros especialistas en la caza del jabalí resulta asombrosa. La nariz de los canes identifica las partículas olfativas que va dejando el animal al que siguen solo con el roce de alguna parte de su cuerpo con el suelo o la vegetación a través de los que avanza. Los rastreadores se adaptan a las circunstancias para no perder esas pistas sobre la dirección que toma a cada paso el jabalí.

Y podrán hacerlo a pesar de que hayan pasado muchas horas, incluso más de 48, aunque en las imágenes que vamos a ver sigan muy de cerca a los jabalíes, que incluso se detienen unos segundos para escuchar cómo y por dónde avanzan los perros que los persiguen.

 

Olfato en tres dimensiones: ¿Sabías que los perros huelen por separado por cada orificio nasal?

La mucosa olfativa de un perro tiene cientos de millones (entre 150 y 300) de receptores que les permiten distinguir miles (algunos estudios los cifran en hasta un millón) de olores distintos. Además, cuenta con un área cerebral dedicada únicamente al olfato que resultan hasta 40 veces superior a la de los humanos. Algo extraordinario que los lleva a ‘olvidarse’ del resto de sus sentidos.

Pero quizás lo más sorprendente es que la nariz del perro le permite olfatear de manera independiente a través de cada uno de los dos orificios nasales. Esto resulta muy útil a la hora de identificar el lugar desde donde proviene el olor que les llega. Y sus fosas nasales se dividen en dos vías, una destinada a llevar el aire hasta los pulmones y otra hacia su sistema olfativo, convirtiendo su sentido del olfato en algo único.

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