Abate un impresionante ejemplar de corzo con trofeo multipuntas
Un cazador castellonense logra abatir un corzo con un peculiar trofeo multipuntas. No te pierdas el emocionante lance que culminó con este espectacular animal.
Óscar Bayot Badal ha sido el afortunado. El cazador, un padre de familia de 42 años, es un amante de la caza tradicional que lleva años disfrutando de la cinegética en un coto social. Siempre ha sido un apasionado del “Duende del Bosque” y esa pasión se ha visto recompensada el pasado 18 de julio con un ejemplar de ensueño.
Localiza un “corzo extraño”
Óscar sabía que había un macho dominando la zona, pero aún no había tenido oportunidad de verlo, no se podía imaginar cómo era hasta que, en una de sus salidas al campo, sus caminos se cruzaron. Estaba acompañado de una joven hembra.
“Acabo de ver un corzo extraño, con una cuerna muy rara”- comentó con su mujer y su amigo Héctor, de @cazaxtrem. El animal no dejaba de moverse y no pudo valorarlo bien por la distancia que les separaba. Afortunadamente, se lo volvió a encontrar en varias ocasiones y pudo confirmar que se trataba de un ejemplar de lo más peculiar.
El percance
Un día, en el trabajo, Óscar tuvo un percance: se fracturó la mano. Se vio obligado a dejar de recechar por 15 días. No aguantaba más sin salir de caza y aún escayolado, en proceso de recuperación, decidió coger los prismáticos colgarse el rifle y poner rumbo al monte. Aquel corzo se había convertido en su objetivo y estaba dispuesto a pelearlo, aunque ello conllevara sacrificio y mucho esfuerzo.
Volvió a avistar al animal, esta vez, a la vera de una hembra adulta que sin duda estaba en celo. Trató de hacerle una entrada, pero los dos animales desaparecieron, ocultándose en la espesura del monte.
Un nuevo día, una nueva oportunidad
A primera hora de la mañana, al borde de un campo de almendros, divisó dos siluetas que no se dejaron ver más que unos instantes. Bayot sabía que uno de ellos, era el ejemplar que tanto ansiaba. Hizo una entrada hasta un punto estratégico que el cazador tenía en medio de un campo de almendros, con la esperanza de que el corzo volviera a dar la cara.
Pasados unos minutos, lo vio. “Madre mía, ¡es él!” -pensó. Iba solo, parecía un perro rastreando… estaba en busca de una hembra. Se acercó sigiloso y probó una estrategia de lo más arriesgada: romper una rama para atraerlo. “Parecerá de broma”-asegura el cazador- “pero así fue, y funcionó, el corzo comenzó a venir hacia mi”.
El cazador aprovechó para cargar su monotiro y esperó pacientemente, aunque con unos nervios evidentes, a la oportunidad de lance. Caminaba, paraba, caminaba, paraba… me empecé a poner nervioso, pero finalmente, a escasos metros pude meter el corzo en la cruz y disparar.
La última carrera
Un disparo certero, aunque, según Óscar, algo adelantado. El animal salió corriendo y el cazador pensó que tardaría en dar con él.
Por suerte, tras pistear varios metros, lo encontró. No pudo contener la emoción y de sus ojos empezaron a brotar lágrimas de felicidad, de satisfacción y, sobre todo, de liberación. ¡Menudo animal! Con lo que había costado… finalmente lo había conseguido.