Un corzo malhumorado se enfrenta a un árbol: ¿será fruto del celo?
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Un corzo malhumorado se enfrenta a un árbol: ¿será fruto del celo?

Un corzo embiste en varias ocasiones las ramas de un árbol. ¿Jugando o atacando?


En el vídeo vemos cómo un corzo arremete contra las ramas de un árbol. ¿Se tratará de un ejemplar joven jugando? ¿o tal vez de uno encelado? La escena la ha compartido la cuenta de Instagram @wildkamera_r.s

El corzo en la época del celo

En la época de apareamiento, conocida como el periodo de celo, el corzo experimenta cambios significativos en su comportamiento y en su fisiología.

Los machos compiten por las hembras y establecen territorios de apareamiento. Estos territorios suelen ser áreas bien definidas y marcadas por los machos, quienes utilizan glándulas para dejar señales olfativas y frotan sus cuernas en los árboles dejando marcas visuales.

La competencia entre los machos puede ser intensa durante este período. Utilizan sus cuernas para luchar entre sí y establecer jerarquías de dominancia. El tamaño y la forma de las rosetas, de las luchaderas y las contraluchaderas son indicadores de la calidad genética de los machos. Estas peleas pueden ser violentas y los animales pueden resultar heridos o incluso muertos.

En el celo, los corzos se vuelven más activos y visibles, ya que pasan más tiempo buscando hembras y defendiendo sus territorios. Esto hace que los avistamientos de estos ungulados sean más comunes, especialmente durante el amanecer y al atardecer.

Esta época conforma, junto al inicio de la primavera, la temporada cinegética de esta especie.

 

Un corzo malhumorado

Cómo no sabemos realmente cuál es el motivo por el que el corzo embiste al árbol, sólo se puede conjeturar. Tal y como acabamos de mencionar, es habitual que durante el celo los corzos marquen los árboles con el fin de delimitar su territorio. No sería de extrañar que esté, por tanto, dejando su marca visual.

Incluso cabe pensar que pudiera ser una de las formas que tienen estas especies de comunicarse entre sí. Probablemente al vivir en hábitat boscosos, el corzo ha desarrollado un complejo sistema de marcaje en el que cabe la posibilidad de comunicar desde varios puntos a la vez sin estar en ninguno de ellos. Este sistema de marcaje se basa fundamentalmente en olores y marcas visuales, y en menor medida en señales sonoras.

El arañado se produce sobre troncos de árboles y lejos de pelar la corteza en su perímetro, se producen unas incisiones lineales en uno de los frentes del perímetro con mayor o menor abundancia; aparentemente la intención del corso es la de marcar con la glándula frontal y estos arañazos más parecen fruto el propio grosor del árbol, que de la intencionalidad del animal.

Brutal pelea entre un joven corzo y un carnero

También cabe la posibilidad que sus imperiosas ganas de aparearse le hagan estar más alerta de lo normal. En ese estado de nerviosismo, el corzo pudo haber confundido las ramas o cualquier otro elemento del entorno con una amenaza potencial.

Sea celo, estrés, arañado para comunicarse o sentimiento de amenaza, imágenes como las de este video reflejan unas costumbres de estos ungulados que nos permiten acercarnos y conocer un poco más su fascinante mundo.

 


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