Sentido homenaje a un joven cazador fallecido: tus compañeros no te olvidan

Sentido homenaje a un joven cazador fallecido: tus compañeros no te olvidan

José Antonio tenía 33 años. Demasiado joven para partir. Pero un infarto nos lo ha arrebatado. Sus compañeros le rinden este homenaje para recordarle una vez más como el amigo, familiar y cazador especial que fue durante toda su corta vida.


Para ello, han grabado un vídeo en el que acompañan en el sentimiento a su familia y despedirse todos de un compañero tan querido por todos.

 

Además, Antonio Molina, familiar del fallecido y presidente del coto de Dehesas de Guadix, en Granada, lugar de nacimiento de José Antonio, le recuerda en un escrito donde la caza y el compañerismo dejan entrever la gran persona que el infarto nos ha arrebatado.

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José Antonio, gran cazador y mejor persona. Familiares y compañeros de caza se suman al homenaje al cazador fallecido.

Un día de caza con Grillo

-“12 de noviembre, suena el teléfono y ahí estaba su llamada. Comienza diciéndome que acaba de subir al barco, que mientras llega a Valencia, descarga y coge el coche, para las 12 de la noche habrá llegado al pueblo. José Antonio, Grillo, como todos le llamábamos, vivía en Mallorca, pero la caza le traía de vuelta una y otra vez a Granada.

“Perfecto”, le dije. “No vayas a liarla esta noche pues mañana ya sabes, tenemos los puestos ya preparados, te he comprado los cartuchos y todo, y te conozco, sé que vienes muy alegre”.

“Que noooo, que llegó y me acuesto”, me dijo.

Como había adelantado, a las 12 de la noche entraba en el pueblo y se dirigía directo a La Barbería, que es el pub de nuestro pueblo y el lugar donde nos juntamos. Solo faltaba él, y cuando llegó trajo consigo los abrazos, risas y alegría que traía siempre consigo.

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Un cazador con mayúsculas. A la derecha, junto a parte de sus compañeros de caza.

A las 2 de la mañana decidí retirarme y le dije: “Grillo, vamos descansar que mañana es el día grande”, puesto que habría la campaña del zorzal y nadie quería perdérselo, y él, menos, ansioso por salir y volver a disfrutar de lo que le enloquecía y llevaba tiempo sin practicar.

6:30 h. de la mañana: todos reunidos y le pregunto a mi hermano Raúl “¿Y Grillo?”. Me contesta que no sabe, que a las 5 de la mañana aún quedaba allí. “La madre que os parió” le contesté.

Comenzamos a llamarle y nos aseguró que estaba cambiándose y nos pidió que le esperáramos, cosa que yo comprendí pues le dedicaba tiempo a todo el mundo, chicos, grandes, mujeres y niños. Estaba alegre. Había vuelto a su tierra. La euforia y la alegría de querer hacerlo todo eran insuperables.

“Venga, va, no tardes”, le dijimos y sin dormir se plantó allí. “¡Vamos Grillo!” Reclamábamos todos, “siempre estás igual, todos los años nos haces lo mismo. Venga vamos que amanece”.

Nos dirigimos a los puestos. la mañana se presentaba buena, muchos compañeros, mucho pájaro y buenos tiraderos. Empezaba la mañana todos tan contentos.

“Grillo, ¿Cómo vas?”, le pregunté. “Mierda. No le doy a un cerro. Parecen avestruces y no tiro ni uno”, contestó entre risas.

“¡Ahí lo llevas!”. Le avisé. “¡Pom! Disparo y abajo”, exclamó con ímpetu y alegría. “Venga, que ya empiezas a darles”. Yo estaba alegre de que estuviera a mi lado, pues las risas que nos dábamos y los ratos tan buenos no pueden ser superados.

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Llegó el fin de la mañana y ahí viene él, con su zorzal en la percha, con su sonrisa increíble y riéndose de él mismo.” Para eso estoy aquí”, gritó riéndose. “Me cago en la mar y casi lo pierdo”, decía entre risas. Pues el día anterior y la noche fueron largos y el cuerpo no daba para mucho.

Fuimos a comer y todo era alegría, éramos familias, amigos, compañeros… Todos estábamos en el pueblo para este día y sólo cabía alegría y felicidad. Le llamo aparte y le digo “vente conmigo esta tarde pues se dónde no ha ido nadie y pasan bastantes pájaros y podemos echar buena tarde”. Me contestó sin dudarlo, pero lo que él no sabía que una piara de guarros rondaba la zona y yo sabía que fácilmente podía estar cerca de donde lo dejé y que al escuchar mis disparos se le vendrían encima.

Cuando nos colocamos en los puestos, a mi segundo disparo siento el monte crujir, piedras rodar... Ahí están, se le vienen encima. “Grillo, Grillo, los marranos los marranos”. No dudó en ponerse a tiradero. Oleee el grillo sus primeros marranos.

La noticia corrió como la pólvora, todos querían venir, todos querían verle, llamarle. El entre risas decía “Qué has hecho, que la gente me está llamando. Todo fue una diversión pues el día había sido como esperábamos, divertido alegre y lo que más vale, la compañía de mi más que amigo, mi hermano, que había vuelto después de estar seis meses en la isla.

Era una persona, buena, noble, amigo de sus amigos. No es una alabanza es una realidad. Nadie de este mundo puede hablar nada malo de él, nadie, y así es recordado.

Para nuestros amigos de la caza y fuera de la caza.

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Descasa en Paz, compañero.

Esta afición une a las personas, respeta y cuida el campo más que ninguna persona que está en un despacho y no tiene ni idea de cómo funciona el campo. La caza es estar con la familia disfrutando de algo que nos ha traído hasta aquí, pues el hombre siempre ha sido cazador y nunca dejará de serlo. Debemos estar unidos defender nuestros derechos y arroparnos en momentos difíciles, por nosotros y por los que no están, lo vamos hacer.

Un abrazo y D.E.P., el Grillo.

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