86 años y cazando desde hace 70, hablamos con Marcial Manzano
Asturias

86 años y cazando desde hace 70, hablamos con Marcial Manzano

A sus 86 años, Marcial echa la vista atrás y nos cuenta sus inicios, su trayectoria y su visión sobre la actividad cinegética.


Marcial es natural de La Salgar, aldea donde su hijo, el chef Nacho Manzano, tiene el conocido restaurante: “Casa Marcial”.  Aunque ahora vive junto a su mujer en Arriondas siempre ha estado muy ligado al campo, por lo que mantiene en la aldea un huerto, unas gallinas y unas cuantas ovejas que ocupan parte de su tiempo.

 

—¿Cuántos años llevas cazando, Marcial? Háblanos un poco de tus modalidades preferidas

Empecé a los 15, 16 años y voy a hacer 87 el mes próximo, así que imagínate la de tiempo que llevo en esto. Siempre fui más de menor, especialmente me gustaba cazar la arcea, aunque ahora la edad no me lo permite por la condición física que requiere su caza. La arcea, o la becada, como se la conoce más generalmente, es un pájaro inteligente, rápido, escurridizo y muy difícil de abatir… por eso, llevar un buen perro al lado es una condición sine qua non

Fui muchos veranos a cazar la codorniz con varios amigos a Palencia, concretamente a La Vega de Pedrosa… ¡y también a la perdiz! La verdad es que todas las especies tienen algo especial.

En cuanto a la caza mayor, el jabalí en batida con perros de rastro es la que más se practica aquí en mi zona y yo personalmente me inicié en ella a los 30 y… tantos. Empecé con escopeta y años después me cambié al rifle. Sin duda, una modalidad y una especie maravillosa.

 

—Se te escucha hablar con mucha pasión de la caza. ¿Quién te hizo cazador? y, ¿algún detalle que quieras contar de tus inicios?

Acompañé mi padre toda la vida, y son 16 años fue quien me ayudó a sacar la licencia. Desde entonces cacé mucho con él y aprendí todo lo que sé del mundillo. Recuerdo con mucho cariño un jabalí que consiguió abatir con escopeta… ¡qué lance!

Cuando yo era pequeño, había bastante liebre en Parres y eran grandes… algunas de hasta 5 kilos, y ahora, sin embargo, no se ve ni una. Una pena, porque la caza de la liebre a mi me gustaba mucho.

—¿Cómo se cazaba antes? Qué diferencias encuentras con la cinegética en la actual en términos de armas, formas...

Nosotros llevábamos un silbato y los perros un “campanu” Ahora los perros llevan, la mayoría, GPS y eso facilita mucho la tarea a los monteros. Sin embargo, un buen perro se hace en el monte, con esfuerzo, con trabajo y eso ha sido y será así siempre.

 

—La caza de antes era más sacrificada, más dura. Ahora lo bueno es que hay una mejor gestión, un mayor control poblacional gracias a los planes de caza y a todas las mejoras que se han ido incorporando en el sector.

En cuanto a las armas, tradicionalmente se cazaba con escopeta y abatí bastantes piezas. Muchas veces es el indio, y no la flecha, aunque es cierto que hoy en día las armas son una garantía, un lujo.

La tecnología es un complemento que siempre y cuando facilite la labor, bienvenido sea, pero nunca debería desvirtuar la esencia de la caza.

—En relación con eso que acabas de comentar, la esencia de la caza: ¿Cuáles consideras que son los valores más importantes de un buen cazador?

La afición. Que no se vea cazar como sinónimo de matar. Ahora la mayoría de los cazadores cuentan con muy buenos equipos que facilitan la acción de abatir, sin embargo, un buen cazador no es necesariamente el que más “mata” sino aquel que conoce las especies, el monte… aquel que dedica tiempo, esfuerzo, sacrificio, aprendiendo cada día… que valora el compañerismo y la experiencia por encima de un lance. Esos son los valores que me inculcaron a mí.

 

—¿Cómo ves el futuro de la caza? ¿Cuál crees que es el principal reto al que se enfrenta?

No sabría decirte como lo veo… pero si te puedo resumirte los principales problemas con los que se encuentra hoy en día la actividad.

La falta de unión en el sector, que hay poca gente que lleva dentro los valores de la caza, los ecologistas “de sofá”, la despreocupación y desprotección del campo y la visión denigrada y tergiversada de la actividad cinegética que tiene la sociedad.

Aquí en Asturias por ejemplo el mayor problema que tenemos es el de la sobrepoblación de lobo. Las aldeas, el estilo de vida de su gente, la ganadería… a día de hoy corren mucho peligro.

—Hablabas del ecologismo “de sofá”. Creo que todos los cazadores sabemos a lo que te refieres, pero, cuéntanos: ¿existía esa tendencia?

Para nada. Antes no existía este animalismo. La gente estaba más vinculada con el medio rural, se sabía las necesidades que había… y, sobre todo, había sentido común.

—Tu hijo Nacho, es un chef de referencia nacional e internacional: ¿qué vínculo tiene la cocina de “Casa Marcial” con la caza? ¿Hay cultura culinaria cinegética?

Si, se cocina y se cocino siempre caza. Nacho valora especialmente- culinariamente hablando- el rebeco. Una pieza de alta montaña, salvaje… le encanta cocinarlo. Pero también el jabalí, el venado… cualquier especie cinegética tiene un valor nutricional extraordinario.

Aunque hay cultura cinegética es complicado por la situación actual. La caza hay que comprarlo en sitios certificados, no se puede comercializar la carne de caza propia.

En definitiva, Casa Marcial tiene un vínculo fuerte con la cinegética y con el campo en general, pues viene de familia cazadora y vinculada con el mundo rural. Ejemplo de ello es el famoso arroz con pitu: el pitu caleya es uno de los productos por los que se apuesta: los ingredientes naturales, locales, de cercanía.

 

—Tu nieto, Jesús, no sólo es cazador, sino que está formándose en cocina: ¿Qué nos puedes decir de él?

Que es una persona muy, muy válida y polivalente y no es porque sea mi nieto, estoy siendo objetivo. Tan pronto lo encuentras en el huerto, como de caza con sus perros, como cocinando unos platos increíbles, como de pesca o buceando…

Con personas como él, el futuro de la caza está asegurado. Estoy muy, muy orgulloso del hombre en el que se ha convertido.

—¿Qué consejo le darías a los jóvenes que se están iniciando en la caza?

Simple y llanamente que la caza hay que respetarla, entenderla y amarla. Siempre abatir con sentido; consumir lo que se caza y ver la caza como una herramienta de gestión además de, por supuesto, una afición.

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